“Si ellos nos parecen grandes, es por que vivimos de rodillas”. Simón Bolívar.
Valentonados los lacayos del imperio por los resultados del 2D; por la mal interpretada Ley de Amnistía –haciéndolo ver como “muestra de debilidad”-; por los cambios ministeriales y las posiciones conciliadoras de algunos “revolucionarios”, ahora estos ineptos de esa mal llamada oposición “venezolana” pretenden darnos clases y consejos de economía a través de sus medios de difusión de la información, o mejor dicho: a través de sus medios de desinformación y dominación sobre el qué hacer, proponiéndonos las mismas recetas de siempre: reducción del gasto público (en otras palabras: no más recursos misiones, MERCAL, etc.) y reducción del tamaño del Estado (en otras palabras: eliminación de las misiones; privatización de PDVSA, de la Petroquímica, de las Industrias Básicas; eliminación o privatización de las empresas socialistas -del maíz, lácteas, etc.- y lo fundamental, mayores estímulos a los sectores privados tanto nacional como internacional –transnacionales-).
Consta en registros que, en Venezuela, en los últimos 30 años, no se había registrado semejante bonanza económica que ha beneficiado a todos los sectores del país, especialmente a las clases medias y altas del país (la burguesía “nacional”). El 2007 batió record histórico, caracterizándose por ser el año más lucrativo para estas clases privilegiadas. Para muestra de ello solo bastaría un botón: las ventas de vehículos familiares se han incrementado en un 600% desde el 2003-2007, record incomparable con los años precedentes, y que representa una muestra objetiva del salto en el poder adquisitivo logrado por las clases medias.
Aun considerando la penosa inflación superior al 20%, la “Plus-ganancia” recibidas por estas clases usureras, especialmente los aupados en el sector comercio –que son mayoría dentro de nuestra burguesía- han sido una de las más jugosas de toda su historia. Las razones fundamentales de ello son muy obvias, y las podría intuir hasta el peor de los ignorantes. Basta con decir que han sido la descarada especulación del dólar y su mercado negro; y la especulación en los precios de los productos básicos alimenticios –estos rubros en especial-, incluso por encima de los productos textiles y calzados, de los vehículos, de los productos farmacéuticos y equipos tecnológicos, etc. Estas y no otras han sido las verdaderas razones de las exorbitantes ganancias percibidas por las clases privilegiadas, y, como bien sabemos, respondieron también, fundamentalmente, a una macabra política diseñada por el mismísimo imperialismo norteamericano y aplicada por sus lacayos en el país en contra de la aprobación de la Reforma Constitucional, en el sentido que generaron las condiciones necesarias que incidieron en la desmoralización y posterior abstención del pueblo chavista el día 2D.
La “alianza” de clases en la que algunos sectores del gobierno revolucionario intentan refugiarse o abanderarse para el reimpulso de la nueva etapa revolucionaria ha estado implícita desde siempre en los hechos. Nunca se habían otorgados tantos beneficios que han favoreciendo a las clases medias y a un buen grupo de empresarios “nacionalistas” o “socialistas” –tal como erróneamente les llaman algunos personeros del gobierno-.
Procurar generarles (a estas clases) mayores beneficios con el objetivo de gestionar nuevas victorias políticas para nuestro proyecto socialista es una absurda tesis que no se sustenta en la realidad. Con lo ocurrido el día 2D queda demostrado (por los resultados del referéndum) que no es así. Las clases medias y la burguesía, las más lucradas y beneficiada en nuestra revolución, han votado en contra y seguirán haciéndolo a menos que nuestro proyecto dejase de llamarse socialista.
-Razón tenia Vladimir Ilich Lenin, cuando se referia a estas clases (la pequeña burguesía) como las más retrogradas “por pretender hechar atrás las ruedas de la história”-
Incluso diríamos más. Esta mal concebida “alianza” de clases que encuentra representaciones en el gobierno es, en la mayor parte, la culpable de nuestra derrota.
Una errada interpretación de los resultados del referéndum nos podría conducir a futuras mayores derrotas. Muchas opiniones e interesantes reflexiones de importantes intelectuales nacionales e internacionales atribuyen nuestra derrota, más bien, a la inclemente e inteligente propaganda electoral macabra diseñada desde el imperio y orientada a generar terror y miedos en el pueblo con el fin de procurar una respuesta contraria a la propuesta de Reforma Constitucional por parte del electorado chavista, propagandas estas que fueron trasmitidas por todos los medios de difusión privados y del propio Estado-frente a una ineficaz estrategia propagandística de la revolución; la desmoralización del pueblo como consecuencia del acaparamiento y la especulación de los productos básicos, la inseguridad, la burocracia, ineficacia y la complicidad de muchos de nuestros cuadros “revolucionarios” que ocupan cargos en el Estado, y que se han hecho de la vista gorda frente a la especulación y el terrorismo mediático desatados por los agentes del imperio -nos referimos especialmente al INDECU y a CONATEL- entre otras.
Buscar en otras partes las causas de nuestra derrota del 2D es perdernos, es también darle la razón al enemigo.
Es falso que la construcción del socialismo exija “la socialización de toda propiedad privada del país”. Quienes abanderan esta absurda idea son los mismos a quienes el mismísimo Vladimir (Ilich) Lenin llamase “El Infantilismo de Izquierda”. Ningún verdadero revolucionario podría concebir el socialismo de esta manera. Nada más ajeno y lejano de la realidad. Los socialistas somos realistas, tenemos los pies sobre la tierra y creemos en la dialéctica y no en la evolución disque “democrática” que promueven muchos seudo-revolucionarios, haciéndonos creer en la supuesta buena fe de los Zamuros (de nuestra burguesía “nacional”). Por el contrario, creemos en que puede existir y debe mantenerse una “alianza” -entre comillas- o mejor llamarla: Coexistencia (–valga decir, que no será para nada pacifica-) con la burguesía y la pequeña burguesía, y que esta (coexistencia) deberá ser redefinida o mejor concebida, de manera que no sea alcahueta de las vagabunderías especulativas y parasitarias propias de esas clases sociales. Pero creemos también, que en esta Coexistencia no deberían estar centradas nuestra energía y nuestra estrategia como Estado revolucionario.
Vladimir Ilich Lenin, padre de la revolución rusa
La Unión Soviética es el mejor ejemplo para referirnos a este problema. Mucho se ha especulado sobre las causas que condujeron a la primera revolución socialista (que fuese la esperanza de la humanidad) a su disolución. Algunos camaradas confundidos y otros mal intencionados nos dicen que “su perdida se debió por su exceso de socialismo”. No existe nada más antihistérico y simplista que este argumento. Solo bastaría con referir al eterno Comandante Ernesto Ché Guevara cuando advertía (-ya en 1964, casi 30 años antes de la caída de la URSS-) que ese experimento fracasaría por capitalista y no por socialista; que las herramientas melladas del capital empleada en la Unión Soviética a través de la NEP acabarían por destruir ese hermoso ensayo. También, el propio István Mezsaros, intelectual marxista de origen húngaro (-quien nos ha visitado en varias ocasiones-), ha referido, al igual que el Ché, a semejantes causas las que condujeron al derrumbe de la URSS: por no haber ido “Más allá del capital”, además de la degeneración de la burocracia Estatal y el partido provocada, en gran parte, por la influencia nefasta del capital.
Los verdaderos revolucionarios de Venezuela somos realistas porque vemos algo que muchos no quieren o no pueden ver: que tenemos un musculo económico y financiero que se llama PDVSA, y por que tenemos, también, algunas ideas o algunas líneas fundamentales sobre que podemos, o no, hacer con estos importantes recursos cuando de socialismo se trata. Y es aquí en donde reside el meollo de todo este problema: es en donde invertir estos recursos que son del pueblo.
Los revolucionarios proponemos que se sigan utilizando para crear bases de la nueva sociedad, más humana, una sociedad socialista, creando empresas socialistas –en donde podrían concebirse la participación de capitales privados pero bajo estricto control social (del Estado)- y apuntar en la Unión del Sur. En cambio los reaccionarios, los capitalistas proponen invertirlos en ellos; en seguir manteniendo las bases de la vieja, corrupta y explotadora sociedad burguesa.
En una ocasión Marx escribió lo siguiente:
“La supremacía política de la burguesía es producto de esas condiciones modernas de la producción que los economistas burgueses proclaman como leyes necesarias y eternas (las leyes del mercado)…si el proletariado derriba la dominación política de la burguesía, su triunfo será transitorio, será solo un simple factor en beneficio de la burguesía, como ocurrió en 1794 (con la revolución francesa), mientras no estén creadas sus condiciones materiales…”
El siempre mal interpretado Marx nos hace entender algo que parece imperceptible por muchos de nosotros, -y que en varias ocasiones nos lo han hecho entender la misma burguesía lacaya de Venezuela-: disponer del poder del Estado (por los revolucionarios) no es suficiente. Ello no implica poseer en su totalidad el poder político del país. Las leyes negras del mercado son las que le atribuyen a la burguesía la supremacía política en el país, tal como quedó demostrado en los días del referéndum por la desbordada inflación y la especulación que no pudo ser controlada por el Estado y ni por el Gobierno revolucionario, y que contribuyó en generar una reacción política del pueblo contraria a la Reforma. Es por esta razón que urge para la revolución socialista no solo controlar el Estado, sino también, en romper con estas macabras leyes del mercado. Cuestión que implicaría marcarles férreas condiciones a la burguesía que desee cooperar o coexistir con la revolución.
Mayores concesiones al enemigo con el fin de esperar a cambio su aceptación o calma es un error lamentable que pagaríamos al valor de su mercado especulativo: muy caro.
Por todas estas razones expuestas, creemos que el ritmo de la revolución debe incrementarse en el sentido de seguir creando conciencia en el pueblo junto con las bases materiales que den luz a la nueva sociedad socialista; también en el sentido se seguir rompiendo con la supremacía política de la burguesía -a la que hace referencia Marx- reflejada en las leyes del mercado (especulativo); y de seguir golpeando a la burocracia y la corrupción, de lo contrario, estos males que arrastramos, acabarían con la Revolución Bolivariana como sucedió con la URSS.
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