Los jerarcas de Estados Unidos pasaron de la permanente y ya fastidiosa “preocupación” por todo lo que hace el gobierno venezolano, a la “vergüenza” por la violencia privada estudiantil. Habían tardado demasiado en mostrar el papel que juegan en las “espontáneas” protestas de los estudiantes “manos blancas”. La careta con las barras y las estrellas ha caído.
En Santiago de Chile, el vocero del Departamento de Estado, Sean McCormack, declaró que los hechos ocurridos en la Escuela de Trabajo Social de la UCV, eran “vergonzosos, espantosos y preocupantes” y calificó de “criminal” al gobierno del presidente Chávez. Lo afirma precisamente la administración gringa que ha causado un millón de muertos civiles en Irak
McCormack apoya así a los alumnos oposicionistas que mantuvieron cercados a unos 120 estudiantes bolivarianos en esa escuela, a la que prendieron fuego para asfixiar a quienes permanecían secuestrados. Por pura coincidencia, el mismo día se pronunciaban contra nuestro país las organizaciones “no gubernamentales” Amnistía Internacional y Reporteros Sin Fronteras y sin escrúpulos.
De inmediato, en la XVII Cumbre Iberoamericana de jefes de Estado y de Gobierno, el canciller Nicolás Maduro denunció que “no hay ninguna duda en cuanto a que la administración de George Bush tiene sus manos metidas en el montaje de toda esa tramoya que ha dado como resultado la emboscada del día de ayer”.
Todo está sospechosamente sincronizado, incluso la proclama del general Baduel. Sólo que el acto del oficial ex chavista resultó, para ellos, una decepcionante burbuja de jabón. Al día siguiente, el general estaba colgando de la brocha, rechazado de plano por los bolivarianos y bajo el recelo de la oposición. Su lanzamiento político pasó como un celaje.
Los meses previos se había dado un proceso de desabastecimiento que, suponían, provocaría un estallido popular y una ola de saqueos tan pronto las universidades privadas, instigadas por sus autoridades y propietarios, iniciaran el incendio del país. Nada, los barrios populares en efecto salieron, pero para apoyar la reforma y a quien han hecho su único líder, el presidente Hugo Chávez Frías.
En Caracas, todas las universidades empresariales tienen el problema algo más que geográfico de estar rodeadas por barrios populares, gente profundamente bolivariana si la hay. La sensatez les recomienda no estar echándole gasolina a esa parte mayoritaria de la población, tan apostrofada con todos los epítetos imaginables por esa oligarquía y sus medios. No molesten al que está tranquilo, aconseja el viejo y sabio refrán.
Diciembre está aquí y ya suenan las gaitas, aguinaldos y villancicos. El pobre y el paisano de bien con algo o mucho de recursos no se dejarán quitar su navidad y fiestas de año nuevo como ocurrió en 2002. Los desestabilizadores de hoy que son los mismos de ayer no podrán contagiar e imponer su enfermizo odio al noble pueblo venezolano, por mucha “vergüenza” que sientan los carniceros de Bagdad y Afganistán.
En cuanto a las protestas, nunca sector estudiantil alguno recibió mayor como abrumador despliegue mediático. Esta es su fortaleza (virtual) y su insuperable debilidad. Luego, se difumina el espejismo. Este ha sido el nudo gordiano, tan fácil pero al parecer tan difícil de cortar, de la oposición venezolana.
Tampoco sirven a la organización de la juventud el apoyo de ONG financiadas por la CIA ni el de “avergonzados” funcionarios gringos como el inefable Mc Cormack. Los movimientos estudiantiles nacen del trabajo por la base, el tesón y, anótenlo, el sacrificio. Lo demás es reality show, pasajera fama, curita y casting.
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