A veces pareciera que la retórica antiimperialista de los líderes gubernamentales de la revolución desemboca en el vacío. Cualquier estupidez que Obama o algunos altos funcionarios del desequilibrado imperio yankee declara o vaticina, enseguida los voceros del gobierno revolucionario saltan como salvadores impertérritos de las amenazas del norte. Parece de repente como si exageráramos la atención que debe prestársele a las bravuconadas imperiales. Y el peo en Venezuela sigue igualito.
Nos desconectamos de nuestra terrible realidad económica y social y el imperialismo risa que risa. Hace días nomas inventaron lo de la conexión de Diosdado con carteles de droga y se armó un berrinche que a nada condujo. Y la economía dando trastazos. No hay en el gobierno lo que los psicoanalistas han denominado inteligencia emocional. Y los gringos la manejan muy bien. Siempre caemos en sus trampas.
Seguro debe estarse que en pocos días esa dizque amenaza de Venezuela habrá de esfumarse dejando tan sólo la prontitud con que el gobierno de Venezuela con gabinete y todo la rechazó distanciándose un poco de la verdadera problemática del país. El mismo Fidel alguna vez indicó que a las advertencias y amenazas gringas habría que someterlas a estudios críticos que conlleve a descubrir sus verdaderas intenciones. Y es cierto.
A los gringos les interesa que los venezolanos nos hundamos en la peor de las crisis para apoderarse de las posibilidades claras de derrumbar el proceso revolucionario. Pero parecemos estar al margen de esa verdad. Y le seguimos su jugarreta. Y el dólar paralelo sube que sube. Y el bachaqueo, esa terrible economía del demonio crece que crece. Y los hospitales sin anestesia. Y la ineficiencia ministerial se articula. Y los números, como muy pocas veces, nos dan unas estadísticas desfavorables. Y el PCV, que en el pasado próximo obtuvo muy buena votación amenaza con ir solo a las elecciones.
Y el salario se esfuma en una cola de pollo y harina pan. Y la revolución gime. Y el socialismo, esperanza de los pueblos del mundo, se desvanece de impotencia. Y Henri Falcón por allá por Barquisimeto tratando de coger el maíz salteado. Y los hijos de Chávez en el marco de una ilimitada equivocación, dándole crédito al cinismo controlado de un Obama que dice que Venezuela es una amenaza para el imperio que dirige.