Desde el año 2014, Estados Unidos ha impuesto más de 300 medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela dentro de una estrategia de implacable estrangulamiento económico y bloqueo total financiero que han afectado dramáticamente los derechos humanos de los venezolanos.
Las primeras sanciones de Estados Unidos contra Venezuela se remontan al año 2006, durante el gobierno de George W. Bush, cuando la Secretaría de Estado acusó a nuestro país de no contribuir en la lucha contra el terrorismo. Luego de eso, Estados Unidos limitó el comercio de armas estadounidenses para Venezuela.
Cuando Barack Obama ocupó la Oficina Oval ordenó un nuevo paquete de sanciones, a través del decreto presidencial que declaraba a Venezuela como una «amenaza extraordinaria para la seguridad nacional y para la política exterior de Estados Unidos». Desde entonces, según la cancillería venezolana, las medidas contra Venezuela nos han despojado de más de más de 116 mil millones de dólares, lo que equivale a 6 años de presupuesto nacional.
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En este sentido, el pasado 13 de marzo, el Gobierno Bolivariano denunció ante la Corte Penal Internacional los graves delitos que se estarían cometiendo y que constituyen delitos de lesa humanidad.
La cancillería venezolana presentó evidencias del impacto de las medidas coercitivas unilaterales sobre el decrecimiento de la economía, el aumento de la mortalidad y la desnutrición infantil, el incremento de enfermedades, la reducción de la importación de alimentos, el deterioro de los servicios públicos como electricidad, agua, transporte público, así como casos de muertes de pacientes en Venezuela y el extranjero, sometidos a costosos
tratamientos médicos, que no pudieron ser pagados por el gobierno nacional debido al bloqueo de cuentas bancarias en el sistema financiero internacional.
También se denuncia los impactos del bloqueo y la expropiación de activos petroleros en el comercio internacional del crudo venezolano, principal fuente de ingresos de la república.
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Mientras tanto, la Casa Blanca acentúa la estrategia del colapso económico, el hostigamiento político y la desestabilización socio-emocional en el marco de una Guerra de 4ta. Generación o Guerra No-Convencional contra la Revolución Bolivariana.
Además de las movilizaciones de calle y de las guarimbas que las acompañan, se esperan acciones violentas más sofisticadas, crímenes, sabotajes, desinformación, así como maniobras para fracturar la unidad cívico-militar, entre otras acciones programadas, con el objetivo calculado de derrocar al gobierno del presidente Maduro.
Sin embargo, las salidas o soluciones a la crisis profunda que atraviesa Venezuela, siguen estando en el tablero geopolítico y requerirán de una fase de diálogo, negociaciones y acuerdos, de la mano del Chavismo.
Hoy todavía hay más pueblo con el Chavismo que con la Oposición. La derecha venezolana sufre de muy débiles competencias políticas y simbólicas para cambiar la correlación de fuerzas sociales y culturales que hoy favorecen al Chavismo. Definitivamente, el futuro de Venezuela dependerá más de lo que haga el Chavismo que de lo que pueda hacer la oposición.
Tomado de: Hinterlaces.net