Por más vueltas que le dan y le dan, no logran que “prenda” como objeto de atención de quienes son receptores de sus porquerías, que es el término correcto que define lo que están haciendo y hacen, con mucha facilidad, y sin ningún esfuerzo como se observa cuando se les ve regocijados creyendo que se la están comiendo.
Cuando se habla de la justicia estadounidense, y se la pone como ejemplo, obviamente se puede hacer porque se desconoce qué es ella o por el servilismo todavía abundante del que lo expresa, que es atroz. Eso podrá ser cualquier cosa menos justicia.
El primer elemento a tomar en cuenta para opinar, es el grado de equidad que la pueda distinguir, que es una condición fundamental que se le debe exigir a lo que pretenda ser justicia. En la de EEUU esta condición no existe en ella, no la tiene. Su acción está totalmente condicionada, del principio al fin, a los intereses del gobierno de turno. Por lo expresado, que es lo que primero que asoma en una investigación no necesariamente exhaustiva, se puede agregar que carece también de probidad Abundan los ejemplos que lo demuestran y que están al alcance de quien desee comprobarlo.
La equidad es la imparcialidad en el juicio, que es aquello que nos obliga a observar con objetividad un asunto en el cual se deba decidir, tomando todos los elementos que lo conforman sin ningún tipo de preferencias, procurando hacer al evaluarlos lo correcto, que es lo justo. La probidad es la que asegura que quien debe juzgar no será objeto de manipulación o componenda que pretenda modificar su criterio, actuando en sentido contrario al que entiende que debe hacer. Estas son condiciones que no se cumplen en EEUU.
De las competencias de la justicia, una es perseguir el delito, que es todo aquello que infringe la ley, que está expresada en normas escritas y luego de acuerdo con ella, sentenciar si se demuestra que existió tal violación, a quienes tengan responsabilidad en la misma. ¿Hace esto la justicia estadounidense? Las violaciones constitucionales y penales del gobierno actual se comprueban por las distintas fuentes que lo han denunciado. Es tan grave esa carencia del sentido de justicia en aquellos que son sus actores, que un prominente funcionario como es el procurador de justicia acepta que en algunos casos se puede torturar a un detenido. Es admitido que se tortura.
En EEUU hay ya circulando, varios libros donde se demuestra la conspiración fraguada para poder devastar Irak. El último que conocemos publicado hace poco tiempo, es el de Scott McClellan quien fue Secretario de Prensa del gobierno de Bush, el genocida. En su libro What happened? (¿Qué paso?) desmonta la infamia que se montó para la tragedia que todavía vive ese país. El renunció -tal vez impulsado por el asco que produce moverse en ambiente de tanta podredumbre-, por lo que no se puede atribuir a reconcomio su trabajo.
Escribimos sobre textos que se refieren a Irak; pero también hoy hay una variedad de publicaciones que recogen evidencia suficiente como para dudar de la versión del gobierno estadounidense sobre la voladura de las Torres Gemelas. El libro de un físico, entre los tantos que hay, explica con detalle cómo fue que produjeron la implosión que las destruyeron. La justicia para investigar asunto tan grave, no existe en ese país. Para los medios de comunicación, menos.
Quien nos lee aquí puede llegar por la misma vía sin dificultad a conocer “mumia abu jamal” así como también “al rescate de los inocentes condenados a muerte”. Son páginas y páginas que demuestran cabalmente, que el sistema ese que pretenden rotular ahí de justicia, mejor sería denominarlo para que se ajuste estrictamente a él, sistema de injusticia. Es de sobra conocida en ese albañal donde manipulan como mejor les venga en gana, las presiones y apremios extra judiciales; los chanchullos y cuánta indecencia se piense, con tal de condenar o librar a quien se quiera. Negociaciones que requieren buen estómago pues las náuseas son fuertes.
De todos los juicios que conocemos, hay uno emblemático pues demuestra hasta donde puede llegar la amoralidad, el desdoro y la impudicia en la aplicación de la injusticia. Es el caso de los cinco héroes cubanos, que por combatir el terrorismo, fueron condenados por esa vil justicia de EEUU. Les fue ofrecido negociar su libertad, denunciando al gobierno cubano, negándose los 5 en una actitud moral dignificante que degrada a esos ¿jueces?
Las amenazas no les han arredrado, tampoco el inhumano régimen al que se les sometió y en el cual permanecen. Llegan, los captores en su maldad, a impedirles la visita de sus familiares, violentando toda la legislación internacional y también la suya, no otorgándoles la visa para ingresar a ese país.
Es tan abundante lo inicuo que no puede generar sino asco. No cometieron ningún delito, pues está demostrado que no espiaron ningún organismo o institución del estado. Su única actividad probada con filmaciones y grabaciones que lo reafirman, es la que devela la conspiración terrorista programada por elementos residenciados en EEUU, contra Cuba y todo aquello que pudiera afectarla.
El delito de espionaje que sería el que se les podría imputar, si es que lo hubiera, que es el que más se aproxima a la actividad que desarrollaron, y si los tribunales pudieran probar que lo hicieron y contra el gobierno de EEUU, de las experiencias en ese campo la pena de quienes han sido condenados, nunca ha superado la marca de los héroes que llevan ya 10 años. Un récord para la injusticia.
La vergonzante sentencia de la jueza (con la que incrimina a esa injusticia que aplican), determina que al cumplir la pena uno de los inocentes condenados a cadena perpetua y salir en libertad, “no podrá acercarse a la zona donde habitan y desarrollan su actividad los terroristas”. Certificó la condición de antiterroristas de los rehenes que tienen en ese país en cautiverio. No son presos, son rehenes, y no están sino secuestrados, cautivos.
La jueza de la aberración señalada, es la misma que juzga el famoso asunto del maletín que asegura un fallo tan ajustado a la ley, como el anterior. Pero, ¿qué es lo que se dirime allí, sino la abyecta intención de causarle daño al gobierno venezolano? Sobre el maletín y los 800 mil dólares no tiene ninguna jurisdicción la injusticia estadounidense, pues el evento se desarrolló en territorio argentino. El que lo portaba está requerido por la justicia argentina, qué es donde debe de responder por el delito in fraganti de contrabando y lavado de dinero. Pero el gobierno de EEUU lo protege y no lo entrega como debiera ser, si fuera una nación de poderes con decencia.
De los personajes seleccionados para el gag y montados en ese escenario, no les da el tiempo y seguramente se lamentan por ello, para ser más brutos. No lo lograrían ni practicando por mayor que sea el esfuerzo que hagan. Es innata en ellos esa condición que concierne también a los pinochos en cargos de gobiernos.
Están tan enredados, que lo que hoy tienen como núcleo, será una cosa distinta que la que exhibieron ayer, y seguramente lo será también con la que mostrarán mañana. Claro que los medios en pleno goce de su inconmensurable impunidad, como buenos alabarderos muestran con cara de asombro cada nueva estupidez que asoman los peleles de la trama.
El que lo hace de fiscal, en un verdadero sistema de justicia sería nombrado reo, indiciado o cualquier otro término que califique al delincuente que eso, y no otra cosa es este triste personaje. Pues si nos atenemos a los medios de Miami fue él, el estulto fiscal quien por escrito certificó que el maletín no era de Antonini Wilson y que este “desconocía” que allí había 800 mil dólares. Esto lo afirma un periódico de Miami, para que no se levante duda sobre la afirmación.
Pero ¿qué tiene que ver el maletín con el juicio en EEUU y en base a qué principio jurídico este fiscal en un asunto que no es de su competencia, exonera de toda responsabilidad a Antonini? Absolutamente nada, porque además la jurisdicción donde se cometió el “aparente” delito es de otro país: Argentina, y son sus tribunales los únicos con legitimidad para decidir sobre la responsabilidad que pueda existir en ese caso.
El maletín, hay que concluir que es mágico, tanto como la computadora de Raúl Reyes, que dice todo lo que el imperio quiere que exprese. Pero, es tan absurdo esto que sino fuera por la intención ínsita en ella jamás hablaríamos sobre cosa tan bufa.
El infractor, que acepta ante la agente aeroportuaria argentina la propiedad del maletín, ahora no solo dice que no era suyo, sino que también había otro con 4 millones 200 mil dólares. Nada menos. GLOBOVISIÓN, uno de los productores o patrocinadores del esperpento, a través de un personaje más para noticia policial que para moderador, entrevistó a la funcionaria a través del teléfono. No hubo pregunta que no le hiciera. Señaló ella la tranquilidad del maletero, que procuró confundirla cuando le interrogó sobre el contenido del mismo. Le respondió que había papeles y libros en él.
Otra pregunta que le hizo a esta señora –con toda mala intención-, ese moderador, fue si no habían encontrado en otra maleta más dinero. Ella contestó que el único que lo contenía fue el requisado. Al decir ella “el único” se intuyen otros que también fueron revisados. No puede quedar duda a ese respecto. Un solo maletín era el que contenía el dinero.
Pero asumamos que la “mula”, el transportador, y la señora del aeropuerto dicen la verdad. Según los medios de Miami sabemos que nadie le entregó a Antonini el maletín; que este estaba olvidado ahí en la avioneta, y él al percatarse lo tomó. No le preguntó a nadie de quien era. Solo lo tomó y salió con él para la revisión. Cuando la señora le pregunta que contenía el maletín ¿por qué le miente y le dice que libros, y no le dijo la verdad, que no sabía que tenía dentro pues no era de él? Pudo haber contenido ropa interior, camisas, medias o preservativos, nada prohibido de portar. Si mintió sospechaba la ilegalidad. ¿Por qué? ¿No es curiosa esa negativa tan reveladora?
Sería gracioso por lo absurdo sino fuera indignante la burda trama inventada. Llegado al hotel, le pregunta a Diego Uzcátegui, otro de los pasajeros de ese ya famoso avión, por qué había quedado él en medio de eso. Si él no sabía nada sobre el contenido del maletín, y sin ser suyo lo toma igual, luego le miente a la inspectora del aeropuerto cuando le interroga sobre el contenido, ¿qué es lo que esperaba?
En este surrealismo en que se transformó este caso, nos encontramos que a la media pregunta de Antonini, el interpelado en lugar de contestarle, le interroga al decomisado, ¡a él, al mismo que no sabía nada del contenido del maletín que retuvieron, sobre otro que contenía 4 millones 200 mil dólares! Él no sabía nada sobre el dinero que se transportaba en el avión, pero es precisamente a él al que le preguntan, ¿será por qué pensaron que tenía la famosa computadora, esa que todo contesta?
Los que vimos por televisión o en fotografías la maleta, percibimos que su tamaño era de mediano a grande y que estaba ahíta de billetes.Eran 800 mil dólares y seguramente serían billetes de 100 la mayoría de ellos. Piense un instante el lector, sobre el tamaño que requiere una maleta para cargarla con un poco más de 5 veces el volumen de la anterior. No sabemos si las hay de tal tamaño, pero lo que sí comprendemos es que un solo individuo no podría cargarla por su peso y por su incomodidad. Son brutos, con el agravante de pensar que todos lo somos, de ahí la simpleza de sus mentiras.
A un tipo así como el que hizo la pregunta por esa inexistente segunda maleta, ¿se le puede entregar esa suma que “conoce” que se carga en una maleta? ¿Y se puede distraer tanto, como para dejarla olvidada? ¿Cómo se pudo perder en un espacio tan limitado como el que se dispone en una avioneta, sin que nadie pueda imaginar dónde fue que quedó esa enorme valija con tal magnitud de billetes? Según sabemos con certeza, solo una fue comisada en el aeropuerto ¿dónde está entonces la otra, que su ¿verdadero? portador no sabe? Esto parece propio para imbéciles y no para personas que razonen un poco, no mucho, solo un poco que con eso alcanza para comprender la cretinada.
Si el portador no sabía que contenía ese maletín, menos podría saber el fin que se perseguía obtener con esa suma. Entonces, si no hay ninguna posibilidad de asociar ese dinero con alguien o algo distinto a quién sería el dueño de la misma, ¿para qué iban a ir a EEUU a hablar con Antonini los que están ahora allí enjuiciados? ¿Para hacerle callar lo que no sabía? Ni sometido a tercer grado como hacen en ese país, habría confesado lo que no sabe, y tal vez lo único que podría haber hecho para escapar del suplicio al cual le podrían haber sometido, era mentir. Mentiras distintas a estas que está emitiendo al gusto de quien le ordena, pero definitivamente, también mentiras.
roosbar@cantv.net