El Premio Nobel de la OTAN

“Nos impusieron una doctrina extraña y contraria a nosotros mismos, contraria a nuestras raíces libertadoras, a nuestras raíces antiimperialistas, y eso tenemos que terminar de sacudirlo; así como a un exorcismo”.

(Hugo Rafael Chávez Frías, Caracas 10 de enero de 2006)

Mi viejo Higinio (q.e.p.d.) decía por allá en los andes que “colombiano que no lo hace a la entrada, lo hace a la salida”; con el perdón de mis amigos neogranadinos y bolivarianos, quienes son bastantes aquí en Venezuela y más allá de nuestras fronteras.

El anterior refrán le cae como anillo al dedo al actual mandatario colombiano Juan Manuel Santos, quien como lo hemos dicho en anteriores oportunidades no es tan santo y además, no puede negar su rancia procedencia de la oligarquía santandereana.

En más de una oportunidad el pueblo del hermano país ha tenido que soportar las más disimiles patrañas, orquestadas por los mandatarios de la oligarquía y la aristocracia santandereana, quienes no escatiman esfuerzos para eliminar cualquier signo revolucionario o patriótico de la Colombia profunda, así como lo hicieron con Jorge Eleazar Gaitán.

Desde niños conocimos allá en La Grita hábiles “culebreros” quienes cruzaban la frontera para alucinar incautos y atrapar ingenuos campesinos, gracias a jergas habilidosas utilizadas para vender pomadas y remedios que anunciaban a viva voz, argumentando que los mismos eliminaban lombrices y hasta le quitaban la pava a la gente.

Pues la verdad que estas cualidades, salvando las distancias, las hemos observado en el actual presidente de Colombia de quien sabemos las aprendió de su maestro Álvaro Uribe Vélez, a quien superó al dejarlo como pajarito en rama por aquello del “Premio Nobel de la Paz”.

La capacidad de asombro la hemos perdido los venezolanos al tratar de utilizar las más elementales normas de convivencia del buen vecino, pero a cada momento hemos sido sorprendidos con una charada de los hermanos quienes juegan con Venezuela, al gato y al ratón.

Por cierto que ya de nuevo - como es su costumbre - luego de cada cierre de frontera reactivan la ruleta del dinero con la diarrea de casas de cambio que tienen en Cúcuta y en Maicao, para extorsionar y distorsionar la economía de nuestro país. Ya reapareció de nuevo el “dólar today”.

Pero no es a este asunto al cual queremos referirnos es a uno de alta importancia por su valor geopolítico y estratégico que de manera intermitente ha aparecido sobre todo en el mandato del actual presidente colombiano Juan Manuel Santos.

Se trata de su estrategia de guerra que ha sido cocinada en el Pentágono y puesta en marcha contra la República Bolivariana de Venezuela desde el Plan Colombia, hasta las bases militares de Pastrana y Uribe y ahora con los postulados de la OTAN, como señal de guerra contra la Patria de Bolívar y aclamados por el presidente Santos, como pago de su “Premio Nobel de la Paz”.

Resulta contradictorio que mientras se engaña, como los “culebreros”, al pueblo colombiano con la paz con la guerrilla (FARC-EP y ELN) en el plano internacional, se invoca a los más recalcitrantes defensores y planificadores de la guerra nacidos después de la Segunda Guerra Mundial como la OTAN.

Tratar de establecer en el suelo latinoamericano escenarios de guerra, cosa que no es ajena Colombia, por soportar por casi 60 años un enfrentamiento entre hermanos solo por el capricho de una oligarquía y aristocracia heredera de Francisco de Paula Santander, no es nada extraño.

Alguien dijo por ahí que Colombia era la Israel de América Latina y ganas no le sobran, sobre todo cuando su destino está en manos de quienes juegan con cartas marcadas y han hecho a través de una diplomacia de caras bonitas, los más insensatos y deleznables planes contra Venezuela.

Para nadie es un secreto que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es un instrumento de planificación de guerra y su operatividad, además de su escenario natural en Europa, ha sido probada en las recientes acciones militares contra países del medio oriente como Irak, Afganistán, Libia y Siria.

Por eso surge la pregunta ¿A qué viene la OTAN a Latinoamérica?, ¿porqué Colombia en su caballito de batalla?, (¿Tiene que ver su reactivación con el Premio Nobel de la Paz para Santos?, ¿Qué papel juegan los Estados Unidos en este asunto?

Según la página de Globovisión, un medio venezolano proclive a estas alabanzas:

“En el gobierno de Juan Manuel Santos no son nuevas las conversaciones de Colombia con la OTAN; el pasado 6 de junio del año 2013, el ministro de Defensa colombiano, Juan Carlos Pinzón Bueno rubricó en Bélgica un acuerdo de intercambio de información y seguridad con la OTAN. Como dato curioso es el primer memorandode esta naturaleza que la Alianza suscribe con un país latinoamericano”.

No nos llamemos a engaño; si bien Colombia tiene la autonomía para acudir a cualquier tribunal, organización u engendro para avalar su espíritu belicista, no es para nadie un secreto su papel de peón de brega del imperio en América Latina; esto no es nada nuevo y sobre todo cuando de pagar favores se trata, como ocurrió en el pasado con el ex presidente Uribe: el número 82 de la DEA.

Ante la jugada del “Nobel de la OTAN” no resulta nada extraño que haya habido un pronunciamiento del Presidente de la República de Venezuela Nicolás Maduro y de la Cancillería rechazando dicha maniobra, por considerarla no sólo una acción de intromisión contra Venezuela sino contra toda América Latina.

La búsqueda de Colombia de un pago de favores al imperio y a la OTAN con un “desmejorado” Premio Nobel de la Paz; por no utilizar otro término que cabe, por respeto a las trabajadoras sexuales, es una burla e ironía para el propio pueblo colombiano y para la guerrilla, quienes recientemente ha firmado un acuerdo de paz en La Habana.

El desprestigiado “Premio Nobel de la Paz” que ya dejó su huella en el mandatario que se despide de la Casa Blanca Barack Hussein Obama, es en realidad un símbolo de burla para la humanidad y una vergüenza para cualquier mandatario.

Además de la reacción del Gobierno venezolano ante el asunto, debemos esperar el pronunciamiento de organismos latinoamericanos como el ALBA, la CELAC y UNASUR y desde luego del pueblo colombiano, quien no debe ser utilizado como instrumento de guerra, la cual rechaza; ni mucho menos como recompensa para un desprestigiado “Premio Nobel de la OTAN”, ¡perdón! quisimos decir Premio Nobel de la Paz.

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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