Desde la enfermedad y muerte de Hugo Chávez, las noticias que nos llegan de Venezuela son cada vez más preocupantes. De la patria de Bolívar ya no nos llega el soplo de optimismo, alegría y esperanza de un futuro mejor para nuestra América Latina que sabía transmitir la conducción política del comandante Hugo Chávez.
Hay una conspiración del imperio norteamericano, la derecha venezolana, los medios de comunicación y las oligarquías nacionales con su legión de políticos corruptos tratando de acabar con la esperanza en un futuro mejor, en otro mundo posible, sin dominación extranjera, sin explotación de clases, sin opresión.
Las mentiras persistentes, las calumnias, las exageraciones buscan causar la impresión en nuestros pueblos de que todo el que intente salirse del redil y desobedecer las órdenes de la Casa Blanca, le irá mal, no tendrá ni para limpiarse el trasero.
Ahogar poco a poco el Proceso Bolivariano es el objetivo de las fuerzas reaccionarias, poniendo en las mentes de las masas latinoamericanas la duda en nuestra capacidad de autogobernarnos, de cambiar las injusticias centenarias que nos acosan, renunciar a cualquier aspiración y esperanza de que las cosas cambien. Lamentablemente, hay que decirlo, algunas decisiones del gobierno del presidente Nicolás Maduro no están ayudando a contrarrestar esa ofensiva político-ideológica, sino todo lo contrario.
Para tratar de comprender la situación actual y despejar la bruma que los enemigos de la Revolución Bolivariana intentan imponernos, trazo aquí algunas ideas, a las que seguro faltarán otras que otros podrán aportar, ya que el socialismo y el conocimiento son obras colectivas:
1. El Proceso Bolivariano ha sido una verdadera revolución, de carácter esencialmente democrático, popular, antiimperialista y antineoliberal, a la que en el momento más radical, luego del fracasado intento golpista de 2002, Chávez agregó el elemento de socialista. Fue una revolución porque expresó la lucha de millones de personas que se alzaron contra el régimen neoliberal, desde el Caracazo de 1989, pasando por la sublevación militar de 1992, e incontables movilizaciones en la década de 1990-2000. La conducción política de Chávez y su equipo fue la cabeza consciente y la encarnación de ese proceso revolucionario. Quien no parta de esa verdad no puede hacer ninguna crítica revolucionaria a la conducción del presidente Maduro, aunque se diga de izquierda.
2. El Proceso Bolivariano trascendió fronteras, y ha sido la vanguardia política de la lucha continental de los pueblos latinoamericanos contra el neoliberalismo, por la autodeterminación y por "otro mundo posible". Chávez fue la figura que sirvió de referencia a millones de personas que luchaban en toda Latinoamérica contra los efectos nefastos del capitalismo en su fase neoliberal y que comprendían que la culpa de nuestra miseria está en la sujeción que el imperialismo yanqui nos tiene desde el siglo XIX. Bajo su referencia política confluyeron otros procesos revolucionarios como el boliviano y el ecuatoriano, incluso otros menos radicales. Esa lucha no fue retórica, sino concreta y se expresó en una serie de instituciones que trazaron el camino incipiente de la Segunda Independencia: el ALBA, Petro Caribe, la CELAC y un nuevo enfoque del MERCOSUR (que ahora los gobiernos golpistas de derecha de Brasil y Paraguay intentan destruir).
3. La Revolución Bolivariana y Chávez volvieron a colocar en el imaginario de los pueblos del mundo el socialismo como alternativa al capitalismo neoliberal, en una época en que prevalecía el desencanto y la confusión producto de la "Caída del Muro" y de la traición stalinista en la URSS. Cuando el Foro Social Mundial se había convertido en referente de la lucha antineoliberal, pero presentando una alternativa muy genérica ("otro mundo es posible"), Chávez asistió a Porto Alegre y dijo: el otro mundo posible es el socialismo, "el socialismo del siglo XXI". Muchos lo interpretaron como una versión "light" de socialismo, pero otros como una versión democrática que superara los defectos de la burocracia soviética.
4. La Revolución Venezolana ha enfrentado desde el principio los embates del imperialismo yanqui y la derecha mundial, que lo han intentando todo, incluyendo golpes de estado y, muy probablemente, la muerte prematura de Hugo Chávez. La campaña de mentiras y calumnias de la prensa capitalista mundial ha sido feroz. Sin importar las veces en que el proceso bolivariano ha sido legitimado electoralmente, desde el principio se presentó a Chávez, y ahora a Maduro, como "dictadores". No importa que la situación de los pueblos y los derechos humanos estén peor en México, Colombia, Honduras o Paraguay, el objetivo siempre ha sido presentar al gobierno bolivariano como "lo peor" para justificar sanciones, golpes de estados y hasta posibles invasiones.
5. Por principio democrático, revolucionario y antiimperialista, defendemos el derecho de Venezuela a la autodeterminación frente a la intromisión norteamericana y de la OEA; y defendemos al gobierno legítimamente electo de Nicolás Maduro, frente a los golpistas de la oposición nucleada en la MUD. Pero esa defensa principista no puede ser incondicional. Requiere también la crítica constructiva de lo que evidentemente se está haciendo mal. Porque las revoluciones que no avanzan retroceden. Esa es una ley de la historia. El objetivo de quienes hemos apoyado el Proceso Bolivariano debe ser evitar repetir hechos sufridos por los pueblos latinoamericanos como: los golpes de estado contra Perón, Arbenz, Allende, etc., que es a donde apunta la voluntad de la oposición venezolana que, por boca de Enrique Capriles, hace poco llamó a los militares a un golpe de estado.
6. La Revolución Bolivariana se estancó en los límites del formalismo político democrático burgués y el sistema capitalista. Al ser una revolución canalizada por la vía electoral, y no por la destrucción revolucionaria del aparato del estado capitalista, se marcaron limitaciones objetivas poderosas que no han podido ser superadas, en parte, por la falta de una movilización independiente de la clase trabajadora y, en parte, por la resistencia de la cúpula política y militar a avanzar más allá, mucha de ella preñada por la corrupción y compuesta por la llamada "boliburguesía". Esta realidad ha debilitado el Proceso Bolivariano ante los embates del imperialismo y el sabotaje económico interno.
7. Aunque la dirección política del PSUV y el presidente Nicolás Maduro hablen de socialismo, no hay verdadera transición al socialismo en Venezuela. Unas cuantas nacionalizaciones de industrias, administradas burocráticamente, no son socialismo. Los programas sociales denominados "misiones", aunque constituyen una redistribución un poco más justa de la riqueza y la renta petrolera, tampoco son socialismo, pues lo ejecutan en América Latina los gobiernos de derecha bajo la denominación de "transferencias" sugeridas por el Banco Mundial. El manejo de la divisas, en que el gobierno da a unos cuantos capitalistas dólares baratos por bolívares devaluados, para que importen sobre todo alimentos y medicinas, sólo ha servido al enriquecimiento de unos pocos, la fuga de miles de millones de dólares (entre otros lugares a Panamá), al contrabando, la especulación contra la moneda, el acaparamiento y el sabotaje económico.
9. Hay que asumir verdaderas medidas socialistas para devolver la esperanza al pueblo y cortar el flujo de la riqueza nacional que alimenta a los enemigos el Proceso Bolivariano. La incapacidad de resolver el abastecimiento de alimentos y medicinas por otra vía que no sean las empresas privadas, mientras sectores privados se enriquecen con el mercado negro del dólar, el bachaqueo, el acaparamiento y el robo a la propiedad pública, golpea duramente la confianza del pueblo venezolano en el gobierno de Maduro, y provee dólares a los enemigos del proceso. La dependencia cada vez mayor en la cúpula del ejército y no en la apelación a la movilización popular, como hacía Chávez, están llevando a la parálisis venezolano.
10. Venezuela necesita un nuevo impulso revolucionario y verdaderas medidas socialistas, sino el Proceso Bolivariano vivirá la crónica de una derrota anunciada. No es pesimismo, esto ya pasó a otros procesos que no avanzaron al socialismo. Lo que permitió que surgiera un fenómeno revolucionario como el de Chávez fueron las grandes movilizaciones populares espontáneas del llamado "Caracazo" en 1989, en adelante. No puede haber verdadero socialismo sin que la gente se eche a las calles a tomar en sus manos el futuro. El verdadero camino al socialismo también requiere cortarle los brazos al capitalismo que sabotea y conspira, mediante la nacionalización de la banca y el comercio exterior. Se requiere también un movimiento continental de solidaridad con Venezuela bolivariana, para derrotar al imperialismo yanqui, a los títeres de la OEA y a nuestras oligarquías vende patria. Para recuperar la esperanza de un futuro mejor, que construimos con la movilización y la lucha del presente, debemos reflexionar sobre el sabio consejo del Che: "O revolución socialista, o caricatura de revolución".
Panamá, 14 de abril de 2017.