Los episodios de la historia se repiten, aunque con actores y en escenarios diferentes, pero cuando hurgamos en los enunciados y en los sempiternos resultados no podemos menos que pensar, estamos "lloviendo sobre lo mojado" o "arando en el mar". Esto viene a colación,. por el encuentro entre Nicolás Maduro, presidente de Venezuela y Juan Manuel Santos, presidente de Colombia. Un nuevo acto de contrición de la oligarquía rancia y malviviente que mantiene al pueblo sometido al escarnio y a la miseria que cada día aumenta la diáspora. ¿Pero se le puede creer ese acto a Santos, que no es tan santo?
Desde siempre los pueblos de Colombia y Venezuela, nos hemos entendido y amado, como lo que somos, hermanos históricos. Pero la oligarquía que desde la traición de Santander al Libertador Simón Bolívar, sojuzga y pisotea la dignidad del pueblo neogranadino, jamás ha ocultado su odio contra Venezuela y su ambición por apoderarse de sus riquezas inmensas. Venezuela ha puesto los muertos en la frontera, en una guerra que no es nuestra y que lleva más de 60 años azotando a los colombianos de a píe, que son los sufridos, mientras que la oligarquía encuentra en esa guerra el gran negocio para fortalecerse y mantenerse en el poder. Por eso han fracasado las conversaciones de paz, porque cuando están a punto de cristalizar, la oligarquía gobernante le da una patada a la mesa y se acabó. Sino recordemos que pasó con UP (Unión Patriótica), pregunten a los Uribe, Santos, Gaviria, Ospina, Barco, Londoño, Gómez, Holguín y demás apellidotes ligados históricamente a las élites oligarcas que ostentan el poder, que pasó con Jorge Eliécer Gaitán y sus seguidores, a quienes les aplicaron el "Corte de la corbata", marca inefable de la oligarquía contra los pobres. Hay que preguntarles también cual fue la historia de Pedro Antonio Marín Marín (a) Manuel Marulanda Velez (Tiro fijo) y porque se hizo guerrillero, fundador de la FARC, fuerza de defensa de los campesinos contra la crueldad del presidente Laureano Gómez y su banda de malhechores "Los Pájaros", que se encargaron de la limpieza de liberales en los campos colombianos, luego del asesinato de Gaitán.
Desde entonces el paramilitarismo, que tuvo su origen en "Los Pájaros", es el sostén defacto de la oligarquía colombiana, que es precisamente ese vecino incómodo, por no decir otra cosa, que por esos accidentes del destino nos toca soportar.
Venezuela siempre ha sido víctima de esa clase política. El río de Oro y la Guajira, nos fueron arrebatados en la última incursión contra nuestra patria en 1941. Pero las fauces de esa fiera siguen abiertas y hambrientas. El abandono del gobierno colombiano de los departamentos fronterizos y la promoción de mafias con decreto oficiales como la resolución 8 del Banco de la República de Colombia, en esa zona no es caso fortuito es la provocación para ver si logran la confrontación militar, como lo hizo en su momento el presidente Barco, cuando metió la Fragata Caldas en el Lago de Maracaibo, para presentar a Venezuela como agresora. Con ese objetivo y no otro, la oligarquía hipotecó la soberanía de Colombia, convirtiendo su territorio en un centro de amenaza y agresión norteamericana contra la región con los siete bases militares gringas que operan allí, con personal militar norteamericano por miles, todos con inmunidad diplomática, para que hagan lo que les venga en ganas sin peligro de enfrentar la justicia.
Por esa historia tan nefasta, de nuestra patria con esa oligarquía, es que desconfiamos del arrepentimiento de Juan Manuel Santos en Ecuador y de nuevo la promesa de trabajar juntos para combatir al paramilitarismo, al contrabando y a las mafias criminales en la frontera.¿Pegarle a la familia? Quien lo hace se arruina. ¿Cuantas veces hizo eso Uribe Velez con el Comandante Hugo Chavez? ¿No era Juan Manuel Santos, el Ministro de Defensa del presidente narco? Ahora se repite la misma historia, pero esta vez, con el hijo de Chávez y el hijo de Uribe. Por eso para no estresarnos mucho, decimos parafraseando al mexicano Juan Gabriel: Te pareces tanto a Uribe que no puede engañarme.