Globalización, Mitologías e identidad fueron temas tratados en el reciente “Contacto con Maduro” (26-07-2016). El Presidente Maduro hizo referencia al gran fenómeno de la expansión del modelo civilizatorio occidental conocido como Globalización que requiere una atención especial. Nos aportó una perspectiva alejada de cualquier interpretación mecanicista, que podría ver en este fenómeno de la contemporaneidad tardía, algo más que la imagen trillada de “avance inusitado”; ocultadora del peligro ante una inminente pérdida total.
Pero, es cierto que hoy este fenómeno del capitalismo salvaje atenta como nunca antes a la cohabitación y la convivencia en paz y el imaginario planetario que ahora si está al borde de la desaparición. Peligra dijo todo rasgo de identidad geográfica, cultural y hasta la cercanía de la desaparición de un conjunto significativo de tradiciones, hábitos y costumbres. El Nicolás Maduro, hizo una larga disertación sobre ese mundo que llaman “virtual” que ya no puede entenderse en la configuración cultural del globo, como algo “especial” de las sociedades altamente industrializadas, sino que nos adelantó su comprensión polisémica de sus rasgos. En auxilio de nosotros, tenemos los conceptos de lo multicultural y pluriétnico establecidos como ejes explicativos, de fisionomía del planeta y expuestas ampliamente asumidos por UNESCO y en nuestra Carta magna de 1999.
Sin embargo, es también es evidente que, la sensibilidad contemporánea, pone desde ya, metafóricamente hablando, “su espíritu a la intemperie” , se ve “arrastrada” hacia una sincronización y reproducción ampliada -en el sentido de la teoría marxista- en serie de modos de vida, que depende en calidad y cantidad de la innovación tecnocrática y la lucha económica por la existencia.
Efectivamente, “el imperio de lo virtual” nos lleva a que transitemos hacia una “nueva alienación”, vamos de la alienación del “buen salvaje” de los pueblos sin historia y auto-determinación hacia una Global Village ( Aldea Global) expresada por McLuhan. Podría interpretarse como una visión aterradora o no de un mundo sujeto a la producción acelerada y permanente de representaciones simbólicas y prácticas culturales, que continuamente han de existir como “gigantescos negocios” expresó.
