Se define teoría de la conspiración, aquella que pretende explicar la causa última de un suceso, por lo general un hecho político, social o histórico significativo, como resultado de una trama secreta realizada por una alianza encubierta de grupos de poder económico y político. El término se usa popularmente, para señalar una serie de acontecimientos políticos públicos y notorios, cuya sucesión en el tiempo estarían relacionados y conectados, cual momentos predeterminados cuya función sería fraguar un objetivo preciso. Como ejemplo, podemos recordar los hechos anteriores al 11, 12 y 13 de abril del año 2002, que gestaron el golpe de estado al Presidente Hugo Chávez Frías. Tal y como ya ha sido argumentado y documentado por Eva Golinger en su libro “El Código Chávez”. Golinger en dicho libro y en sus actuales artículos y entrevistas, sostiene la permanente militancia conspirativa de grupos adversos al Presidente Chávez, grupos conspirativos tutelados por instituciones públicas norteamericanas que estarían dispuestas a boicotear las elecciones e incluso propiciar una invasión al país. Ante estas posibles amenazas el pueblo podría apoyarse en la inteligencia social.
Aquí entenderemos por inteligencia social, las dinámicas que involucran el desarrollo colectivo del ser humano en diálogo con su entorno social, político, económico y cultural en general. Se entiende entonces, que la inteligencia social implicaría la capacidad humana asociativa y para la organización que permite a los grupos sociales comprender, entender y jerarquizar los hechos y la vida cotidiana en la cual conviven, como condiciones de posibilidad o limitación para la toma de decisiones determinantes en su proceso social.
La inteligencia social estaría entonces referida a la experiencia y a los saberes acumulados por las comunidades y los grupos sociales, que se expresan en estrategias de sobrevivencia contra aquello que los afecta negativamente. Por ende la inteligencia social promueve la resistencia, el combate y el legado histórico de los grupos marginados, rebeldes, contestatarios y revolucionarios de todo pueblo soberano, esto es, la inteligencia social se expresa desde la gente y desde lo cotidiano.
Cuando la inteligencia social se asocia con los espacios institucionales del Estado Nación se redimensiona y cualifica, exigiendo a las instancias gubernamentales un modo de operar fundado en el concepto transversal de ecología social (todos ganan y nadie pierde), con lo cual se establece el criterio de que jamás la inteligencia social debe ser empleada en contra de los propios ciudadanos. Esta dinámica puede aplicarse a lo que definiremos como “inteligencia social institucional”, cuyo lugar de desarrollo es el barrio, la urbanización y el condominio entre otros. Practicada por el Estado Nación, la inteligencia social institucional para alcanzar una acción colectiva más eficiente y eficaz, se asocia con la gente común en sus espacios de vida y trabajo, para impulsar y decantar, información, comunicación y procesos que generan y demandan las instituciones y sus ciudadanos para alcanzar las aspiraciones o metas propuestas. Así la institución pasa a ser una organización inteligente en sentido estricto, esto es, aprende de su entorno en intercambio con sus conciudadanos.
Modelos aplicados de Inteligencia
La inteligencia social y la inteligencia social institucional han desarrollado históricamente formas de expresión, que intentan dar respuestas más o menos coherentes a cada una de las demandas que emanan de su relación con la realidad. Estas podemos resumirlas en:
1-Inteligencia institucional o policial: resume dinámicas gubernamentales que pretenden garantizar la seguridad de Estado a los gobiernos y sus órganos de administración de políticas públicas. Abarcaría la prevención, la contrainteligencia, la vigilancia y la seguridad de Estado en general.
2-Inteligencia de crisis o contingente: persigue desarrollar métodos y mecanismos gubernamentales preventivos como respuesta a las variables coyunturales de desestabilización social propias de toda dinámica social.
3-Inteligencia estratégica: centrada en el estudio de la gobernabilidad, privilegia el consenso, la participación, la comunicación, la pedagogía, el control compartido, la transparencia de gestión, las formas alternativas de conducción, la legitimidad y eficacia. Esta inteligencia es propia de instancias gubernamentales responsables del análisis, la planificación, la gestión y evaluación estratégica.
4-Inteligencia social o de la calle: connotada también como revolucionaria o popular, se inclina al logro eficiente y oportuno de la reorganización social en aras de consolidar su carácter de resistencia, de sobrevivencia comunitaria y de contraloría social. Es propia de las comunidades populares, los ciudadanos librepensadores y los grupos llamados de izquierda progresista.
5-Contraloría social: persigue articular mecanismos públicos para el control y seguimiento de una gestión gubernamental por parte de los ciudadanos comunes, aplica un método institucional y organizacional con resultados pertinentes y de calidad. Actualmente está siendo ensayada en nuestro país por muchas comunidades populares, Consejos Comunales y por otras figuras de organización ciudadana de base.
La unificación de la inteligencia social y la inteligencia social institucional, en otro nivel que definiremos como inteligencia social de base, es una realidad creciente en el desarrollo de la nueva institucionalidad revolucionaria y bolivariana en nuestra nación. Lo cual se evidencia en la normalización y generalización de las salas de análisis del entorno, conocidas como salas situacionales, en el análisis estratégico impulsado por contralorías sociales y en distintos órganos de la administración pública, así como por la unidad de Contraloría Social como órgano contralor propio de todo Consejo Comunal. Con ello la inteligencia social no se anula ante la inteligencia institucional, sino que ambas se complementan, fortalecen, y actualmente juntas se esfuerzan por alcanzar los objetivos emanados del Plan de Desarrollo de la nación 2000-2007. En relación con esto emerge la contraloría social como herramienta para elaborar inteligencia de gestión de y desde la nueva ciudadanía bolivariana.
Tareas de toda Inteligencia social
Lo expuesto hasta ahora implicaría que toda inteligencia social no debería obviar las siguientes tareas:
1. Diagnosticar: recopilar, organizar, registrar, inventariar, jerarquizar, ponderar y relacionar las características de cada realidad desde la perspectiva de las comunidades. Además recoge necesidades, expectativas, potencialidades y fortalezas propias de las regiones.
2. Analizar: relaciona y fusiona individual y colectivamente, la información calificada como conocimiento, experiencias y saberes.
3. Comprender: el significado de cada contexto para la resistencia ciudadana y el seguimiento de las políticas públicas.
4. Actuar: interactuar con la realidad según la especificidad de la misma, ya que la realidad no es uniforme. Dicha actuación puede clasificarse en:
4.1. Actuar preventivamente: desarrollar la capacidad de anticipar el comportamiento de actores, ejes, instituciones y políticas públicas en una realidad local a través de la proyección de posibles escenarios.
4.2. Actuar disuasivamente: generar prácticas y cursos alternativos de acción para las políticas que se prevé, puedan gestar resistencias por incomprensión de las bondades que conlleva.
4.3. Actuar de modo coyuntural: dar respuestas inmediatas a situaciones que afecten los intereses de los movimientos populares, sociales y revolucionarios.
4.4. Actuación proactiva: ejecutar propuestas de interés social que desnuden a los sectores reaccionarios de la derecha y sus planes a corto y a largo plazo. Es necesaria para la reelaboración constante de la agenda colectiva de los sectores populares, para elaborar el diagnóstico, el análisis y la comprensión de la realidad.
5. Transformar: supone interactuar con la realidad para cambiarla, para moldearla según el ritmo y consenso de los actores sociales revolucionarios y las formas asociativas comunitarias.
6. Evaluación compartida: Revisar con la gente para desmitificar el Estado, buscando apreciar y redescubrir la superioridad de las formas colectivas y comunitarias de ponderación, ante la evaluación individual o burocrática formal.
7. Gestión colectiva: socializando los procesos inherentes a la gestión de políticas públicas, promueve el reconocimiento práctico y concreto de la igualdad de todos los ciudadanos, el estado de derecho que funda dicha igualdad y el sistema político de democracia participativa y protagónica que la proyecta.
8. Promoción: de las potencialidades, capacidades y voluntades presentes en las comunidades. Procura además, que las instancias gubernamentales acepten el trabajo mancomunado con las comunidades y localidades como lugares privilegiados para la elaboración y gestión de las políticas públicas.
9. Garantizar la memoria histórica: para los explotados, los marginados, oprimidos y excluidos el pasado está reflejado en el presente por el recorrido de confrontaciones entre los paradigmas de liberación y los paradigmas de opresión. La síntesis de este recorrido proporciona cohesión, contexto e insumos intelectuales a las comunidades populares.
Hacia una Inteligencia Social de base
La inteligencia social de base supone para las comunidades, para los analistas y para los responsables de políticas públicas entre otros, una aproximación a la realidad como construcción permanente en medio de dinámicas constantes y cambiantes. Se descartan los determinismos y una proyección única sobre el futuro, donde las contradicciones sociales son apreciadas como expresiones que propician consensos. Es decir, para la inteligencia social de base la realidad social no es un producto acabado, sino de primer orden para el fomento de una adecuada y permanente relación entre instituciones y contexto, entre ciudadanos y gobierno, para garantizar la gobernabilidad revolucionaria.
Las políticas públicas desde la inteligencia social de base se entienden como representaciones, síntesis discursivas para ejecutar acciones, cuya viabilidad dependerá del consenso y tolerancia que expresen, como resultado de la participación activa amplia y protagónica de los actores sociales y las comunidades organizadas.
La participación ciudadana impacta e incide el contexto local, nacional e internacional, cuando los ciudadanos se involucran en los asuntos colectivos a través de formas asociativas diversas y combinadas, que fluyen por múltiples canales de comunicación entre gobierno y comunidad. Estos canales elaboran la síntesis de conocimientos, saberes y prácticas emergentes gestadas al calor del pueblo, en la resistencia a las formas de discriminación y en la construcción de espacios de autonomía entre otros.
En esta perspectiva, el modelo político de la República Bolivariana de Venezuela se reinventa a diario a través de una dinámica constituyente continua, innovadora y creativa. El poder constituyente aparece con una fuerza transformadora permanente, que desarrolla y hace vida la democracia dibujada en La Constitución Bolivariana de 1999. Pero que se está construyendo en lo cotidiano, se está elaborando en nuestro actual momento histórico mediante la interacción que comparten la coincidencia o divergencia de intereses, necesidades, expectativas y resistencias comunes entre los ciudadanos y su gobierno.