Es tan recurrente la situación que manifiesta el secretario Almagro
contra el presidente Maduro y sus políticas que, llama la atención ese
desquiciamiento que lo atrapa con o sin razón contra el presidente,
que no deja situar su injerencia directa contra nuestro país se halle
donde se halle y, al parecer no pierde oportunidad de opinar con tal
que sea sobre Venezuela y su situación económica y social y,
cualquiera que se preocupe psicológicamente por desenmascarar esa
obcecación deliberada que siempre trata de refregarnos algo que en
verdad esté ocurriendo acá: tiene que llegar a la sensible explicación
que, ese individuo tiene un problema grave contra Maduro y de lo que
se trate que haya ocurrido entre ellos cuando eran cancilleres
-directa o indirectamente- en verdad lo ha lastimado de tal forma que
no lo ha olvidado y, se las está cobrando cobardonamente ahora como
secretario general de la OEA.
Posiblemente -Almagro- dirá, para sus adentros cuando convulsiona
contra las políticas de Maduro, algo así como, Nicolás me la hiciste y
creíste que lo olvidaría, no sabiendo que ahora es cuando más te va a
doler tu osadía de dejarme mal parado cuando se te ocurrió hacer
semejante cosa contra mi integridad que me dejaste como palo gallinero
y, ahora es que más te va a pesar así seas presidente de Venezuela y,
el que me la hace me la paga, aunque llorar pretenda y, te haré el
peor daño político que te ponga entredicho y, seré tu cruz cuando el
pueblo te crucifique.
No hace poco, el secretario Almagro, estuvo en Paraguay y en un
despabilar de angustia con trastornos de ligereza a su recreación:
enfiló sus baterías ponzoñosas al salir del foro en que estuvo
presente que, bien pensado como una acción que le debe ser de mucha
utilidad soltó su obús envuelto en un orgasmo santificado con tarifada
intención que: “Salud de niños en hospitales venezolanos es un golpe a
la sensibilidad humana”, lo dijosin entumecerse.
Y, no contento con su violenta frase que destila un asomo de
injusticia sin parangón en la justicia social de los pueblos bien
atizado en hechura contra el gobierno nacional, se recreó alusivamente
cuando aseguró: que el panorama hospitalario en Venezuela “es un golpe
muy duro para cualquier sensibilidad humana”, lo que con profunda
sacudida de voz reforzaba la anterior y como del gobierno venezolano
se trata de su furia no escapa y, sin rodeos dificultosos, le exigió a
Maduro de tú a tú, “respetar a la Asamblea Nacional venezolana y
liberar a los presos políticos”, frase muy parecida a la dicha en días
pasados por Barack Obama.
Y, sin un descanso de paciencia siempre metido en Venezuela, le
solicitó a Maduro, “admitir la realización del referéndum
revocatorio”, impulsado por la oposición venezolana para sustituirlo
y, debe poner en práctica lo más pronto posible, si no quiere que se
le aplique la carta democrática -diría- que además de lo anterior “y
aplicar las normas internacionales para asistencia humanitaria, en
este caso de medicamentos y alimentos”, lo que quiso decir bien
fundamentado fue que, si Maduro no nos quiere matar por la falta de
medicinas nos querrá matarnos de hambre o viceversa.
Pensamos que, además de que Almagro es el secretario general de la OEA
es nuestro juez y Señor que, por donde nos metamos no nos pela y es
tan desvergonzado que se da el caché de en verdad creerse que puede
opinar todo lo que le venga en ganas sobre las políticas de nuestro
país y, sin temor de ofensa creemos que Almagro como “una dignidad
digna de respeto en una dignidad sin dignidad (que es muy distinta de
una dignidad inconsciente o natural)” y además, “una inocencia digna
de respeto es una inocencia sin inocencia” que serían dos paradojas
eramistas.Y, no está demás decir que, el respeto de verdad dicho,
resulta tentador afirmar que se trata de un concepto no necesario,
aunque sea, tal vez, indispensable para el buen funcionamiento del
tearo de la vida. Y Almagro no escapa a ello si de hacer el ridículo
se trata en el cargo que ocupa.