En “La Batalla de Santiago de Chile”, recientemente librada el pasado 10 de noviembre, en ocasión de la XVII Cumbre Iberoamericana de jefes estado, de gobiernos y de un rey, donde se dio, una vez mas, la solapada confrontación entre el norte y el sur, desnudada por el indio, Comandante Daniel Ortega, salieron a relucir, las aberraciones de un mundo que dice ser lo que no es, ante la observancia atónita de millones de hombres y mujeres a los cuales pretenden convencer de todo lo contrario, de lo que ven y oyen a través de esa otra herramienta de dominación, develada al escenario mundial, por el proceso venezolano, no siendo mas que la guerra mediática en curso. Y en donde el señor Juan Carlos de Borbón, investido de su medieval condición de monarca, rompió nuevos diques en Europa, permitiendo que La Revolución Bolivariana se adentre mas, hacia su interior, haciéndolo nada menos y nada mas, que por la puerta del mas añejo fascismo, la anacrónica realeza española. Y es que el rey con su voz imperial, mandó a callar en principio, a los 90 millones de indios exterminados por la guerra de colonización, emprendida por su imperio, hace 500 años, y en segundo lugar a los 513 millones de herederos de esa portentosa historia que hoy hablan a través de el verbo combativo del Comandante Chávez, permitiendo de esa forma grosera, poner en el tapete de la discusión mundial, el reclamo de los pueblos oprimidos de hoy, que tiene mucho que ver con la guerra de resistencia mas larga de nuestro tiempo.
Esta batalla fue ganada por muchas razones, entre otras, porque el terreno en que se da, es el de las ideas, como bien lo plantea La Revolución Bolivariana, y en el se puso de manifiesto la intolerancia del imperio, “No venimos a escuchar sino a ser oídos” parecen decir sus representantes. Además de dejar bien claro su supremacía, al formular recetas, diagnosticar fracasos y defender a ultranza a los fascistas que se mueven por el mundo en procura de cortar el avance de la revolución latinoamericana.
Pero la gran guerra la sigue ganando el imperio, porque aun cuando el Comandante de los indios, El Presidente Chávez, le haya arrancado unas palabras al heredero de los asesinos, después de 5 siglos de silencio, solo para decir “¿Por qué no te callas?”, hace la denuncia en la lengua del dominador, al igual que lo hace Guaicaipuro Cuauhtémoc, cuando escribe esa impresionante carta, discriminando lo que nos deben en materia de los ingentes recursos expoliados. Ello nos pone en desventaja, pues el esclavizado no debe comunicarse a través de los códigos del esclavizador, al hacerlo fortalece aquello que combate (admitiendo que este texto incurre en el mismo error por ignorancia).
El Comandante nos devolverá la independencia política. La Revolución Bolivariana esta dotada de todos los atributos como para lograrlo. Tenemos garantizado el triunfo en este escenario, pues la razón nos asiste, todas las batallas en este sentido estarán libradas a nuestro favor, pero la independencia cultural, donde se crea el espíritu impenetrable de las naciones, solo la podríamos lograr, haciendo florecer la potencialidad creadora de los pueblos, ese vigor indetenible de los colectivos cuando se interpretan así mismo con su propio sistema de comunicación, su propia lengua.
Cuando la España emprendió la reconquista de su territorio que estaba en poder de los árabes, en el siglo XI, lo hace teniendo como lengua, a un incipiente castellano. Esa monumental tarea tiene una historia que no podemos desestimar, sobre todo en aquello que concierne a las acciones que se tomaron, incluso hasta por medio de ordenanzas, para decretar al castellano como la lengua oficial; y no podía ser de otra forma. Si la lucha por desterrar a los musulmanes, se hubiese librado en árabe, todavía hoy se estuviera combatiendo sobre los cantábricos, en nombre del Mio Cid.
Alguien, en alguna oportunidad, en esta parte del mundo, preguntó: ¿Desarrollarnos para qué y para quienes? En una clara alusión al equivoco de la carrera desarrollista, es una huida hacia delante, en donde entre mas utilizas el modelo copiado, mas adentro te introduces en la cueva del opresor. El imperio de todos los tiempos, impone su cultura, destruyendo cuanta encuentra a su paso, y la mejor manera de hacerlo es a través de la lengua.
¡Déjennos inventar! ¡Estamos inventando nuestros propios modelos! responde El Comandante a la torpeza del rey, evocando al atinado camino robinsoniano cuando sentencia ¡O inventamos o herramos!, abriendo de esta manera las compuertas hacia la verdadera liberación. Nuestros pueblos deben empujar con todas sus fuerzas la originalidad de sus relaciones, sus líderes deben empezar a comunicar en la lengua de los hombres y las mujeres de maíz, vestirse como tal, con los atuendos de nuestros antepasados. Sus escritores y poetas, sus cantores, sus guerreros y generales de las batallas de las ideas, deben empezar a utilizar la lengua de la gran nación indígena e impulsar de esta manera, nuestra propia espiritualidad y cosmogonía para volver a las sociedades socialistas, única manera, por medio de la cual, la propuesta indoamericana anunciada por Mariategui, tendrá lugar en este universo mundo, no solo como presencia inevitable de estos pueblos, sino que esa misma propuesta pudiera convertirse en la esperanza de un nuevo mundo posible.
El norte cohesionado, en medio de esa inútil cumbre, nos sorprende, a estas alturas de la historia, desunidos, no solo en lo político, en lo militar, en lo económico, sino en lo espiritual, deshechos en la identidad y en desbandada ante los ataques foráneos. Nuestra tarea sin perder tiempo, es unificar lingüísticamente a los pueblos originarios de esta nuestra América para lograr restablecer la gran nación de los también hijos de Bolívar.