La estupidez es un negocio

Es cierto que la ignorancia es infinita, contrariamente al conocimiento que es finito, quizás por esta razón en la primera militan millones de personas y en la segunda, muy pocos. Se lo refiere un doctor en ignorancia que desconoce más de lo que sabe, pero que busca resarcir tal condición leyendo lo que puedo, sin alcanzar ningún talento al respecto. Lamentablemente, mucha gente se niega a superar su ignorancia, sin embargo, opina sobre todos lo que no sabe, convirtiendo aquella en estupidez.

Son mucho los que le sacan provecho a la ignorancia de los demás, sobre todo las religiones en la cuales militan millones de feligreses, convencidos que las sartas de mentiras que conforman sus doctrinas son revelaciones divinas. Los cínicos sacerdotes, pastores, monjes…le sacan provecho a la ignorancia de sus feligreses y al miedo a lo desconocido (el juicio final) para amontonar grandes fortunas en beneficio de una casta sacerdotal.

Otros de los beneficiarios de la estupidez ajena son los comerciantes, estos traficantes de las mentiras utilizan el llamado mercado y la publicidad, para explotar la ignorancia de los consumidores y así venderles todo tipo de mercancías. Es inexplicable que en el comercio existan miles de productos perniciosos cuyos perjuicios a la salud son difundidos por diversos medios de comunicación, sin embargo, la gente se empeña en consumirlos. Es el caso del tabaco, el alcohol, la azúcar, la sal, la gaseosa, los embutidos, la carne roja, los lácteos, las harinas, las chucherías, entre tantos productos causantes de diversas enfermedades. En parte, los adultos son responsables, quienes debido a su estupidez, producto de su ignorancia, concitan a los niños el consumo de tales comestibles nocivos, perpetuando la estupidez como una forma de comportamiento.

No solo los religiosos y los comerciantes trafican con la estupidez, también los políticos se aprovechan de este proceder del público y tal como si fuera un producto de consumo masivo, transformaron la política en un artículo que se puede mercantilizar o vender. Es por esta razón que los electores van a las urnas electorales convencidos que el candidato a la presidencia, gobernador, alcalde o edil cumplirán sus promesas, desconociendo la trayectoria político-social-sindical del otrora candidato.

Todo lo anterior me viene a la pensadora al revisar lo que está ocurriendo en mundo en materia electoral, tanto en Europa, en Asia y sobre todo en Suramérica. Es sorprendente como una gran mayoría de votantes acuden a las urnas convencida de que un candidato de la derecha, representante de la clase empresarial, podrá resolver los problemas de la clase media, hoy inexistente en la mayoría de los países suramericanos y los de la clase popular. La historia electoral de las naciones del "tercer mundo" demuestra que ningún político que goce del apoyo de los gobiernos de los antiguos imperios europeos y del gobierno de EEUU ha resuelto las múltiples dificultades de sus votantes. Todo esto, como consecuencia de la ignorancia de las personas, transmutada aquella en estupidez. Los desposeídos, los humillados, los depreciados, los insultados y los oprimidos por las oligarquías nunca saldrán de su estado, dado que los magnates, para acrecentar sus fortunas deberán explotarlos en sus fábricas, en sus bancos, en sus latifundios, en sus industrias y en sus oficinas.

En Venezuela es sorprendente como una cantidad de estúpidos se regocijan por las sanciones económicas que los gobiernos de EEUU y la UE les están aplicando al gobierno del presidente MM y al pueblo. De seguro que a tales ignorantes la historia no les dice nada, dado que la desconocen. Será que olvidan que los que hoy castigan al pueblo venezolano, hasta no hace mucho fueron los colonizadores de lo que ahora es la India, Vietnam, Singapur, Indonesia, Angola, Mozambique, Zaire, Zimbabue, Namibia, Argel, Libia, Irak entre tantos de las pises africanos, asiáticos y suramericanos explotados en su condición de colonias. Hasta bautizaban un país con el nombre del colonizador tal como lo hizo Cecil Rhodes, con con Rhodesia hoy Zimbabue; o como el caso del rey Leopoldo II de Bélgica quien durante la colonización disminuyó a la mitad de los pobladores del Congo Belga (hoy República democrática del Congo) quien tenía "su territorio" como coto de caza.

Y qué decir del Reino Unido, que antes de la Primera Guerra Mundial era el amo y señor del 25 % de los territorios del planeta. Entre uno de sus lúgubres episodios, además de la muerte y explotación de los naturales de sus colonias, fue la mutilación de un dedo de la niñas de la India para evitar que pudiesen tejer, dado que el tejido estaba reservado solo a las manufacturas de la isla imperial situada en Manchester.

Los estúpidos de Venezuela se alegran por las sanciones económicas que le están aplicando EEUU y la UE al gobierno bolivariano, pero de seguro desconocen cómo aquellos países lograron el desarrollo del cual actualmente se jactan. Todo lo que me voy a nombrar a continuación son productos que se consumen en Europa, provenientes de las minas ubicadas en las entrañas de África, América y Asia. Su ignorancia, convertida en estupidez no les permite conocer que el amianto con que se fabrica la parrilla para tostar pan es importada; el azogue, el aluminio y el cobre para fabricar un espejo para que las damas se hagan la toilette son importados; la lana y el algodón, el acero, el tungsteno, el vanadio, el litio, el níquel, el cromo, el manganeso, el plomo, el antimonio, el platino, el molibdeno, el petróleo, el oro, el hierro, el cobre, el magnesio, el mercurio, el zinc, el caucho, el estaño, el cadmio, el titanio, el uranio, la plata, el acero, el bronce, el zafiro, el diamante, el cadmio, el neobio, entre tantos minerales, son lo que mueven las industrias de los países del llamado "primer mundo". Los mismos que consideran a los seres humanos del tercer mundo, según los petulantes galos, como unos "va-nu-pieds" (del francés que significa pelagatos o pobretones), consecuencia del desprecio de las naciones industrializadas hacia las masas "subdesarrolladas".

La gran mentira de los países industrializados no es la preocupación por la democracia, ni por los derechos humanos de los ciudadanos de los países del Sur. El problema de los antiguos imperios es asegurar la posesión de las minas en manos de los grandes capitalista globalizados, en caso contrario las industria automotriz, la espacial, los consorcios fabricantes de armas, la industria textil, las empresas metalmecánicas, la fábrica de alimentos, la industria de las comunicaciones, la minería, la fabricas de papel, la física médica, los laboratorios, causaría una debacle financiera y millones desempleados. La supervivencia de los grandes imperios depende de los países "tercer mundo", así como estos dependen de los primeros. Fueron los países que ellos desprecian los que les permitieron a EEUU y la UE los medios materiales para su expansión y desarrollo. Lamentablemente el precio que pagaron los colonizados fue muy alto: explotación, desforestación, contaminación, exterminio de la población, racismo, esclavitud, enfermedades, culturas arrasadas, ausencia de tecnología, entre tantos males que todavía nos acosan producto de las necesidad de los explotadores de mantener una alto nivel de vida y confort de los habitantes de las grandes urbes situadas al norte del globo terrestre.

Pero los estúpidos creen en las palabras y en las acciones de nuestro opresores, de aquellos que en ningún momento nos reconocerán como sus iguales, siempre seremos unos "va-nu-pieds" que solo servimos para suminístrales materia prima robada o barata, mano de obra esclava y mercados cautivos para vendernos productos acabados y fabricados con nuestras riquezas vilmente saqueadas.

Los estúpidos todos lo compran, con tal que vengan del norte, su comida, música, cine, fútbol, béisbol, basquetbol, religiones, aparatos tecnológicos, literatura, arte, neoliberalismo, comistrajos, ropa, calzado, joyas, doctrinas, perfumes…entre tantas fruslerías que les permitan aparentar que son parecidos a nuestros opresores. Bien los sabía el Libertador cuando afirmó en el mensaje al Congreso Constituyente del Bolivia en 1826: "La soberanía del Pueblo, única autoridad de las Naciones", Lee que algo queda.



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Enoc Sánchez


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