"Tarde piaste, pajarito", habría dicho el ex presidente Luis Herrera Campins. Conociendo los antecedentes de ese desprestigiado ente multinacional, resulta inexplicable que el Estado venezolano se haya tardado en reaccionar de manera enérgica, mostrando así su desacuerdo con el reiterado chalequeo que pretende desconocer nuestro derecho a la autodeterminación y ejercicio pleno de la soberanía nacional.
Si revisamos a vuelo de pájaro, las veces que ese elefante blanco se ha hecho la vista gorda ante los atropellos de las potencias imperialistas, tendríamos mucha tela donde cortar. ¿Acaso se activó la Carta Democrática, cuando derrocaron a Juan Bosch en Santo Domingo? O si es pura ficción el silencio cómplice de la OEA cuando la ultraderecha propicio golpe de Estado en Hondura, Guatemala, Haití, Venezuela, Brasil y pare usted de contar. Que alguien me diga: ¿Cual fue la reacción de la OEA cuando Gran Bretaña masacro a millares de argentino que reclamaban la independencia de Las Malvinas?
Frente a una organización que se hace llamar Organización de Estados Americano y que ha resultado bueno para nada, entonces lo más sensato es que el gobierno revolucionario entienda de una vez por toda que con amigos como la OEA, no hacen falta enemigos. Por ello nos sobran razones de peso para afirmar que ese mamotreto no sirve ni para limpiarse el trasero. O me equivoco.