Democracia que no vota al candidato de la embajada, democracia desechable para Estados Unidos. El Norte jamás aceptó que Chávez fuese el escogido por los pueblos del Sur, ni tampoco admite que el chavismo sin Chávez siga siendo todavía la opción más votada.
El guión de golpe a cámara lenta, inspirado en Gene Sharp pero con mucha violencia, está siendo eficaz pero aún incapaz de destituir a la Revolución Democrática Bolivariana. Chávez alteró tanto las reglas del campo de batalla --ideológica, política, institucional e internacional-- que la guerra planificada se encuentra ahora fuera de juego.
A pesar de las muertes y la violencia en las calles de Venezuela y del desgaste de la imagen internacional de Maduro, la
tentativa duradera de golpe no alcanza todavía su objetivo final. La violencia concentrada únicamente en las zonas ricas del Este de Caracas no es suficiente para presentarse como una fuerza política alternativa con amplio apoyo popular. Este hecho, sin duda, está dividiendo actualmente a la oposición. Capriles sigue afirmando que sin mayoría no se puede ser presidente mientras Leopoldo López prefiere travestir a una minoría en mayoría. El primero acepta que en Venezuela hay una nueva identidad política, el chavismo; el segundo, aún se empeña en eliminarla. Pero detrás de esas divergencias sí hay que les une a ambos: no acaban de identificar cómo se disputa el sujeto Pueblo al chavismo.
Se probó con golpe de Estado y paro petrolero en el año 2002; se ensayó con múltiples estrategias electorales con variedad de candidatos; después de la muerte de Chávez, se pretendió nuevamente la vía electoral en Abril 2013, pero tampoco pudo ser. Luego de una intensa guerra económica para ganar un falso plebiscito en las municipales de Diciembre 2013, otra vez más perdieron -y no por la mínima, sino por 11 puntos de diferencia.
Esperar hasta el 2016 para el revocatorio tal como determina la Constitución Bolivariana es algo tan democrático que no encaja en planes anti democráticos. A Estados Unidos se le acabó la paciencia. Su falso bipartidismo tiene una posición clara contra el pueblo venezolano después de sus ineficaces intentos de injerencia a través de los organismos internacionales. Ni Naciones Unidas ni la OEA les dio la razón. Además, el cambio de época, pos Chávez, prioriza al Sur como espacio político para resolver los problemas del Sur.
ALBA y CELAC apoyan sin fisuras al gobierno de Venezuela; UNASUR rechaza la violencia y respalda los esfuerzos del Gobierno de Venezuela, y además, insta a crear "una comisión integrada por Ministros de Relaciones Exteriores de los países de Unasur
para que acompañe, apoye y asesore en un diálogo político amplio y constructivo orientado a recuperar la convivencia pacífica en Venezuela, considerando la Conferencia Nacional de Paz instalada". Esta victoria, en el terreno internacional, es fruto de Chávez, pero también de la experiencia como ex canciller de Maduro y del buen quehacer de Jaua en sus últimas giras.
El libreto clásico de Estados Unidos se queda corto ante este escenario contrariado. Por ello, vuelven a lo que nunca dejaron de hacer: las amenazas. Hace meses, Fitch y Moody's hablaron de colapso económico; The Economist presagió el "fin de la fiesta"; Bank of America y Merrill Lynch alarmaron con lo de "primavera venezolana". Hace días, fue el Vicepresidente Biden quien se sumaba para echar leña al fuego. Luego, el Secretario de Estado Kerry amedrentó con sanciones económicas vía OEA, aunque Insulza (su secretario general) le dijo que no se puede acudir a esta opción porque "el caso venezolano no pone en riesgo la democracia ni
la seguridad del continente americano". Lo último, por ahora, es Kelly, el Jefe de Comando Sur del Ejercito de Estados Unidos, ante el comité de Asuntos Armados del Senado, quien afirma que Venezuela "va a precipitarse hacia la catástrofe económica", y además, proclama el peligroso rumor sobre "la división en el seno de las fuerzas armadas venezolanas".
La transición geoeconómica hacia un mundo multipolar irrita mucho a la mayor potencia militar del mundo. En el año 2014, Estados Unidos pretende recuperar, caiga quien caiga, su hegemonía unipolar. La beligerancia contra los países emergentes mediante expectativas falsas de estancamiento y la guerra en Ucrania son pruebas de ello. Lo de Venezuela es otro objetivo más para la diplomacia de Estados Unidos en su estrategia de dominación global que ahora exige una guerra civil para derrocar por las
malas al chavismo. Y por qué no, luego, volver a controlar el petróleo, y de camino, el continente latinoamericano.
El autor es: Doctor en Economía, director del CELAG (Centro Estratégico Latinoamericano Geopolítico)
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