La Revolución Continental, la Revolución Nacional Versus el Imperio Imperialista

El Continente americano está entrando al proceso histórico de su profunda y necesaria maduración histórica como sociedad continental. Cuando desviamos nuestra visión hacia la Europa y vemos que desde los fenicios hasta la finalización de la Segunda Guerra Mundial, Europa ya sea la feudal, la moderna y/o la llamada contemporánea, ha estado inmersa en una confrontación sangrienta producto de las ambiciones de las “testas coronadas” y sus acólitos apoyados en la explotación de los diferentes pueblos europeos. En la medida que la Ciencia y la Técnica se han desarrollado, las sociedades europeas, a pesar de esas “casas reales” y las expresiones religioso-culturales, se han beneficiado a lo interno por el efecto positivo de esa evoluciòn, en cuanto a su crecimiento intelectual y el desarrollo de la consciencia social, lo que ha permitido, progresivamente, cambiar las formas de relacionarse “los de arriba con los de abajo”. Esa relación dialéctica ha producido un progreso progresivo en la maduración de la “buena vecindad” en las diferentes sociedades de los diferentes estados europeos. Ello ha permitido que, paulatinamente, las sociedades hayan ido presionando a sus “directores-dirigentes sociales” hacia una convivencia “cuasi-natural” y, éticamente obligada, en las relaciones sociales y políticas a lo interno del continente europeo. Los europeos consideran que han logrado alcanzar un nivel de “respeto y convivencia” aceptable, comparativamente, con las “hordas bárbaras” de los siglos pasados. Aun así no han logrado alcanzar esos niveles de “no interferencia en los asuntos internos” de ciertos países y regiones europeas gracias a las lógicas del capitalismo post-liberal (¿globalizado?) y las relaciones Trans-Atlánticas; es decir, las relaciones que se han venido desarrollando producto del Plan Marshall entre los Estados Unidos de América y la llamada Europa occidental hasta la presente fecha

En el continente asiático, las realidades históricas son más complejas desde nuestra óptica judeocristiana. La cultura japonesa es una síntesis de sintoísmo plus confucionismo y budismo, siendo el sintoísmo esa religión telúrica que caracteriza a los japoneses; una expresión de la transculturación desde el continente chino vía Corea al Japón, se encuentra en el Museo MOA en la ciudad costera japonesa de Atami. La influencia china en Japón es notoria e importante: la escritura, la religión budista; la pintura. Con relación a la influencia budista china en Japón, es necesario destacar la expresión de Bodhisattva en China, Guangyin, en la feminidad japonesa. La China continental ha sufrido su propia evolución como nación sustentando su consciente nacional en la combinación de taoísmo y el confucionismo; dicho en otras palabras: los “legalistas versus los confucionistas”. Una vez que China alcanza su propia identidad nacional, tanto territorial como cultural, no desarrolla esas ambiciones tan europeas de la “expansión allende los mares” en función del “Poder”. Fueron los mongoles y las diferentes tribus de la estepas siberianas que, obligados por las necesidades del “agua”, se convirtieron en trashumantes y conquistadores. Llegaron a la Europa Central, a Irán y la India.

La América apareció en la historia de Europa a partir del “porrazo” que se dio Cristóbal Colón con la Española y la isla de Margarita. El encuentro presentó las asimetrías entre dos culturas: la judeocristiana y las expresiones religiosas de los múltiples pueblos que vivían y convivían en la América. Los “conquistadores”, españoles, ingleses, portugueses y holandeses, consideraban a las culturas autóctonas como no culturas; los pueblos originarios del continente desconocido se caracterizaban porque no tenían “alma”; pero ¿si esos pueblos originarios no tenían alma, por tanto no eran criaturas creadas por Dios, para que necesitaban conocer al Dios de los hebreos y de los conversos? La solución que encontraron y aplicaron fue: desaparecerlos utilizando las diferentes ideas y métodos que se le pudieran ocurrir a cualquier “santo varón” cristiano y sustituirlos a los originarios por aquellos otros de diferente color para ser utilizados como “herramientas de trabajo” (bienes de capital, diría aquel) en las “labores esclavas” (¿volvieron a la época del Imperio de Roma?). Fueron varios los pueblos que nunca fueron subyugados completamente por los españoles: nos atrevemos a mencionar en el occidente de la actual geografía venezolana se constituyeron algo así como “pueblos de frontera”, independientes de la “democracia de la Corona borbónica”.

Cuando comenzó el proceso de Independencia en América, la unidad de criterios impuestos por las Coronas Española y británica, se vio resquebrada. Evidentemente, los pueblos americanos, bajo las ideas revolucionarias de la Revolución Francesa, se alzaron en armas buscando imponer su propia identidad como pueblos para constituir naciones. Así surgieron los Estados Unidos de América, Haití, Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Brasil, Uruguay, Paraguay, Colombia, los países Centroamericanos y del Caribe, todo ello en un periodo, relativamente, muy corto para los tiempos históricos tradicionales. Fue un proceso revolucionario que se manifestó en dos niveles: el nacional, como fue el caso de la independencia de los Estados Unidos; y el continental, como la campaña militar y creadora de naciones interrelacionadas que fue impulsada por Simón Bolívar y todo un ejército de Liberadores. Pero América entraba al mundo conocido en tiempos históricos no consumados comparativamente con Europa. Pero esa misma juventud revolucionaria le permitió dar un “salto adelante” en la Historia que resultó impensable para la vieja Europa y su interna y sangrienta Historia.

Hugo Rafael Chávez Frías, por nombrar a uno de los actuales líderes continentales americanos, viene señalando que estamos en un tiempo histórico revolucionario que es la continuación de lo inconcluso histórico de las Independencias americanas. Pero esta nueva etapa histórica tiene un protagonista originario que representa la resurrección de los “sin alma” continentales: Evo Morales; participan unos descendientes de esos movimientos “jesuíticos y garibaldinos” que se expresaron en las zonas meridionales del continente americano; existen expresiones de descendientes del “continente olvidado” y ahora recordado por Bush, Taylor, Sarkozy y Brown, en los autóctonos caribeños; los sioux, apaches, pieles rojas, entre otros, comienzan a hacer sentir que son “originarios” con “derechos de tierra” (land`s right). Las mixturas sociales se expresan como “sujetos” con derechos que exigen a sus líderes locales. Todo ese movimiento socio-revolucionario continental se está expresando con formas no tradicionales para los “analistas de las derechas continentales y allende nuestras costas”; se expresan: democráticamente. Pero no bajo las premisas impuestas por esa democracia afrancesada de los siglos XVIII, XIX y XX sino como la denominada, teórica y prácticamente, “democracia participativa”. En Venezuela esa praxis se denomina: Revolución Bolivariana y Socialista del siglo XXI.

En el continente americano se está en “Revolución permanente”, en este siglo XXI, 200 años después de aquella “primera revolución Libertadora”. Está la América en revolución nacional y continental. Pueblos y naciones como: Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Paraguay, Argentina, Uruguay, Brasil, Guatemala, Cuba, Honduras, Chile, por mencionar, están en profundos cambios estructurales-históricos, con características particulares para cada caso concreto, buscando la “horizontalidad” en la “distribución equitativa de las riquezas naturales y elaboradas” en y por sus economías. Pero hay una lectura única: alcanzar situar al continente americano, no anglosajón, en el contexto internacional como una unidad política, económica, cultural, con las noveles ideas de progreso social, de distribución equitativa, solidaridad entre pueblos, en la diversidad social.

¿Cómo han reaccionado las derechas internacionales? Para entender el porqué de esa reacción, es necesario tener presente la realidad de la “evolución” de la “globalización” a nivel mundial. Hay una muy seria crisis en la estructura económica en los Estados Unidos de América pero nos hemos olvidado de aquella crisis del Japón que obligó a la economía japonesa a “vender” sus activos en los Estados Unidos de América y Asia; debemos recordar la “crisis del bath” que gracias a la solidez de la economía de China, el Asia logró “pasar el temporal” pero desarrolló una dependencia, indirecta, con la economía china a expensa de la economía norteamericana. Debemos tener presente las reales razones tanto de la “Operación Desert Storm” como la “Invasión a Iraq”; así como, las asimetrías entre las reservas petroleras a nivel mundial y las necesidades energéticas de la economía globalizada que agravó esa realidad objetiva con las contradicciones entre las “reservas reales” de las transnacionales petroleras tradicionales y las “reservas en libro” de dichas compañías petroleras. Además, las políticas de transferencia de “bienes de capital” de propiedad norteamericana hacia los “Tigres Asiáticos” y China y los cambios en la economía norteamericana hacia el “sector servicios” desarrollada por Clinton. Estas políticas económicas norteamericanas con terceros objetivos aplicadas en China contenían en su seno dos contradicciones: la transferencia de tecnologías y la capacidad de la sociedad china para desarrollar esas tecnologías para su propio beneficio junto al aumento significativo del consumo de la energía y las contradicciones que dichas políticas económicas traerían a lo interno de la propia economía norteamericana.

Soluciones . Las derechas internacionales descubrieron, de nuevo, los parabienes de África como suplidor, a futuro, de “materias primas”. Al mismo tiempo que, descuidadamente y con desprecio, se daban cuenta del proceso revolucionario y nacionalista que se venía desarrollando en el continente americano al sur del “rio Bravo”. Los Estados Unidos de América estaba perdiendo el control del llamado “su patio trasero”; al mismo tiempo que la política del “big stick” no podía ser aplicada por que las revoluciones americanas estaban sustentadas por las “voluntades populares” que, democráticamente, se expresaban a favor de los “cambios profundos” en las estructurales tradicionales y en la comunión de objetivos continentales. El “shopping center” de Miami se tornaba “latino”; CITGO y Seven/Eleven en aplacadores de crisis inflacionaria en el sureste green-go; Panamá comenzaba a “levantar cabeza” en el sector de los servicios financieros y redistribución de mercaderías; y los nacionalismo comenzaban a deslastrarse de la presión de las multinacionales y de los organismos financieros internacionales, con diferentes ritmos de actuación y adecuación. Era necesario para la derecha un cambio en la táctica manteniendo la estrategia tradicional de “dependencia”. La propuesta de los movimientos “arco iris” tan “useful” en la Europa Central y del Este, no estaban teniendo el mismo impacto en este lado del Atlántico; las excusas de las derechas de los “regímenes dictatoriales elegidos democráticamente” eran rechazadas por las sociedades conscientes al sur del rio Bravo (rio Grande para los green-go). Las “presiones tradicionales”, en sus políticas antinacionalistas y “vendepatrias”, de las derechas nacionales e internacionales, no lograban imponerse en los Gobiernos revolucionarios ni eran aceptadas por las sociedades y los colectivos conscientes a favor de los cambios estructurales, nacionalista, humanistas y, en algunos casos, socialistas. Las excusas expuestas, públicamente, de denuncias de tráfico de drogas y apoyo a los movimientos populares de expresión armada condimentadas por “computadoras” y “maletines” sonaban mas a “cantos de ballenas” que a realidades de cambio del siglo XXI. Las derechas internacionales no tienen una respuesta a la “crisis del sistema capitalista en la globalización del siglo XXI”.

Las expresiones violentas de los “sanedrines” de las “derechas bolivianas y continentales”, apoyadas por “razones de Estado” de aquel “vecino con destinos imperiales” del norte, han tenido y tienen dignas respuestas del Gobierno de Bolivia, del Bolivariano de Venezuela, de los Gobiernos de Honduras y Nicaragua, del sutil comentario del Presidente Correa, y de la decisión de convocar a la UNASUR, a solicitud de la Presidenta Bachelet, para tratar la situación interna de Bolivia como en la más tradicional expresión de comportamiento político de la Comunidad Europea cuando se trata de sus temas internos continentales.

¿Será necesaria y urgente la presencia de “tropas de paz” de los ejércitos de paz del continente americano al sur del rio Bravo en Bolivia, en fecha inmediata, a pesar de la declaración pública del Alto Mando boliviano que ve, impávidos, como se está masacrando a los “sin alma” bolivianos?

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Miguel Ángel del Pozo


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