Uno, dos, tres, cuatro y, no pare de contar y siga que, ahora es cuando tiene que contar billetes y, el mundo pataparriba con los ojos más perdidos que los hijos de María Lionza y, yo que creía que Trump era un bien parido y, que amaba al mundo: primeramente con su poder avasallante que, lo que más bien da es lástima, sin sentir ni padecer por el pueblo mexicano en fila vive pidiendo una colita que lo lleve al sueño americano y, toma tu muro que a ustedes ni de cerca ni de lejos, latinos asquerosos, bichos apestosos que enjaulados se ven mejor y, mejor es muéranse de hambre, pobres flojos y, Dios arriba, viendo para bajo y no actúa. ¿Dónde está Dios, carajo? Y esa indiferencia. O será que ellos no tienen Dios que no sea el Dios dinero, su Dios capitalista. ¿Y yo que creía ...? ¡Qué vaina con Trump!
Y nosotros aquí en Venezuela sufriendo por ese hijo de Dios que Dios lo guarde y, él transfiriéndole desde el Pentágono ese coñazo de dólares para aislar a los Estados Unidos de esos malvados latinos que lo que van es a trabajar como esclavos a generarle riqueza a ese maldito país que así como tantos quieren irse a vivir allá también hay unos cuantos que lo odian y no por su amor al prójimo, sino por sus vilezas de explotación desenfrenada de sálvese el que pueda que lo mismo da. Y, esa es la democracia ejemplar que ellos le enseñan al mundo que los hace maravillosos que tienen tantos defensores internos como fuera, pero muertos por dentro, encerrados en un paredón de inmisericordia.
Cuántas soluciones no le darían a los terrícolas ese escandalosa suma de dólares a los tantos países que que ellos han robado y explotado que, lo necesitan para matarle el hambre y, darle educación, salud, paz y justicia a pobres como a ricos que los conforman, pero no, lo saludable, lo hermoso, lo grandioso, lo majestuoso es el muro que deje afuera de su ámbito a los que deambulan por sus alrededores buscando trabajo, cooperación, atención para amortiguar la pesada cruz de su existencia que los gobiernos neoliberales de la América pobre, corrompida y diezmada, por corruptos están alineados al poder de los EEUU que giran a su alrededor, tal como son lo son que se arrastran a su capricho económico de recibir órdenes de someter a sus pueblos a la indolencia.
Un millón, dos millones, tres millones, cuatro millones, ¡no pare!, ¿o acaso no sabe contar? Que para llegar a tres mil seiscientos millones de dólares, todos los presidentes de nuestra América con sus excepciones que las hay cuánto no disfrutarían con ellos y, cuánta droga no tendrían que mandar las mafias del narcotráfico colombiano al mundo para recibir tal cantidad. Y sin dólares y sin muro, la vida no puede ser. Ésa es la conformidad del mundo que los gringos sean felices.
¿Pero, Trump estará feliz, orgulloso, magnánimo, rebosante de esa inagotable viveza, por la que ha logrado para su bienestar de presidente inaudito con el pueblo gringo salvado de las vergonzosas inquietudes de los obesos pobres de Centroamérica y algo del Norte de esa carroña infestosa, y cuántos de sus partidarios no lo habrán felicitado por tan ambicioso proyecto? Que, eclipsa al mundo de grandiosidad con un muro que no dejará pasar las tempestades de la perdida ignorancia, de esa gente hedionda, profanadora del sueño del gran sueño americano, América para los americanos coño.
Latinos comemierda, o es qué acaso, ustedes son digo de esa América fundida de placeres a todo dar. Muéranse que morirse es la mejor ofrenda que despertará a los gringos protegidos de ese mundo pobre que nubla a los Estados Unidos que dólares es lo más que hay para comprar con-cien-cia todo lo que tiene precio y se vende que es todo. ¡Qué ése es nuestro mundo y sálvese Dios si puede, que nada puede, ni podrá contra ellos!
¡Qué viva Trump, carajo!