En medio de todo este brollo en donde las agresiones no están ausentes, lo primero que se nos ocurre recomendar, es abrir bien las paraparas de los ojos, porque nunca se sabe cuándo esa bestia nos va embestir con sus zarpazos letales. Quienes hemos seguido de cerca las copiosas inherencias de EEUU., en nuestros asuntos interno, no debería sorprendernos esta nueva agresión. Total, que importa una pinta más para el tigre, si de esa cabuya tenemos un rollo largo. De ahí, que a esa mala costumbre de los laboratorios de guerra sucia en EEUU (ahora praeter legem), le respondemos al igual que Juan Vicente Gómez: “Para el consejo demasiado tarde, y para la amenaza demasiado temprano”.
Desesperados por la progresiva pérdida de influencia de Estados Unidos en el mapa político mundial, esta vez su liderazgo decadente volvió a arremeter ordenándole a uno de sus perros falderos que destape una olla podrida, que seguro estamos será nuevamente repudiada por la comunidad internacional. Entre su salta de cloacales mentiras, William Brownfield, Secretario de Estado adjunto de EEUU para Narcóticos y Seguridad Internacional, afirma que las acusaciones aparecidas en el diario español ABC sobre los presuntos lazos con el narcotráfico del presidente del poder legislativo venezolano, Diosdado Cabello, son consistentes después de haberse hecho un análisis en Washington sobre la penetración de los carteles en Venezuela. ¿Y cómo creerle al funcionario del principal país importador y consumidor de estupefaciente, pues quien no sabe que hoy la DEA sea la más poderosa red de distribución de drogas en el mundo? ¿Acaso el Pentágono y la CIA olvida que el ex - presidente George Bush (hijo) en sus mocedades fue un empedernido adicto, y no se sabe si continuó consumiendo alcaloides? Con razón dicen que mono nunca se ve el rabo.
Refrescando un poco la memoria, valdría la pena recordar el sonado caso del Gral. Manuel Antonio Noriega, gobernante de facto de Panamá, desde 1983 hasta 1989. Fue considerado un dictador, ocasionando durante su mandato terribles daños al pueblo panameño. Por algunos años, actuó como agente de la CIA, pero años más tarde entraría en conflicto con los gobiernos de Washington, al igual que Omar Torrijos, mandatario que en 1981 perdió la vida en un misterioso accidente aéreo. Se dijo entonces, que al presidente Torrijos lo había mandado a matar la CIA, y que fue Noriega el autor material de aquel abominable magnicidio.
Pero como el que a hierro mata no puede esperar morir a sombrerazos, la fatalidad no tardara en visitar a Noriega. En 1985, un médico opositor llamado Hugo Spadafora, hizo pública su denuncia que señalaba a Noriega como sujeto vinculado a los carteles de la droga colombiana. Al final de todo, ocurrió la salvaje invasión de EEUU a Panamá; llevándose preso a Noriega, siendo juzgado y condenado por tribunales norteamericanos.
Hoy, después de transcurrido varios años de aquella criminar invasión del ejército norteamericano contra el pueblo panameño, pareciera que Washington intenta desempolvar el mismo formato que utilizo para derrocar a Noriega. Solo que esta vez, no les va a funcionar para nada, porque acá hay un pueblo con sus FANB, siempre dispuesto a defender el decoro de la patria.