Decir que se redimensionan los efectos de la agresión de EEUU contra los venezolanos para justificar y hasta exculpar una dirigencia que no ha estado a la altura quizás no sea exactamente lo justo. ¡Pero que vuelan, vuelan! Porque esa amenaza no sólo existe, siempre ha existido, sino que ahora viendo al gobierno venezolano debilitado, en buena medida por su ineficacia, falta de planes y hasta excesiva permisibilidad y corrupción, toma mayores proporciones y hasta se hace más atrevida. Pero tampoco parece justo eso de admitir las dificultades y acompañarse de una exculpación fría, tímida, insustancial y sin efecto alguno. Como eso de, "si es verdad, hay ineficiencia, burocratismo y hasta desatada corrupción, pero los culpables no son los que parecen sino otros y cuidado con el coco". Porque además, quienes incurren persistentemente en esos vicios nadie les ve, les busca y menos les hallan. Basta con la denuncia que es como un gesto teatral dirigido a las tribunas. A ese límite llegan, pues no hay responsables; son pecados sin pecadores. De ese proceder se vale Rafael Ramírez para hasta ofrecerse como potencial salvador y candidato futuro. Como carajito que no ha roto un plato. Los errores y faltas por él cometidas fueron convalidados por quienes siguen gobernando y es más, nadie les ha puesto freno porque juegan en el mismo equipo y con las mismas armas. "Estamos de acuerdo en que Maduro es el problema y en que debe dejar el poder, pero eso no justifica la agresión". Esto dice Rafael Ramírez. Por eso, unos y otros, coinciden en lo mismo, "si, se cometieron muchos errores, de eso no hay duda, pero por encima de ello está la agresión de Estados Unidos y hay que salvar la patria en peligro". Es una manera no muy sagaz, que nos cree infantes, para exculpar a quienes debieron ser sustituidos y como para que sus nombres y culpas no se relacionen. Se pasa por alto que la estrategia de la agresión suele fundamentarse en las grietas y serias debilidades derivadas de los errores cometidos en el tratamiento de problemas económicos de distinta naturaleza, mal manejo de las alianzas entre partidarios del cambio y hasta acerca de la concepción de partido que predomina y se practica. "Si, se han cometido muchos de esos errores, nadie los omite", se suele decir, una y otra vez, como lo hemos hecho hasta aquí, pero seguimos como veníamos y con los mismos. ¿Y qué? Como un intento de imponernos la misma línea y los mismos ejecutores. Incluso hasta se trata a responsables de primera magnitud como si fuesen héroes y dignos de eterno reconocimiento.
Hay un proceder y discurso, que quiero creer de buena fe, por las personas que en ello participan, según los cuales, pese la amenaza que se cierne sobre los venezolanos todos, incluyendo gente de quienes hasta radicalmente se oponen al gobierno, que pretende justificar y hasta quiere tapar errores, omisiones, culpas para que no haya culpables y lo que es peor, quienes pudieran serlo sigan en el rol de dirigentes.
Incluso hay quienes denuncian y se lamentan, hasta un límite que uno cree llegaron al extremo, ya no resisten más y de repente vuelven con el mismo discurso, casi como que los errores de quienes han gobernado son insustanciales, tanto que los vuelven a enunciar sin fuerza o con desgano. Y hasta enfáticamente tienden un manto protector sobre quienes sin duda deberían, por lo menos, ser de los primeros sospechosos de responder por lo mucho acontecido. En estos casos, a la gente por lo menos se le suspende hasta que todo quede claro.
Vayamos a un ejercicio simple para intentar acordarnos. Si, se cometieron errores garrafales, los mismos que ya hartamente se han denunciado, ¿se está haciendo algo sustancial para corregirlos? Los hechos muestran que no. ¿De las tantas fábricas expropiadas, básicamente para proteger a sus dueños que las llevaron a estado de quiebra, qué de importante se hace para rescatarlas o hacerlas productivas? De esto se podría hacer una enorme lista que no sólo denuncia un viejo error sino una persistente desidia y eso debe tener, es como muy elemental, responsables que no se pueden perdonar o justificar diciendo que "son unos camaradas rodilla en tierra y peor es lo que nos hacen y harían los gringos".
Si es verdad. EEUU intenta despojarnos de nuestros recursos y hasta de la patria misma. Pudieran, eso no es descartable, desmembrarla para someterla con más facilidad y hasta desarrollar un plan para ponernos a los de una región contra otra. Eso es cierto. Es bueno que el país se prepare para enfrentar o disipar ese peligro. ¿Pero cómo hacerlo? ¿Tal como estamos y manejamos nuestras relaciones internas, donde la división avanza velozmente y la promoción del odio nos corroe, el hambre nos hace perder la sindéresis y equilibrio, podríamos detener y derrotar esos planes? ¿De verdad, contamos con la mejor dirección para el desarrollo de las tareas que demanda el momento? ¿Nuestra diplomacia para el manejo de las relaciones internas con todos los factores es la más apropiada? ¿Ha dado a lo largo de estos años pruebas de ello? ¿Por qué nuestros analistas, como Julio Escalona, Luis Britto, por sólo nombrar esos dos, que sugieren muchos, no ponen de su parte para discutir estos asuntos? Sin duda harían un gran aporte, mucho mejor que el que ahora hacen.
¿Acaso uno escucha a la dirección que gobierna, empezando por el presidente, porque pareciera que él mismo y mucha gente, dice y hace como para que uno crea que hay un soberano en Miraflores, exponiendo algún plan para salir de este atolladero? ¿Basta escuchar cantos de guerra que nos aseguran la victoria en los campos de batalla, mientras nada nos dicen de lo que se hará para revertir la situación económica? ¿Para este fin o logro es indispensable ir a una guerra donde, por lo forma como se borda el asunto, la mitad de los venezolanos saldría a matar a la otra con la ayuda de las fuerzas imperiales? ¿Si ganamos esa guerra, donde todos los cadáveres serían nuestros y que pareciera tener partidarios entre los venezolanos, que haríamos después, seguir en lo mismo y con los mismos?
Parece evidente pues hasta gente como Julio Escalona lo admite, que el "Programa de Recuperación y Bienestar Económico", con su extraña y nada ortodoxa forma de abordar el asunto del salario por un grupo que se define de izquierda y dentro de un modelo capitalista y los "Precios Acordados", derivó en un absoluto fracaso. Y ante eso, el presidente, dicho así porque quienes gobiernan son los primeros en empeñarse en convencernos que por encima de todo está Maduro, sólo parece quedarle lo de "Venezuela bella", un programa de reparación de las ciudades, lo que debería ser lo habitual y cotidiano. ¿Es, a través de eso y con discursos grandilocuentes, cómo vamos a derrotar el enemigo, quien hasta pudiera no invadirnos nada, sino generar falsa expectativa para que el deterioro se acentúe y particularmente por la desidia, falta de creatividad y hasta la solidaridad mal entendida? ¿Nuestra hambre colectiva, hambre de comida, no es una frese hueca, se acaba con esos discursos de epopeya?
La buena gente en quien uno ha creído piensa podemos conformarnos ella nos diga, después de los discursos contra el imperialismo, las agresiones y nuevas amenazas de Trump, sin señalar responsabilidades concretas del lado del gobierno, sino seguir en lo de "sabemos se han cometido errores", y cosas como que "Lo dicho no significa que con las denuncias relacionadas con la quinta columna, la corrupción, la burocratización y la ineficiencia, etc., hagamos borrón y cuenta nuevo. Todo lo contrario. Seguiremos adelante y haremos frente común con los sectores populares que consecuentemente mantengan estas críticas."* ¿Acaso no se convencen que a quienes gobiernan eso les trae sin cuidado?