Dignidad Nacional

Una revolución es la expresión colectiva de la aspiración de dignificación de la población, en su cotidianidad, ejercicio de ciudadanía e imaginario. Una revolución es rebelión contra la ideología dominante. Es atreverse a ver, imaginar, soñar y construir otro mundo posible sin explotación, injusticias ni divisiones de clases sociales.

En esa dirección los pueblos que hacen revolución se rebelan contra los símbolos de esa dominación. Uno de ellos en el presente, lo constituye la odiosa diferencia existente respecto a los mecanismos y requisitos de ingreso al país más poderoso del mundo,  por parte de los ciudadanos de otras naciones. La apelación a la reciprocidad en la jurisprudencia internacional pero fundamentalmente en la episteme de liberación nacional, constituye un ejemplo de la ruptura con la lógica de subordinación, de dominación, pero también con cualquier rezago neocolonial que pudiera aún existir. La sumisión es contraria al espíritu de toda revolución vigorosa, robusta.

La intervención del Presidente Nicolás Maduro Moros en la masiva concentración antiimperialista del 28 de Febrero de 2015 en Caracas fue expresión del sentir colectivo, una voz clara de dignidad nacional contra la injerencia flagrante de la capital imperialista en la determinación de nuestro presente y mañana. La nación terrorista que ha invadido y aniquilado más naciones y pueblos en el siglo XXI  -los Estados Unidos de Norteamérica- no tiene ni el derecho ni la autoridad, mucho menos la entidad moral para decirle a un pueblo y gobierno soberano y democrático como el venezolano, como actuar en el concierto internacional y mucho menos como avanzar en la solución de sus problemas. Los revolucionarios venezolanos, más allá de opiniones y posiciones sobre uno u otro aspecto de la construcción revolucionaria, cerramos filas respecto al enfrentamiento al mayor enemigo común en el presente para la Revolución Bolivariana: la administración Obama, el Pentagono y el complejo industrial militar gringo.

Es imposible que cualquier venezolano y venezolana, auténticamente nacionalista, no se sienta identificado con el reclamo y acción contundente realizado por el Presidente Maduro para colocar –en las formas y contenidos- a Venezuela con los mismos derechos que cualquier otra nación soberana del mundo en materia de ingreso de visitantes a su territorio. Ya no aceptaremos condiciones de ingreso y permanencia de los ciudadanos, que sean odiosamente diferenciadas entre el norte y el sur.

Estoy convencido que el pueblo norteamericano que vive de su trabajo y lucha, comprenderá y respetará que una pequeña nación del sur del planeta, demande trato igualitario para los ciudadanos de ambas naciones y proceda a implementar con reciprocidad los trámites que uno de los países le exige a los ciudadanos del otro.

Finalmente, es necesario subrayar que resulta imposible luchar contra los lacayos si no existe una clara identificación del adversario principal. Venezuela, en palabras del Presidente Maduro, recordó este sábado al hombre de Sabaneta que en el 2008 proclamó ¡¡¡Vayanse al carajo, Yankis de mierda que aquí hay un pueblo digno!!! Adelante Nicolás, adelante Presidente Maduro, como siempre un pueblo amante de su revolución y el legado del Comandante Chávez acompaña esa orientación.  

 



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Luis Bonilla Molina

Docente- Investigador miembro del PEII Venezuela. Presidente de la Sociedad Venezolana de Educación Comparada (SVEC). Directivo de la Sociedad Iberoamericana de Educación Comparada (SIBEC). Miembro del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada, instancia consultiva de la UNESCO. Coordinador Internacional de la Red Global/Glocal por la calidad educativa. Autor de artículos en una veintena de páginas web a nivel internacional.

 luisbo@gmail.com      @Luis_Bonilla_M

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