Es posible me equivoque, pudieran ser "vapores de la fantasía", como dijo Andrés Eloy, pero Brownfield, quien fuese embajador de EEUU en Venezuela, tiene cara de esos que siempre carga la carterita "Ful" pegada al pectoral. Eso es una costumbre muy arraigada en su país, que personajes tan importantes como senadores, por ejemplo, en plena cámara saquen su carterita y se echen su guataracazo. Brownfield, por su cara no sólo parece de esos sino que no hace diferencias entre día y noche, espacios y menos en días de la semana. Dije que parece y advertí que pudiera equivocarme, pues me guían las costumbres de ellos, como dije y la brillante cara del personaje. Pero no me equivoco al asegurar que el tipo, aunque nunca se eche un palo, sí procede en la política y la diplomacia como si estuviese todo el tiempo borracho. No coge el equilibrio, el mínimo y sus consejos suelen conducir a quienes le tomen en serio y como consejero al fracaso. ¿Cómo atinar el objetivo si te mueves de un lado a otro y sin ritmo, accionas con soberbia como para creer que las cosas y la gente se moverán tal como tú crees, sólo por ser embajador de EEUU?
Brownfield se desempeñó como diplomático en Colombia, después de abandonar Venezuela y allá sin duda tuvo un aprendizaje necesario y útil. Esto es significativo, tomando en cuenta que trabajó en la Oficina contra el narcotráfico de su país. Es tan significativo que "descubrió" que Venezuela es territorio del narcotráfico y quienes gobiernan agentes promotores o dirigentes del mismo. Habiendo descubierto esto y como en Colombia la droga no existe, tanto que allá viven incómodos por el relajo que esta impone en la conducta nacional venezolana, se convirtió en personaje de "recto" proceder, que no tira nunca para un lado a menos que le haya dado uso normal a la carterita o a sus atavismos culturales, si es que nunca bebe. Por eso dice y repite aquí y allá, mientras camina como tocándose el pecho para cuidar que la carterita de acero inoxidable esté en su sitio, que las bases que su país tiene en Colombia están justificadas para combatir el narcotráfico que se ha apoderado de Venezuela. Si no fuera por ellas, su país y Colombia estuvieran hartos de tanta droga. Justo por no haberla, allá nunca se decomisan alijos de droga clandestinos o contrabando y menos se detienen a contrabandista alguno, a menos que sean los de siempre. Eso permite que personajes respetables como Uribe, en Colombia, puedan andar como perros por su casa. Los únicos presos por eso que allá en USA hay, son venezolanos que llevan la droga que se cultiva en Caracas, colombianos pero de los de la FARC y el ELN. Veamos como en EEUU no hay gente de allá presa por contrabandear droga y si acaso, alguno que otro, de México, como el "Chapo" Guzmán, por negarse a colaborar equitativamente con la DEA o uno de esos dirigentes de las FARC. Y no los hay porque en ese país ni siquiera se sabe qué es esa vaina. Toda esa droga que de Venezuela sale para EEUU, la decomisa la DEA. "¡No pasará!", dice la DEA y la detiene. Allá no llega. Y desde Colombia, las bases militares que allí erradicaron el cultivo, se encargan de detectar lo que de Venezuela en abundancia sale, que es tanta o más que la de México.
"Menos mal", suele decir Brownfield, "en Colombia hay gente como Uribe y Juan Manuel Santos y ahora Duque, que le dan duro a la droga. Decomisan alijos por cantidades industriales, de esos que Venezuela le manda a Evo Morales y los funcionarios de la DEA en las bases a tiempo los detectan". Tal es la rectitud y equilibrio de William Brownfield.
Cuando estuvo de embajador en Venezuela, por esa rectitud que nunca lo abandona, jamás se inmiscuyó en los asuntos internos del país. Ni siquiera hizo ni un gesto para alentar guarimbas.
Y justo por esa manera estricta y apegada a la Ley y las costumbres que a él distinguen, Chávez le amenazó con expulsarle de Venezuela mientras ejercía la representación diplomática de su país. Y es que los personajes como Chávez, no se sienten bien observados por personas tan estrictas y por demás escrupulosas y cuidadoras del bienestar común como Brownfield y quienes en su país gobiernan.
Esa rectitud, equilibrio y caminar sin zigzaguear, lo ha hecho decir la bella y casi poética frase, según la cual "En Venezuela tenemos que acelerar el colapso". Cuando uno lee esto se le engrifan los pelos. ¡Cuánto de humanitario y cristiano hay en esa delicada frase! A uno le provoca, de una vez, como la Academia Nobel procedió con Obama, darle el Premio por la Paz. Y hasta el premio de poesía y narrativa. Caritas, debería ya, de una vez, mandarle a hacer una estatua. ¡Qué bondadoso y genial personaje! ¡Cuánto de protesta hay en ello por la necrofilia que anida en quienes a él se contraponen!
Ahora entiendo perfectamente por qué la oposición venezolana está tal como está. No podía estar de otra manera habiendo sido asesorada y hasta guiada en los detalles por un tipo tan sutil, refinado y perspicaz. Uno se rebanaba los sesos, lo poco que tiene, condición natural de uno teniendo en abundancia genes de los primigenios habitantes, mientras Brownfield está lleno de buena marca y además formado en una llamada "Escuela de Guerra", lo que de por sí es refinado, lo que bastante lo define, por qué esa oposición "made in Venezuela" es tan asertiva. ¿Por qué las pega todas y hace todo siempre lo que debe hacer siendo de aquí? ¿Por qué no se les derrama el vaso? La respuesta es obvia, la formó Brownfield. La perfeccionó en el arte de hacer política. Siempre con la carterita sujeta al pecho y dando los bandazos que hacen ver al mundo distinto como es.
Por eso, por lo equilibrado, Brownfield, dando una bella lección de humanismo y humanitarismo, quiere ayudarnos y hacernos "la vida más sabrosa", acelerando el colapso. Algo así como que para salir de esta pea, voy a meterme la carterita de un solo taparazo. ¿Qué espera la Academia Nobel?
Se dice que por el maestro se juzga al alumno. La oposición ha sido como le enseñó su maestro. ¿Qué le enseñó? ¿Odiar a su propio país y su gente? ¿Es digno de seguir su ejemplo? ¿Por qué no le dejamos vaya a dormir su pea?