En su libro “Skock doctrine” [La doctrina del shock], la escritora y activista antineoliberal Naomi Klein describe cómo el aparato capitalista utiliza las crisis (reales o ficticias) para imponer su agenda imperial. De lo que se trata es de aprovechar el estado de indefensión momentánea que produce una crisis social, económica o política en la colectividad para establecer los lineamientos marcadamente impopulares y discriminatorios que en otro caso los pueblos no permitirían. Cabe destacar que las crisis pueden sobrevenir de forma natural por el agotamiento de un sistema, o pueden ser generadas unas veces por acciones directas y públicas (como las guerras), y otras veces por acciones indirectas al alcance del público por sus efectos, pero realizadas bajo el manto de la conspiración.
Desde hace mucho tiempo el presidente Hugo Chávez ha venido advirtiendo que en la República Bolivariana de Venezuela está en pleno proceso un “Golpe de mecha lenta”, como él lo ha denominado, lo cual no es más que un contínuo sabotaje a las acciones emprendidas por el gobierno, para alcanzar el objetivo de crear un estado de desesperación nacional en la población que permita cualquier tipo de acciones no sólo por parte de la oposición apátrida, inhumana, canalla e irracional que exsite en el país, sino que incluso se convertiría en la excusa tantas veces buscada para la agresión extranjera por parte de EEUU, país al cual todos sabemos le importan un pepino la democracia o libertad o DDHH de nuestra gente y lo que quieren son nuestros recursos (principalmente hídricos y petroleros).
Así podemos ver como lenta pero progresivamente se ha venido creando (ojo, aquí está la artificialidad) una asfixia en la producción de bienes y servicios a escala nacional para crear ese estado de shock en el pueblo que permita y “excuse” no sólo todas las vagabunderías que pretende hacer la oposición de la mano de los grandes empresarios y las trasnacionales, sino el derrumbe del gobierno y la implantación de uno nuevo con condiciones verdaderamente injustas para la población; o llegado el caso, “justificar” y hasta solicitar la intervención armada de los “héroes” de la oposición, los marines usamericanos. A fin de cuentas ya han solicitado la intervención en la República Bolivariana de Venezuela en organismos internacionales en innúmeras oportunidades.
Todo esto puede ser posible únicamente bajo el supuesto negado de que se concrete el estado de shock en el país, y de allí la radical importancia de que el gobierno nacional apriete cuanto tenga que apretar a los empresarios –llegando a la expropiación si es necesaria- para evitar que esto ocurra. Esto tiene que ir de la mano con acciones como las que se han venido realizando para alcanzar la soberanía alimentaria (PDVAL), el rescate y reimpulso de la misión Mercal, el óptimo funcionamiento de las instituciones como el INDECU, la Fiscalía, la Defensoría, el SENIAT, y los órganos de justicia. Pero el factor clave para derrotar la creación del estado de shock está en la toma de consciencia y acción del pueblo organizado, sólo el pueblo salva al pueblo pues a nadie más importa su destino, y por eso la denuncia oportuna y el seguimiento de los casos debe ser la regla número uno a seguir. Los consejos comunales tienen mucho que aportar para frenar el avance del golpe de mecha lenta impidiendo el creciente descontento por la falta de bienes y servicios básicos, ¿cómo hacerlo?, pues con organización, denuncia, vigilancia y seguimiento. Los medios de comunicación del estado, y en general todos los medios alternativos tienen el deber de contribuír a abortar el plan imperial.
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