La acción de recolectar 10 millones de firmas solicitándole a Obama que derogue su decreto injerencista sobre Venezuela luce poco transparente y remotamente factible. No es igual pedir la libertad de los “Cinco Héroes” o el cese del bloqueo a Cuba que son hechos concretos imposibles de interpretar como peticiones de misericordia sino de justicia. La diferencia con Venezuela radica en que el decreto de Obama se fundamente en una gran mentira que nadie se la cree: “una amenaza inusual de Venezuela para la seguridad nacional de los EEUU” Este es un acto de piratería imperial que hay que desacatarlo sin contemplaciones por extraterritorial, neocolonial, anticonstitucional, no jurisdiccional y exento de toda competencia sobre nuestra soberanía nacional.
Exigir a Obama que derogue su mamotreto jurídico es como pedirle a Dios que nos perdone sin haber cometido ningún pecado. Orgullosos deberíamos sentirnos los venezolanos por ser, supuestamente, una amenaza para el imperio más asesino en la historia de la humanidad. Lo preocupante sería al contrario y que fuésemos un ejemplo a seguir como en su momento fueron considerados, por el gobierno de los EEUU, Marcos Pérez Jiménez y Rómulo Betancourt.
Lo que hay que hacer, en vez de estar recogiendo firmas para pedir clemencia poniéndose de rodillas, es convertir a Venezuela en una verdadera amenaza para el imperialismo. Una amenaza ética, ideo-política y de compromiso histórico. Una amenaza por convertir a Venezuela en una verdadera potencia en la lucha por la paz y el socialismo. Una Venezuela que ponga toda la riqueza de los recursos que posee al servicio de su transformación económica y social revolucionaria. Una Venezuela que se deshaga de los vicios del capitalismo para construir una alternativa bolivariana creíble y confiable.
La legislación norteamericana no aplica en nuestra patria libre, independiente y soberana, entonces de lo que se trata es de rechazar, neutralizar, condenar, y resistir dignamente la injerencia norteamericana sin despertar falsas ilusiones sobre pretendidas rectificaciones de Obama con sonrisas para Venezuela. Tal exabrupto sólo podría ocurrir de mano de un gobierno socialdemócrata aliado con la burguesía para la restauración. Por los momentos nada que huela a chavismo, por muy derechista que se pinte, va a inducir al imperio norteamericano para poner caritas a Venezuela.