A la vieja euforia de la caída del muro de Berlín le sorprendió 20 años después el Tsunami financiero del Wall street. Fue inefable la crisis financiera, del 2008 en EE.UU. Explosión, consecuencias graves para Europa y el mundo, pero sobre todo la confirmación de que el gran capital, ya cartelizado. Irían contra el Estado-Nación para arrebatar la soberanía; depreciar territorios insulares y los monumentos históricos de una extensión amplia de geografía humana y hazañas occidentales de Grecia, Italia, Portugal y España.
El capitalismo ha mostrado sus garras, especialmente con la modalidad de guerra económica, pero en los fundamentos mismos de las doctrinas filosóficas de la modernidad, esta allí su génesis, de la opresión a la liberación ha avanzado el péndulo de la historia.
El siglo XXI, es el escenario para la deconstrucción y en la oscilación. Ya no se pueden con ideologías como falsa conciencia minimizar los resultados del neoliberalismo, los nefastos oligopolios, control de decisiones enfrascados en lo central que es: la falsación ética y la desaparición de la ciudadanía.
Escuelas filosóficas, movimientos sociales, dispositivos de los sistemas económicos, imperialismos, bancos, compañías de seguros que tratan de convertir los bienes inalienables del hombre en mercancía. Queda retratada la oferta engañosa del capitalismo y con ello la tríada Bush-Obama-Macri.
A pesar de la incomprensión de la presente coyuntura para aquellos que hablan de la caída de los gobiernos progresistas en el Sur, afirmamos con otros que las capacidades y el reservorio para responder al contraataque del imperio, están una vez más ubicadas históricamente en Latinoamérica y una vez más en la patria de Bolívar, Chávez y Maduro.