No es simple coincidencia que dirigentes opositores presos hayan ideado desde sus sitios de reclusión planes para desencadenar hechos violentos, de modo que exista la percepción generalizada entre el pueblo venezolano respecto a que al gobierno de Nicolás Maduro se le escapó el control de la situación interna del país; a lo cual se une el ataque en bandada de algunos ex presidentes de la región y de Europa, cuyo objetivo es certificar que hay una violación reiterada de los derechos humanos y una persecución a muerte de los grupos de la derecha, a pesar de ser estos mismos grupos los que han ocasionado disturbios, muertes y violencia sin sufrir mayores consecuencias.
De esta manera, la oposición trataría -otra vez- de precipitar nuevos hechos violentos que creen la sensación sobre que nadie del chavismo (desde Nicolás Maduro para abajo) podrá salvar al país y convencernos que ésto sólo lo harían aquellos que buscan, contradictoriamente, destruirlo por cualquier medio a su alcance. Podríamos especular, incluso, que la oposición echaría mano a tácticas desestabilizadoras bastante cuestionables, como lo serían el asesinato selectivo de dirigentes, así como la agudización de acciones desestabilizadoras, como la paralización del transporte de pasajeros y de mercancías, del mismo modo que se hiciera durante los meses finales de 2002 e inicios de 2003, tratando de derrocar al Comandante Chávez y de recuperar su hegemonía perdida, esta vez bajo el argumento de la escasez que ella misma ha inducido y que atribuye a la ineficacia del "modelo productivo" chavista.
En vista de ello, es necesario que las autoridades de seguridad ciudadana del país revisen si detrás de los recientes ataques a instalaciones policiales por parte de grupos delictivos (aparentemente aislados y desvinculados) se halla montado un plan macabro de sectores derechistas a fin de causar un estado de ansiedad y temores entre la población venezolana que enrarezca más el clima político nacional y se sabotee la realización de las elecciones parlamentarias de este año.
No nos sorprendería entonces que aún haya gente interesada, dentro y fuera de Venezuela, en imponernos a los venezolanos una agenda de terrorismo generalizado mediante anuncios de paros, protestas, destrucción de unidades de transporte público, sabotajes de servicios públicos básicos, denuncias sobre corrupción y violencia política. Todo esto con un propósito deliberadamente conspirativo que debe ser frenado a tiempo por el Estado venezolano.
Así que es razonable y necesario que las autoridades nacionales y las fuerzas revolucionarias y chavistas se mantengan alertas, aun cuando todos tengamos la confianza, incluyendo a la misma burguesía bodeguera del país, que a pesar de todos sus intentos por derrocar al gobierno nacional, éste se mantiene ampliamente respaldado por el pueblo venezolano.