Partimos de que Obama se hace que ignora las capacidades de respuesta política, social, diplomática y mediática de la región, a la cual pretende perturbar tardíamente con la renovación del Decreto injerencista. Una vez más intenta la aplicación de la doctrina estratégica del”Entorno hostil” desde la incitación de conflictos potenciales, ruptura de consensos hasta crear disonancias en espacios comunes ya consolidados como Alba, Celac, Unasur Mercosur y Petrocaribe.
En apariencia la Casa Blanca, presenta una oferta de una política exterior que simplemente se propone prolongar la vida del instrumento jurídico, pero lo que esconde, lo que no se ve –como diría Martí- es la imposición de esa caricatura de monroeismo, llamada estratégicamente el”Gran Caribe Mediterráneo” que quieren hacer creer al mundo que la derrota es del pueblo heroico cubano y que ahora vendrán los inversionistas. Una estrategia que Obama y el departamento de Estado organiza a la “luz” del marketing y la información política, un nuevo expansionismo, presuponiendo que Cuba aceptaría el acuerdo pero sin Guantánamo y no calibrando la verdadera capacidad y conciencia histórica de los pueblos latino y caribeños, y el arquetipo de dignidad que encarna la isla.
Equivocados globalmente, repiten la vieja estrategia de aquel Concierto de Billy Joel en Moscú a la caída de la URSS, creen que el imaginario musical permanece estático, un concierto de The Rolling Stone en la Habana, sin desdeñar los meritos artísticos de esta agrupación de rock, aparece fuera de contexto para una generación planetaria que canta con Coldplay”A head full of the dreams”.
La preeminencia de lo social por encima del mercado; la defensa de la soberanía y autodeterminación de los pueblos; la preservación de los bienes inalienables o derechos sociales transgeneracionales; hasta la integridad del hábitat y conservación de los recursos naturales del planeta, no están en venta, y eso Obama parece ignorarlo.