La manera en que el imperialismo yanky ha venido obrando es la mejor demostración de su decadencia. Los actos contra Venezuela, carentes del más mínimo sentido político, pone de relieve su empeño desesperado de atacar al país que considera la cabeza de la integración de América Latina y el Caribe, integración que constituye el más duro golpe que ha recibido la dominación imperialista.
El Derecho Internacional es el sistema que desde el punto de vista jurídico se propone dar estabilidad al régimen imperante en el mundo y, en consecuencia, dominado hasta ahora por el imperio. En otras palabras, el Derecho Internacional es la justificación legal del dominio de la burguesía a escala mundial. La más brutal violación de las normas del Derecho Internacional prueba que el imperio no confía en su propio régimen jurídico.
El problema consiste en que la torpeza es la característica de un imperio decadente. En la vida social, la clase que ha venido ejerciendo el dominio incurre en las mayores torpezas cuando están amenazados sus privilegios. La sabiduría milenaria lo ha expresado en esta breve frase: “Los dioses ciegan a quienes quieren perder”.
En esta columna citamos la opinión del analista político Atilio Borón, para quien el restablecimiento del imperialismo yanky de sus relaciones diplomáticas con Cuba tenía el propósito de centrar sus ataques contra Venezuela y dejar al margen lo que había venido siendo su contradicción principal en el continente: la Revolución Cubana. A lo largo de 54 años la política imperialista demostró su fracaso y Cuba mantuvo su revolución a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero, así como todas las maniobras políticas y diplomáticas que el imperialismo tramaba y a pesar del derrumbe de la URSS y de la Europa del Este. Evidentemente, la opinión de Borón es acertada y esa política imperial constituye una torpeza más. Después de largo tiempo que Cuba ha soportado los ataque del imperio más poderoso de la historia a escasas millas de su territorio, no va a traicionar sus principios en momentos en que la integración de América Latina y el Caribe, inclusive Cuba por supuesto, es una realidad que cada día se consolida. Fidel Castro ha sido de los primeros en manifestar su solidaridad con el presidente Maduro en su respuesta a las medidas de Barack Obama.