La mayoría de los pueblos utilizan palabras para caricaturizar o términos despectivos para referirse a otros pobladores o a los representantes de cierta clase social. Por ejemplo, los españoles para aludir a los franceses los llaman "franchutes"; los romanos del imperio calificaban a los alemanes de "bárbaros"; por mucho tiempo los curas católicos se referían desdeñosamente a los hijos de David, como "judíos" para responsabilizarlos de la muerte de Jesús, así mismo. a los judíos bautizados, los conversos, lo adjetivaban de "marranos"; los cruzados y los moros se señalaban entrambos como "infieles; en España, los españoles provenientes de América los califican de "indianos"; los colombianos se refieren a los nacidos en la tierra de Bolívar como "venecos" y estos, a su vez, apodan a los nacidos en la Nueva Granda como "caliches"; los mexicanos citaban a los hidalgos españoles que vivían en la tierra azteca como "gachupín" o "cachopín" y los peruanos, a estos mismos nobles ibéricos los llaman "chapetón".
Del mismo modo, en Venezuela la "gente de bien" llaman a los pobres "plebe", "marginal", "tierrúo", "pata en el suelo", "recogelata", "ganapán" "chusma", "turba", "zambos", "hordas", "mestizo", "chavista", es decir, muchas formas para estigmatizarlos y demostrar su desprecio por esta mayoría, que en tiempo de la Guerra Federal esta bautizó a dicha clase pudiente como "godos" u "oligarcas".
Lamentablemente aquellas prácticas lingüísticas no se han perdido, y lo peor de todo, han sido reforzadas que, para lo único que sirven es para separar a los pueblos y no para integrarlos como habitantes del planeta. Hoy por hoy, los españoles, quienes tanto le deben a la América (desde el robo de las riquezas durante la conquista y la colonia, el amparo que se les dio en estas tierras como inmigrantes después de la guerra civil española, además, de la exportación de divisas desde América hacia España), utilizan un término peyorativo para referirse a los sudamericanos. Se trata de la palabra "sudaca" para nombrar a los habitantes de la América del Sur, una forma racista de desvalorizarnos. Este término condensa de forma óptima la prepotencia del español, europeizado y hoy aliado se los yanquis, otra forma de estigmatizar a los "pobres diablos" de América Latina. Una manera de imitar a los gringos, quienes llaman "espaldas mojadas" a los centroamericanos que se dirigen a EEUU a trabajar, en la búsqueda de in mísero salario que contribuya a dignificar su vida y la de su familia radicada en la tierra de Pancho Villa.
Por fortuna, el término sudaca con el cual pretenden estigmatizarnos los españoles racistas no cumple su cometido. Tal objetivo dista mucho de sus pretensiones, contrariamente sirve para mostrarles al mundo que nosotros, los sudacas, todavía nos mantenemos en pie de lucha para derrotar a los herederos de los Borbones con ínfulas colonialistas. Ciertamente, en Venezuela los hijos de aquel ejército libertador que se dirigió por las pampas, sierras, trochas, mares y caudalosos ríos para exportar libertad, nos mantenemos en guardia para evitar el regreso de los esclavistas y explotadores de Suramérica. Estos intentan retornar a la tierra de libertadores con humos de violencia y de poder, de esclavización y de explotación de trabajadores, de ávidos mercantilistas, de acumuladores de dinero y capital, de desarrollar el consumismo y de acumular riqueza material y de extinguir nuestro patrimonio cultural. Son los mismos depredadores de la naturaleza, responsables de numerosas dificultades ambientales.
Gracias a la valentía de nuestros soldados aquellos sanguinarios españoles no acabaron con todas las culturas de los pueblos originarios, todavía quedan vestigios de yanomami, warao, yupka, bari, wayú, paraujanos y etnias sobrevivientes del extermino y que mi comandante Chávez consiguió visibilizar. Son los descendientes de aquellos guerreros quienes con reciedumbre lucharon para sacar el intruso ibérico de tierras venezolanas. Así mismo, los sudacas venezolanos estamos reunificados en campesinos, en obreros estudiantes y amas de casas, parte integral de esos negros, zambos, mestizos, indios, recogelatas, chusmas, hordas, turbas, y analfabetos, quienes actualmente están enfrentando con firmeza una guerra económica y financiera propiciada por los mismos que fueron derrotados en el siglo XIX.
Los latinoamericanos debemos entender que la lucha por la independencia de América del Sur no ha terminado. Todavía queda un rezago por resolver, se trata de la soberanía económica, actualmente muy vulnerable y dependiente, que solo se podrá solventar mediante la integración latinoamericana Sur-Sur, tal como lo concibieron Bolívar, Martí, Artigas, Sucre, Chávez, los Kirchner, Evo Morales, Lula, Daniel Ortega, Correa, Maduro entre algunos de los estadistas que lucharon y luchan para darle a los sudacas un país digno. Solo mediante un tratamiento integrado latinoamericano nos permitirá salir de la incertidumbre.
Parece ser que ciertos racistas españoles desconocen la existencia de tribus indígenas en todos los territorios de centro y Suramérica, pueblos originarios que sacaron de estos territorios al invasor español. En Colombia quedan los wayu, los arahuacos, los cuberá, los guanbianos…, en Ecuador se negaron a morir los aymara los cachis, los cofanes, los tagaeri…, en Bolivia sobrevivieron al extermino de los españoles los aymaras, los quechuas, los araona, los baure, los chima y más al sur, todavía tienen presencia los mapuches, los charrúas, los guaraníes, los tehuelches…todos reclaman parte de las tierras que le fueron arrebatadas por los intrusos ibéricos, portugueses y luego por los criollos. Todavía hay sudacas a quien les sobra furor para enfrentar cualquier intento de convertimos en vasallos y oponerse al robo de las riquezas de nuestra patria grande plétora de fuerza de trabajo, energía y materia prima. Aquellos extranjeros son los nuevos neocolonialistas mimetizados como capitalista, fascista, neoliberales y racista.
Los sudacas permanecen despiertos, son los socialistas del Polo Patriótico de Venezuela, los Sin Tierra del Brasil, los piqueteros de Argentina y todos aquellos incansables combatientes latinoamericanos que luchan para superar el el subdesarrollo y la dependencia económica.
Los adversos de los sudacas son las élites blancas norteamericanas agrupadas en los wasps, los dueños de las finanzas internacionalizadas y concentradas en el Norte, los causantes de crecientes penurias de la población como los aumentos de precios de los productos como de las medicinas y de los alimentos, carencia de trabajo, salarios paupérrimo, además del acentuación de la separación de humanidad entre pocos ricos y muchos pobres. Los enemigos de los sudacas nos menosprecian por nuestra actitud de repulsa de sus lineamientos económicos, algo del cual no deben enorgullecerse los llamados "primermundistas". La economía norteamericana y europea está en decadencia, a pesar de sus adelantos en la tecnología. Por ejemplo EEUU es el país más endeudado del mundo con un enorme déficit fiscal, con una baja inversión y una declinante productividad, rezagada tecnológicamente, de elevada delincuencia y el mayor consumidor de drogas, con una educación y una salud en deterioro, el aumento de la pobreza crítica y problemas de racismo. Y pensar que este es el modelo de democracia que los agentes de la derecha internacional quieren imponerle a los sudacas.
Los sudacas nos mantenemos vivos, no descansamos, oscilamos entre la luz y la oscuridad. El fin de la historia no nos ha llegado y nos mantenemos firmes en la lucha contra el invasor y explotador. Estamos en un nuevo umbral de la iluminación que nos muestra el camino que fulgura con destellos de esperanzas de la integración, de conformar gobiernos socialistas a través de democracias participativas y protagónicas, para así alcanzar la prosperidad negada por los dueños del dinero. No tardarán el arribo de gobiernos con rostro humano que desarraigue la pobreza de Centro y Suramérica.
Los sudacas tendremos que enfrentar a nuevos enemigos, ya no son los gobiernos imperiales, sino a las avaras corporaciones financieras integradas por capitalistas de todo el universo, industrias multinacionales, fabricantes de armas, compañías energéticas globalizadas, entre otras, en algunos casos más poderosas que la nación que las acoge. Es momento de recordar las sabias palabras de nuestro insigne charqueño en la carta enviada a Manuel Sedeño, en 1817: "Unámonos y seremos invencibles". Lee que algo queda.