Nuestra América pende de la unidad y conciencia de los pueblos

Desde 1492 cuando se genera la "primera ayuda humanitaria" que arrasó con poblaciones y culturas enteras (se estima que fueron masacrados más de 80 millones de seres humanos, entre niños, niñas, adolecentes, jóvenes, mujeres, hombres y abuelos), Europa proyecto un tipo de desarrollo que le permitió llegar a ser lo que hoy es, pero a costa de nuestros pueblos.

El asunto no es que exterminó y empobreció solo a una parte de la humanidad, sino que el tipo de desarrollo que produjo la modernidad occidental hoy está destruyendo las dos únicas fuentes a partir de las cuales es posible producir y reproducir cualquier forma de vida: la naturaleza y el trabajo humanizado.

Luego, los fundamentos del conocimiento desde los que habitualmente partimos no son los nuestros, sino que son conceptos muchas veces con una fuerte carga de eurocentrismo, de la que no nos damos cuenta. Por eso es necesario volver a pensar, pero no desde el horizonte histórico y cultura que genera el problema, que es la modernidad, sino desde la perspectiva histórica que la modernidad sistemáticamente negó, encubrió, excluyo y empobreció.

Es en NuestraAmérica donde se puede ver de modo más evidente las consecuencias nefastas que para la humanidad ha producido la modernidad y por las que afirmamos que la modernidad como proyecto de vida es inviable y no factible para la especie humana. En nuestro caso, el futuro no es de la modernidad, ni está delante, sino atrás, se trata de darle la cara a lo que siempre le dimos la espalda. La colonialidad también consiste en creer que esta realidad que el colonizador sembró, es la única que posee el colonizado, que más allá de esa realidad no hay más. La modernidad ha encubierto nuestra historia, y a partir de esa historia negada ´podemos empezar a descubrir el carácter ideológico del discurso científico o filosófico de la modernidad. Debemos develar la estrecha relación que existe entre la modernidad como proyecto de dominación concebida como paradigma universal de conocimiento, a partir del cual la modernidad europeo- occidental se relaciona con la humanidad en términos de dominación, es decir, su conocimiento, su saber y su ciencia como si fuera lo único.

Ser sujetos pasivos, acríticos, ante las agresiones del opresor nos convierte en presa de su dominio. ¿Hasta cuándo vamos a continuar considerando al planeta como una bola que se armó como una suerte de rompecabezas: por trozos? Esa visión suele minimizar a los pueblos que han sido reseñados del "nuevo mundo", una rotulación que no encaja en la historia universal de la aparición de la especie humana en la Tierra, pues para el año 1492 NuestraAmérica se había forjado hace 15 mil años atrás.

Sin embargo, Europa aparece como centro y motor de la civilización. Cuyas raíces no van más allá del Renacimiento difundidas en el siglo XIX. Tras esta visión se disimula un desprecio hacia las demás culturas presentes desde tiempos antiguos. Europa tomó de China la imprenta, la pólvora, la brújula, el mecanismo de relojería, la cartografía cuantitativa, etc., los chinos descubrieron el acero en el siglo II, inventaron el papel en el VI, la imprenta en el VIII, la pólvora y el papel moneda en el IX. Además, la arquitectura naval china, ya para antes del XV, era la más avanzada del mundo, existiendo evidencias de que los chinos habían descubierto a América y la cartografiaron en un mapa de 1421, Colón la tomó, 71 años después, e hizo su eufemismo "descubrimiento" del "nuevo mundo" apoyándose en estos mapas chinos. Igualmente China, en pleno siglo XIX (hasta 1870), producía tanto acero como EEUU e Inglaterra juntos.

Asimismo está la existencia histórica de otras ciencias y tecnologías no europeas (ciencia del pretérito Egipto, agricultura africana, astronomía dogón, matemáticas mayas, arquitectura y técnicas de riego azteca y paremos de contar). En esta colonización mental de la cual hemos sido objeto, la interdependencia de los "distintos mundos", a pesar de que ha sido un desarrollo común "el primer mundo" es el accionista mayoritario. La verdad histórica es que las revoluciones industriales fueron posibles debido a la explotación de los recursos de los territorios colonizados y a la explotación del trabajo de los esclavos. Lo cierto es que ese "viejo mundo" tiene en su haber millones de millones de niños, niñas, adolecentes, hombre y mujeres, abuelitos, masacrados, y el hito haber arrasado con culturas milenarias.

El capitalismo como proyecto de vida es inviable y no es factible para el sustento de toda forma de vida, es destrucción y muerte. Ahí está la globalización como una de sus facetas de cataclismo que implica no sólo el objetivo de un gran mercado universal marcado por las pautas del liberalismo más salvaje, sino un control total de las conductas, impidiendo la simple posibilidad de insinuar o diseñar o practicar la disidencia, asumiendo a la vez un ecologismo productivo y convergente con sus intereses.

La Madre Naturaleza es el mayor obstáculo para el futuro inmediato del sistema de libre mercado, y no puede ser tratada como una adversaria. El capitalismo está ciego ante el progresivo deterioro de los hábitats. Es inminente el peligro ecológico y mientras menos se hable de él, mejor. El capitalismo trata el consumo de los recursos naturales como si fueran ingresos y contribuciones al crecimiento. El aire, el agua, la tierra y los bosques son considerados bienes gratuitos, no se reconoce ni se calcula su valor en función a su extinción.

Este es el nudo gordiano en el que se debate todo nuestro proceso de cambio, entre convertirse en otro proceso emancipatorio más o volverse un auténtico proceso revolucionario. Ya que varios de estos umbrales que amenazan la vida son conocidos: el calentamiento global, la desaparición de la capa de ozono, el colapso de las zonas pesqueras, la presión extrema sobre los límites de la biosfera e incluso sobre la capacidad del planeta para sostener la especie humana. El avance de la tecnología puede retrasar este proceso, pero no puede detenerlo. Son muchas las señales que indican que el competitivo sistema capitalista están haciendo que se sobre pasen. Allí está la frecuencia cada vez mayor con que se desatan fuertes tormentas tropicales, que los científicos asocian al calentamiento global. También está presente la delincuencia a gran escala socavando la actividad económica. Se calcula que las economías paralelas basadas en el narcotráfico, el contrabando de armas, el blanqueo de dinero y la corrupción, mueve billones de la chatarra del dólar. Los umbrales son apocalípticos y el tiempo apremia. Las subjetividades no pueden vencer al género humano.

Hasta tanto el barril de pólvora que representa la derecha fascista no sea abolida, en esta Venezuela será imposible hablar de paz social. Aquí no se trata del viraje de la historia o su desvío, se trata de desechar, de arrasar las viejas clases, el viejo poder constituido, las viejas estructuras represivas. La misión histórica de la burguesía en Venezuela concluyó, es una clase que la alimentó el peculado y hoy se mantiene atizando la violencia, inoculando el miedo a través de la canalla de los medios de comunicación social privados y con una suerte de astucia que tiene su caldo de cultivo en los disociados sicóticos.

Sin embargo, la realidad inocultable ofrece también que su dominación cada vez se debilita más y está desapareciendo y está siendo superada. Por tanto, les corresponde a los trabajadores y trabajadoras, a los obreros, al campesino, a los artesanos, pescadores, es decir, a la clase explotada y subyugada resolver el conflicto y poner el modo de producción de acuerdo con el desarrollo prodigioso de las fuerzas productivas hacia la superación decisiva.

Es irreal soñar con un socialismo que triunfe sin luchar. Y el socialismo sólo se convierte o transforma en una fuerza cuando se asume como objetivo en la lucha política de la clase trabajadora. Bolívar alertó sobre 300 años de dominación y privación del derecho y la justicia, a lo que se agregan 200 años más, acaso ¿no es esto suficiente?

No podemos continuar echando hacia atrás la rueda de la historia. En esa historia los esclavistas sometieron a los esclavos, durante el feudalismo la nobleza sometió al campesino siervo y ahora durante el capitalismo se instauró desde el siglo XVIII una explotación desmedida e irracional, cruel y asesina, de hombres, mujeres, niños y niñas, un sistema rapaz que a lo largos de ciento de años ha actuado sin misericordia alguna exterminando a los pueblos. Un Ser-militar cuyas anclas ontológicas son el honor, la equidad, la solidaridad, la responsabilidad y sentido de justicia social, todo ello orientado al bien común, para el fortalecimiento del Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia, y quien pueda bridar la mayor la suma de felicidad al Pueblo, tal como lo soñó el Libertador Simón Bolívar.



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Alberto Vargas

Abogado y periodista, egresado de la UCV, con posgrado en Derecho Tributario y Derecho Penal. Profesor universitario en la cátedra de Derechos Humanos

 albertovargas30@gmail.com

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