“¡Hay de los que planean maldades y traman iniquidades…!”, (Miqueas: Cap. II, verso 1-2, Nueva Biblia Española. Edición Latinoamericana. Ediciones Cristiandad, Huesca, 30-32. Madrid, España, 1976).
Que el actual presidente de Estados Unidos, semejante al famoso decreto de aquel otro de cuyo nombre es mejor no acordarse, constituye una amenaza inusual y extraordinaria para Venezuela y el mundo es lo menos que se puede decir. Porque, como reflexionaba la otra vez el colega profesor, historiador y revolucionario Arnaldo Guédez en una tertulia incidental en la Plaza de la Moneda de Barquisimeto, en esta vida donde el imperialismo de ayer y de hoy pretende imponer sus férreos intereses de dominación en todo el universo-mundo; pareciera que la maldad lleva la delantera al bien.
A lo que el Ingeniero Colina, otro contertulio y también un revolucionario de toda la vida, por cierto compañero de luchas y gran amigo del recordado líder de la Liga Socialista Jorge Rodríguez, lo ataja acotando que el triunfo del mal es sólo aparente en la historia inmediata. Y las contrariedades que ponen quienes planean iniquidades, siguiendo el epígrafe de entrada aquí, no hacen sino fortalecer a los combatientes de la vida emancipada y, en su momento, los malvados tendrán su castigo; de hecho son lanzados al basurero de la historia, al ostracismo. O, como sentenciaba Chávez, se vuelven polvo cósmico.
Aunque tal vez de manera lenta y hasta tibia pero frente a esa amenaza lanzada por ese insolente jefe del imperio norteamericano, (que no de aquel pueblo, en general noble) todo el país nacional se ha levantado en su rechazo. ¡Como debe ser!
Que no se atreva ese patán, cabeza de alcornoque, que es un bocazas y paralelo; personaje patoso, que cuando camina o baila pretende ser chistoso y agudo pero resulta pesado y grosero. Verdaderamente es más parecido a un parasaurolopus que a un ser humano. Esto es, un lagarto crespado y que según wikipedia “… es un género de dinosaurios ornitópopos hadrosáuridos que vivieron a finales del período Cretáceo, hace aproximadamente 83 y 71 millones de años, en el Campniense, en lo que hoy es Norteamérica”.
Pero, en fin, tampoco se trata de insultar porque lo que provoca decirle es que un hijo de la gran chingada, como dicen en México que tienen por cierto como presidente a un sujeto con sangre de horchata, ya que lo insultan y el tipo como si nada, un apocado y simple o pardillo, inocentón; que en realidad es un pandereta, de tono indeterminado y que acompaña la música que mejor conviene a Estados Unido, pues no es más que un tambor de marco, de aros superpuestos de la burguesía tránsfuga de América Latina.
Claro, aquí los patidifusos de la oposición política venezolana inicialmente se quedaron parados y como alejados por un asombro y extrañeza mórbida frente a las opciones bélicas de Trump y los muy pringados, ingenuos e incautos creían que estaba haciendo cual pinpín otra de sus gracias.