Volvamos a hablar de las causas de la crisis alimentaria

Octubre 2008 

Las explicaciones que se dan sobre la crisis alimentaria son falsas. El consumo de chinos e indios es una ellas, que de tanto repetirlas terminan siendo una evidencia. Lo importante es identificar las verdaderas causas y los auténticos responsables. 

En su informe anual publicado en junio de 2008, el muy serio Banco de Pagos Internacionales2 retoma la fábula de la evolución del consumo de los chinos y de otras economías emergentes. El BPI quiere conducir al público a una pista falsa con el objetivo de esconder, por una parte, la responsabilidad de los gobiernos del Norte y de las empresas transnacionales del agrobusiness, que han aumentado muchísimo la producción de agrocombustibles, y, por otra parte, la responsabilidad de los grandes grupos financieros que especulan en la Bolsa sobre los productos alimentarios. Los autores del informe del BPI tratan de dar una apariencia científica a su explicación.

     ¿Cuál es la causa principal del aumento del precio de los alimentos según el BPI? «Tratándose de recursos alimentarios, el fuerte crecimiento del PIB de las economías emergentes en estos últimos años ha elevado la demanda. Los cambios estructurales acentuaron esta tendencia. Por ejemplo, el aumento del ingreso por habitante, especialmente en China, produjo un aumento de la demanda de cereales, especialmente para alimentar al ganado. Según las estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura (FAO), el consumo de cereales por habitante en los PED aumentó el 20 % entre 1962 y 2003, mientras que el de carne se triplicaba. La incidencia de la demanda sobre el precio de los cereales está amplificada debido a que, según ciertas estimaciones, es necesario de 2 a 5 veces más cereales, a igualdad de calorías, para producir carne. En el año 2002, cerca de un tercio de la producción mundial de cereales se utilizó para la alimentación de los animales destinados al matadero3

     Esta explicación tiene una pretensión científica y apela al sentido común. El razonamiento es el siguiente: el consumo de los habitantes de los países en desarrollo (PED) ha aumentado muchísimo, comen cada vez más carne, por lo tanto los precios han aumentado. Pero hay una dificultad: ¿Cómo se explica que este fuerte aumento de precios no se produzca hasta los años 2007-2008, cuando el consumo de los PED está creciendo desde hace 40 años? En realidad, el precio de los alimentos bajó a lo largo de los años ochenta y noventa. Y continuó bajando entre 1998 y 2002, aumentó un poco en 2002-2004, para descender de nuevo en 2005-2006.4 Después de la cosecha de 2006, el precio de los alimentos en el mercado mundial era igual al que tenían en 1998, muy inferior al precio de la década del setenta. En 2008, en dólar constante, el precio de los alimentos continúa siendo inferior al máximo alcanzado a fines de los años setenta.5 Ahora bien, lo que hay que explicar es la explosión de los precios en 2007 y 2008. La argumentación dada por el BPI no tiene nada que ver con las causas reales que la provocaron. Como dice Jacques Berthelot: «el crecimiento del consumo de productos alimentarios, ligado al rápido aumento del nivel de vida de los países emergentes, como China y la India, [...] es una tendencia que se viene produciendo desde hace muchos años y no se la puede responsabilizar del aumento desmesurado de los precios agrícolas en estos dos últimos años».6 Por otra parte, Berthelot también señala que el precio del arroz se mantuvo estable hasta octubre de 2007. Pero entre octubre 2007 y mayo 2008 se multiplicó por tres. 

     He aquí una explicación que consideramos la más apropiada y que se ha dividido en tres puntos:7 

     Primero: Ante un precio de los cereales históricamente bajo hasta 2005, las grandes compañías privadas de agrobusiness consiguieron que los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea subvencionaran la industria de los «agrocombustibles». Estas grandes empresas querían ganar en dos frentes: por un lado, vender sus cereales y otros productos agrícolas más caros y por otro, rentabilizar la producción de agrocombustibles. Y tuvieron éxito. 

     ¿Cómo actuaron? Se basaron en la siguiente hipótesis: lo que el petróleo impedirá realizar de aquí a unas décadas (debido a la reducción de las reservas disponibles), la soja, la remolacha (convertidas en biodiesel), los cereales y la caña de azúcar (transformados en etanol) deberán estar en condiciones de permitirlo. Por lo tanto, pidieron a las autoridades públicas que asignaran subvenciones para que la onerosa producción de agrocombustibles se volviera rentable. Washington, la Comisión Europea en Bruselas y otras capitales europeas aceptaron la demanda con el pretexto de garantizar la seguridad energética de sus países o regiones.8 Los lobbies pro agrocombustibles convencieron a los gobiernos de que utilicen el falso argumento de que estos combustibles, al contrario que los hidrocarburos, tienen un impacto positivo sobre el medio ambiente. 

     Esta política de subvenciones desvió hacia la industria de los agrocombustibles grandes cantidades de productos agrícolas esenciales para la alimentación. Por ejemplo 100 millones de toneladas de cereales se excluyeron del sector alimentario en 2007. Así mismo algunas tierras destinadas a la producción de alimentos se reconvirtieron en tierras de cultivo de agrocombustibles. Esto hace disminuir la oferta de productos alimentarios y produce el aumento de precios. Resumiendo, para satisfacer los intereses de las grandes sociedades privadas que quieren desarrollar la producción de agrocombustibles, se decidió confiscar algunos productos agrícolas que el mundo necesita para alimentarse. Es necesario señalar que el BPI, en su informe ya citado, sostiene que las subvenciones públicas para la producción de agrocombustibles no ocupan un puesto importante entre las causas del alza de precios de los alimentos.9 

     Segundo: La especulación sobre los productos agrícolas ha sido muy fuerte en 2007 y 2008, acentuando un fenómeno que comenzó a principios de la década del 2000, después del estallido de la burbuja de internet. Tras la crisis de las subprimes que se desencadenó en Estados Unidos durante el verano de 2007, los inversores institucionales10 se retiraron progresivamente del mercado de las deudas construido de manera especulativa a partir del sector inmobiliario estadounidense y se fijaron en el sector de los productos agrícolas e hidrocarburos como un mercado que podría darles interesantes beneficios. Por lo tanto, se dedicaron a comprar las cosechas futuras de productos agrícolas en la Bolsa de Chicago, en la de Kansas City y en la de Minneapolis, que son los principales mercados mundiales donde se comercia con cereales. En forma similar, en otras Bolsas de productos primarios compraron la producción futura de petróleo y de gas, especulando con la subida de sus precios.  

     Tercero: Los países en desarrollo están especialmente desprotegidos ante esta crisis alimentaria puesto que las políticas impuestas por el FMI y el Banco Mundial desde la crisis de la deuda los han privado de una protección imprescindible: reducción de las superficies destinadas a los cultivos de hortalizas y especialización en uno o dos productos de exportación, desaparición de los sistemas de estabilización de precios, abandono de la autosuficiencia en cereales, reducción de las reservas de cereales, debilitamiento de las economías debido a una extrema dependencia de la evolución de los mercados mundiales, fuerte reducción de los presupuestos sociales, supresión de las subvenciones a los productos de base, apertura de los mercados y la exposición de los pequeños productores locales a la competencia desleal de las grandes transnacionales, etc.  

Vuelta a las falsedades  

Jacques Berthelot eligió una serie de citas que tienen en común el tema de la fábula de la evolución del consumo en los países emergentes, en particular en China y la India, como causa principal de la explosión de los precios.11 Y estas son las citas: 

     En el diario financiero francés Les Echos del 15 de abril de 2008: «El nuevo fenómeno proviene sobre todo de la acelerada modificación de las costumbres de consumo en los países emergentes. Los dos gigantes, China y la India, se han convertido, con el aumento de sus ingresos, en grandes consumidores de carne y cereales».12 

     El semanario francés Le Nouvel Observateur del 17 al 23 de abril de 2008 pone a la cabeza de las siete causas identificadas «la modificación de los comportamientos alimentarios en los países emergentes, especialmente en China y la India» y agrega: «De exportadoras, la India y China, han pasado a ser importadoras». 

     El Director General de la FAO, Jacques Diouf, declaró en el Forum África-India del 8 de abril de 2008 que «después de encontrarse con el ministro de Agricultura de la India, Sharad Pawar [...] las reservas mundiales de cereales sólo pueden garantizar de 8 a 10 semanas de consumo mundial y que eso es debido a la gran demanda de países como la India y China, cuyos PIB han aumentado del 8 al 10 %, y donde el aumento de los ingresos ha ido a la alimentación».13 

     Para Randy Olson, director de Biodiesel Board, de Iowa (Estados Unidos), «las razones para el aumento de precio del aceite de soja incluyen el incremento en la demanda de las clases medias cada vez más numerosas en China y la India y en otros lados».14 

     En el mismo sentido responde Nicolas Bricas, investigador del CIRAD, a la pregunta ¿Por qué los precios de los productos alimentarios han aumentado tanto?: «Las costumbres de consumo están en pleno cambio en China y en la India, donde el poder de compra tiende a aumentar. Como resultado, la demanda aumenta enormemente. Las poblaciones quieren comprar más y reclaman una mejor alimentación. Consumen más carne. Para su ganado, los criadores necesitan cultivar más extensión de forrajes. Todo esto estimula el aumento de los precios de los alimentos en su globalidad. A escala internacional, las tarifas agrícolas también han aumentado a causa de su desregulacion».15

 

     En Le Monde del 22 de abril de 2008, a la pregunta «¿La llegada de dos nuevos gigantes (China y la India) a los mercados internacionales es la verdadera causa de este aumento acelerado?», el economista Philippe Chalmin respondió sin ambages, «». 16 

     Philippe Lemaître le hace eco en la misma edición de Le Monde: «A falta de infraestructuras, un país como la India pierde cerca de un 30 % de sus cosechas y se convierte en importador neto de cereales».17 

     El presidente Lula de Brasil declaró el 18 de abril de 2008 en la FAO: «No me digáis, por el amor de Dios, que los alimentos son caros debido a los agrocombustibles. Son caros porque el mundo no está preparado para ver a millones de chinos, indios, africanos, brasileños y latinoamericanos comer tres veces al día».18 

China y la India no son responsables del aumento exorbitante del precio de los alimentos 

China y la India exportan más alimentos que lo que importan. Jacques Berthelot demuestra con cifras que China continúa siendo exportadora neta de cereales (trigo, maíz, arroz) y de carne. Lo mismo pasa con la India. Los indios son exportadores netos de alimentos desde 1995. Por lo tanto estos dos países no son los que provocaron el aumento del precio de los alimentos en el mercado mundial.19 

Recuadro: La India, víctima de la liberalización de las importaciones 

La India conoció una experiencia particularmente negativa en materia de libre comercio respecto al trigo.20 Bajo la presión de sus socios en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el gobierno indio de Singh, que es un buen alumno liberal, suprimió a partir de 2006 todos los derechos de aduana para las importaciones de trigo. Ese año, por primera vez desde 2001, la India importó una cantidad más grande de trigo (6,7 millones de toneladas) que la que exportó (0,6 millones de toneladas). Se trata de una política deliberada del gobierno indio que quería matar dos pájaros de un tiro: satisfacer a sus socios de la OMC y comprar en el mercado mundial de trigo a un precio inferior al requerido por los productores locales. El Estado indio compró directamente 5,5 millones de toneladas de trigo en el exterior aunque su producción nacional habría sido suficiente para satisfacer la demanda interna (la producción india de trigo alcanzó las 74 millones de toneladas mientras que la demanda interna era de 60 millones de toneladas). Pero en lugar de bajar el precio en el mercado interior, éste aumentó en forma notable debido a que los comerciantes acumularon reservas para la especulación. La oposición, ante esta acción deplorable del gobierno, ha presentado un recurso ante el Tribunal Supremo contra Singh. Frente a la presión de la población y escaldado por esta situación, el primer ministro indio se retiró en 2007. Hay que señalar que si bien la India fue importadora neta de trigo durante este episodio de 2006, continuó siendo una exportadora neta de cereales gracias a sus exportaciones de arroz y de maíz.

Fin del recuadro 

Ante la falta de evidencias de la responsabilidad de los chinos, la prensa comienza a cambiar sus argumentos 

El 19 de agosto de 2008, el diario financiero francés Les Echos titulaba un artículo de la siguiente manera: «Alza de precios de los alimentos: China es declarada no culpable». A partir de estadísticas de la OCDE y de un estudio de un investigador estadounidense publicado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el diario francés afirma que los chinos son autosuficientes, en especial, en cuanto a los cereales. Por su parte, el semanario neoliberal británico The Economist en su edición del 16 de agosto de 2008 realizó la proeza de, en un mismo párrafo, afirmar una cosa y su contraria: «Se puede decir que la gran demanda china de alimentos y energía hace crecer los precios mundiales de las materias primas». Algunas líneas más abajo, el editorial de The Economist continúa: «Y la producción de alimentos en China ha crecido en forma más rápida que el consumo en los últimos años. En tanto que exportadora neta, pequeña pero en aumento, de trigo, maíz y arroz, China tiene un papel en la moderación de los precios mundiales de los cereales». ¡Qué extraordinaria pirueta! 

La política desarrollada por los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea es la principal responsable de la crisis alimentaria mundial 

Mientras que China y la India exportan más alimentos que lo que importan, Estados Unidos y la Unión Europea se encuentran en la situación contraria.21 Durante los años 2006 y 2007, Estados Unidos fue importador neto de alimentos. Es la misma situación que la Unión Europea, que se coloca en la 3ª posición mundial en la lista de importadores netos de cereales (después de Japón y México). Por lo tanto, es la demanda que viene de Estados Unidos y de la UE la que provoca un aumento de los precios de los alimentos.

     Pero, concretamente, ¿por qué Estados Unidos y la UE son responsables de la explosión de los precios de los productos alimentarios primarios? 

     En primer lugar, se debe tener en cuenta que Estados Unidos tiene un papel determinante en la fijación del precio de los cereales, oleaginosas y proteaginosas, ya que los otros países exportadores adaptan sus precios en función de la cotización en las Bolsas de Chicago, Kansas City y Minneapolis.22 Por otra parte, el aumento del precio de estos productos se traduce en un aumento del precio de la carne, puesto que la crianza del ganado se basa en estos alimentos.23  

     Dos factores fundamentales que dependen directamente de Estados Unidos y de la Unión Europea entran en juego en el brutal aumento del precio de las materias primas alimentarias en el período 2006-2008. 

     El primero es el fuerte incremento de la producción de agrocombustibles en Estados Unidos y en Europa. El segundo es la formidable especulación sobre el precio de estos productos (y sobre los hidrocarburos)24 en las Bolsas. 

Un enorme aumento de la producción de agrocombustibles en Estados Unidos 

En el año 2007, Estados Unidos era responsable del 43 % de la producción mundial de agrocombustibles.25 Entre 2005 y 2006, en este país la producción de etanol de maíz se multiplicó por cinco. Entre 2005 y 2009, ¡esta producción se habrá multiplicado por nueve! El porcentaje de la producción de maíz destinada al etanol pasó del 14,4 % al 23,7 % entre 2005-2006 y 2007-2008. De igual manera, parte de la producción de soja se destina a la producción de agrocombustibles (en agosto de 2007, el 23,2 % del consumo interior de aceite de soja fue debido a la producción de biodiesel), sin embargo, el coste es mucho mayor que el del etanol de maíz. Una enorme extensión de tierras antes destinadas a la producción de trigo y soja, ahora lo son al cultivo del maíz, lo que ha hecho aumentar el precio del trigo y la soja. El precio del maíz dedicado al consumo animal y humano también aumentó muchísimo, ya que una parte importante de esta producción fue desviada a la producción de etanol. El precio del arroz cultivado en Estados Unidos también sufrió aumentos exagerados puesto que su producción ha bajado, dado que era más rentable cultivar maíz, soja, trigo y otros cereales forrajeros. (ver el recuadro) 

     El aumento de la producción de agrocombustibles no es en absoluto el resultado de la competencia en el libre mercado. Por el contrario, es una consecuencia directa de la intervención del Estado bajo la presión del agrobusiness. A pesar del aumento del precio del petróleo, la producción de agrocombustibles no es rentable sin la subvención gubernamental estadounidense. En 2005, el Congreso de Estados Unidos sancionó una ley sobre energía que favorece la producción de este tipo de combustibles. Esta política de promoción fue reforzada por la ley del 19 de diciembre de 2007 sobre la independencia energética. Esta última impone a la industria petrolera, bajo amenaza de grandes multas, la incorporación dentro del suministro de combustibles de 57.000 millones de litros de agrocombustibles en el año 2015 (15.000 millones de galones US)26 y 136.000 millones de litros en 2022. Para alcanzar este objetivo, el porcentaje de maíz destinado a combustible alcanzará el 32,8 % en 2011-2012. Gracias a esta legislación tan compulsiva, los ingresos del sector agrícola estadounidense han aumentado en un 48 % durante el año 2007. 

     Con respecto a la responsabilidad estadounidense en la crisis alimentaria mundial, podemos leer lo que Jacques Berthelot afirma: «Estados Unidos es sin duda responsable de la explosión de los precios agrícolas y de las revueltas que se suceden por el hambre, debido a unos objetivos demenciales que fijó para la producción de agrocombustibles y porque, como hemos visto, los precios de sus productos agrícolas son los que fijan los precios mundiales que toman como referencia los otros países agroexportadores27 Se verá más adelante que se debe agregar el papel de la especulación que, en particular, se desarrolló en Estados Unidos. 

Recuadro: ¿Por qué el aumento de la producción de agrocombustibles en Estados Unidos se traduce en un aumento del precio del arroz en el mercado mundial?28 

La fuerte especulación sobre el precio del arroz y el boom del etanol comparten la responsabilidad sobre el aumento descontrolado del precio de este cereal, aunque a menudo se afirma que no hay ninguna relación entre esos dos factores. Según el USDA, Estados unidos sólo representa el 2 % de la producción mundial, sin embargo es el 4º país exportador. Entre 2007 y 2008, el precio del arroz integral producido en Estados Unidos estaba entre los más altos desde 1980/81. Por otra parte: «Ahora bien, los precios muy superiores de los combustibles y del abono desde el año 2005, y precios extremadamente altos para los cultivos alternativos desde 2006/2007 han hecho que el cultivo de arroz no sea rentable frente a la soja, a los cereales forrajeros y al trigo».29 

     En realidad la producción de arroz de Estados Unidos descendió un 12 % de 2006 a 2007, después de un descenso del 16 % de la superficie sembrada, y las exportaciones de arroz han bajado un 20 %, aunque éstas no representaban más que el 12 % de las exportaciones mundiales en 2006 y el 9,6 % en 2007. David Ray et al. demuestran que el precio mundial del arroz también es fijado en Estados Unidos: «El 84 % de la variación en el precio del arroz tailandés puede explicarse por el precio del arroz de Texas y la relación entre stocks y demanda, y un alza del 10 % en el precio del arroz estadounidense provoca un alza del 4,7 % en el precio del arroz tailandés. Esta correlación es una prueba irrefutable que incluso en los casos en que Estados Unidos no es el exportador dominante, los precios en sus mercados de futuros influyen sobre los precios mundiales».30

Fin del recuadro 

La responsabilidad de la Unión Europea 

Como enuncia Jacques Berthelot: «¡La UE-2731 pretende que desea alimentar al resto del mundo, y al mismo tiempo agita la amenaza de China y la India! Esto es risible y penoso al contrastarlo con la dura realidad, que demuestra que es la UE, mas aun que los Estados Unidos, la que recibe una ayuda alimentaria masiva neta de los PED32 

     Bajo la presión del agrobusiness, la UE adoptó una política similar a la de Washington. De aquí al 2010, los combustibles deberán contener un 5,75 % de agrocombustibles y el 10 % en 2020. La UE produce biodiesel principalmente a partir del aceite de colza (el 27 % de la producción mundial) y etanol a partir de trigo, cebada, maíz, remolacha y de la destilación de los excedentes de vino. Sin embargo, la producción europea de agrocombustibles no es rentable. Sólo es viable si recibe subvenciones. Para alcanzar el objetivo del 5, 75 % en 2012 sin recurrir a importaciones, se deberá dedicarle el 20 % de las tierras cultivadas en la actualidad. 

     La UE quiere que se crea que su política tiende a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que, según los científicos, los costes ambientales de los agrocombustibles son superiores a las ventajas que se obtendrían de ellos. Por su parte, la OCDE, en un informe publicado el 12 de septiembre de 2007, afirmaba que «el actual crecimiento de la utilización de agrocombustibles crea tensiones insostenibles que desestabilizarán los mercados sin generar ventajas significativas para el ambiente... Los gobiernos deberían dejar de fijarse nuevos objetivos para los agrocombustibles e investigar los medios para eliminarlos...»33 El relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, Olivier De Schutter, escribía: «en lugar de favorecer la lucha contra el cambio climático, el recurso a ciertos tipos de agrocombustibles lo podría acelerar».34 

¿Tienen los agrocombustibles producidos en China, la India y Brasil un papel importante en el alza del precio de los productos alimentarios básicos? 

     Respecto a China: Hasta el año 2006, China era el 3er productor mundial de etanol de maíz (pero estaba muy lejos de la producción estadounidense y europea), pero en junio de 2007 las autoridades chinas prohibieron cualquier nueva producción de maíz destinada al etanol, para hacer frente al aumento del 42 % de precio del cerdo en su mercado interior. La producción china de etanol bajó efectivamente a mediados de 2007. Jacques Berthelot precisa: «Como, a pesar de la producción de etanol de maíz, China todavía exportó una gran cantidad de maíz en 2007, no se le puede imputar a su etanol una responsabilidad en el explosión del precio mundial de los cereales. Y como sólo produjo 50.000 toneladas de biodiesel en 2006, a pesar de un objetivo de 2 millones de toneladas. En 2010, tampoco esta producción puede responsabilizarse del aumento exagerado del precio de las oleaginosas35 

     Respecto a la India: El gobierno indio, como sus homólogos norteamericanos y europeos, también impuso a la industria petrolera la incorporación de un 5 % de agrocombustibles en los carburantes en 2010, y el 20 % hasta el año 2025. La India llegó, en 2006, a ser el 4º productor mundial de bioetanol, pero en 2007 la producción india se vino abajo (pasó de 1.900 millones de litros a 200 millones de litros, o sea, una reducción de cerca del 90 %). Jacques Berthelot concluye: «Como este bioetanol se produce a partir de la melaza de la caña de azúcar, como la India exporta azúcar y como el precio del azúcar descendió desde 2006, y sólo en enero de 2008 alcanzó su nivel de 2007, no se puede imputar a la India una responsabilidad en la explosión del precio de los cereales36 Por otra parte, la India decidió desarrollar la producción de biodiesel utilizando un vegetal no comestible, la jatropa. Pero, según J. Berthelot, este programa no tendrá éxito porque el gobierno ha fijado un precio para el biodiesel inferior al coste de producción. Se debe señalar que «las organizaciones campesinas indias y las ONG de defensa del medio ambiente se han opuesto tajantemente al desarrollo de agrocombustibles, incluidos los producidos a partir de la jatropa, y a aquellos de la eventual segunda generación, provenientes de productos de la celulosa».37 

     Respecto a Brasil: Tercer productor mundial de agrocombustibles, Brasil está justo por detrás de Estados Unidos y la Unión Europea. Sobrepasa de muy lejos a China y la India. En efecto, produce 10 veces más agrocombustibles que China y 30 veces más que la India. Hasta este momento la mayor parte de la producción proviene de la caña de azúcar (una fracción pequeña, pero en aumento, proviene de la soja). El impacto ambiental y social del desarrollo del monocultivo de la caña de azúcar es claramente negativo y la política de las autoridades de Brasilia ha sido muy criticada por numerosos movimientos sociales. Sin embargo, la producción de agrocombustibles a partir de la caña de azúcar no puede considerarse como un factor que haya provocado el alza de los precios de los productos alimentarios básicos en el mundo, ya que el precio del azúcar descendió desde el año 2006. 

     En conclusión, la producción de agrocombustibles por parte de China, la India y Brasil,38 aunque totalmente criticable desde el punto de vista ambiental y social,39 no es responsable de la explosión de los precios de los productos agrícolas. 

El papel fundamental de la especulación en este alza exagerada de precios. 

La especulación en los principales mercados bursátiles de Estados Unidos, donde se negocian los precios mundiales de los bienes primarios (productos agrícolas y materias primas), ha tenido un papel fundamental. Los actores principales de esta especulación no son francotiradores, sino los inversores institucionales (los zinzins): bancos de negocios,40 fondos de pensiones, fondos de inversiones, sociedades de seguros y bancos comerciales. Los hedge funds y los fondos soberanos41 también tuvieron su parte aunque su peso es muy inferior al de los inversores institucionales.42 

     Michael W. Masters, quien dirige desde hace 12 años un hedge fund en Wall Street, nos da la prueba en un testimonio que presentó ante una comisión del Congreso en Washington, el 20 de mayo de 2008.43 Ante esta comisión encargada de investigar sobre la posible influencia de la especulación en el aumento de precio de los productos básicos, declaró: «Ustedes han planteado la pregunta: ¿Los inversores institucionales contribuyen a la inflación del precio de los alimentos y la energía? Mi respuesta inequívoca es sí».44 En este testimonio, con plena autoridad, explica que el aumento del precio de los alimentos y la energía no es debido a una insuficiente oferta sino a un aumento brutal de la demanda proveniente de los nuevos actores que especulan en el mercado de futuros de los bienes primarios (commodities), donde se compran estos «futuros». En este tipo de mercado, los participantes compran la producción futura: la cosecha de trigo que se hará dentro de uno o dos años, el petróleo que se extraerá en 3 o 6 meses. En tiempos «normales», los principales participantes de estos mercados son, por ejemplo, compañías aéreas que compran el petróleo que necesitarán o firmas de productos alimentarios que compran cereales. Michael W. Masters demuestra que, en Estados Unidos, los capitales asignados por los inversores institucionales al segmento «index trading» de bienes primarios de los mercados a plazos pasaron de 13.000 millones de dólares a fines de 2003 a 260.000 millones de dólares en marzo de 2008.45 Los precios de 25 productos primarios cotizados en estos mercados subieron un 183 % durante el mismo período. Masters explica que se trata de un mercado estrecho.46 Es suficiente que algunos inversores institucionales como los fondos de pensiones asignen el 2 % de sus activos para trastornar la situación. El precio de los bienes primarios en el mercado de futuros repercute inmediatamente sobre el precio actual de esos bienes. Masters demuestra que los inversores institucionales compraron enormes cantidades de maíz y de trigo entre 2007 y 2008, lo que produjo la explosión de precios.47 

     El 22 de septiembre de 2008, en plena tormenta financiera en Estados Unidos, mientras el presidente Bush anunciaba un plan de salvamento de 700.000 millones de dólares, el precio de la soja aumentaba en forma espectacular, ¡un 61,5 %! 

     Jacques Berthelot, que dedica 6 páginas de su estudio al papel de la especulación, demuestra también la función crucial que ésta tuvo en el aumento de los precios.48 Por otra parte, da el ejemplo de un banco belga, el KBC, que desarrolló una campaña publicitaria para vender un nuevo producto comercial: una inversión de ahorristas en 6 productos primarios agrícolas. Para convencer a los clientes de invertir en su fondo de inversión «KBC-Life MI Security Food Prices », la publicidad del KBC afirma: «¡Sacad ventaja del alza de precios de los productos alimentarios!». Esta publicidad presenta como una «oportunidad» la «penuria de agua y de tierras agrícolas explotables», que tiene como consecuencia «una escasez y una consecuente alza de precios de los productos alimentarios básicos».49  

Los acuerdos comerciales impuestos por los países industrializados y las instituciones que dominan (BM, FMI y OMC) debilitan la capacidad de los países en desarrollo para hacer frente al aumento del precio de los alimentos 

     En 2007-2008, más de la mitad de la población del planeta ha visto como se degradaban fuertemente sus condiciones de vida, ya que tuvo que enfrentarse a un alza desmesurada del precio de los alimentos. Esto provocó protestas masivas en al menos una quincena de países durante la primera mitad de 2008. La cantidad de personas afectadas por el hambre ha aumentado en varias decenas de millones y centenas de millones de personas han visto como se restringía su acceso a los alimentos (y por consiguiente a otros bienes y servicios vitales)50. Y todo esto a causa de las decisiones tomadas por un puñado de empresas del sector del agrobusiness (productores de agrocombustibles) y del sector de las finanzas (los inversores institucionales que contribuyen a la manipulación del precio de los productos agrícolas) que se beneficiaron del apoyo del gobierno de Washington y de la Comisión Europea. Sin embargo, la proporción que se exporta de la producción mundial de alimentos sigue siendo baja. Sólo se exporta una parte menor del arroz, trigo o maíz producido en el mundo, mientras una aplastante fracción se consume en el lugar de producción. Por ejemplo, del arroz, según Oxfam, «sólo del 4 al 5 % de la producción es comercializada en el mercado mundial»,51 mientras que este porcentaje es del 20 % para el trigo.52 A pesar de ello, son los precios de los mercados de exportación los que determinan el precio en los mercados locales. Como ya hemos visto, los precios de los mercados de exportación son fijados en Estados Unidos principalmente en tres bolsas (Chicago, Minneapolis y Kansas City). Por consiguiente, el precio del arroz, del trigo o del maíz en Tombuctú, México, Nairobi o Islamabad está directamente afectado por la evolución del precio de estos cereales en los mercados bursátiles estadounidenses. 

     En 2008, con urgencia y sometidos a la amenaza de ser derrocados por los tumultos en los cuatro extremos del mundo, las autoridades de los países en desarrollo debieron tomar medidas para garantizar el acceso de sus ciudadanos a los alimentos básicos. Si se ha llegado a este punto es porque durante muchas décadas los gobiernos renunciaron progresivamente a apoyar a los productores agrícolas locales —en su gran mayoría pequeños productores— y fueron fieles seguidores de las recetas neoliberales dictadas por instituciones como el Banco Mundial o el FMI, en el marco de los planes de ajuste estructural y de los programas de reducción de la pobreza. En nombre de la lucha contra la pobreza, estas instituciones indujeron a los gobiernos a aplicar políticas que, por el contrario, reprodujeron, o incluso, reforzaron la pobreza. Además, en el transcurso de estos últimos años, numerosos gobiernos suscribieron tratados bilaterales (en particular, tratados de libre comercio) que agravaron la situación aún más. Las negociaciones comerciales en el marco del ciclo de Doha de la OMC también tuvieron funestas consecuencias. 

¿Qué pasó? 

1º acto: Los países en desarrollo renunciaron a las protecciones aduaneras que permitían resguardar a los campesinos locales de la competencia de los grandes productores agrícolas extranjeros, principalmente de las grandes compañías agroexportadoras norteamericanas y europeas. Éstas invadieron los mercados locales con productos agrícolas vendidos a un precio por debajo del coste de producción de los agricultores y criadores locales, lo que produjo la quiebra de esta gente (muchos de ellos emigraron a las grandes ciudades o hacia los países más industrializados). Según la OMC, los subsidios concedido por los gobiernos del Norte a sus grandes empresas agrícolas en el mercado interior no constituyen una infracción a las leyes anti dumping. Como dice J. Berthelot: «mientras que para la gente común existe dumping si se exporta a un precio inferior al coste medio de producción del país exportador, para la OMC no existe dumping ya que se exporta al precio interior, aunque éste sea inferior al coste medio de producción.» En resumen, los países de la UE, Estados Unidos y otros países exportadores pueden invadir los mercados de terceros países con sus productos agrícolas, que se han beneficiado de unas muy importantes subvenciones internas. 

     El maíz exportado por Estados Unidos a México es un caso emblemático. Debido al tratado de libre comercio (TLC) firmado entre Estados Unidos, Canadá y México, este último abandonó sus protecciones aduaneras frente a sus vecinos del Norte. Las exportaciones de maíz de Estados Unidos a México se multiplicaron por 9 entre 1993 (el último año antes de la entrada en vigencia del TCL) y 2006. Centenares de miles de familias mexicanas debieron renunciar a la producción de maíz ya que les resultaba más caro que el maíz que provenía de Estados Unidos (producido con tecnología industrial y fuertemente subvencionado). Y no sólo constituyó un drama económico, se trató también de una pérdida de identidad, puesto que el maíz es el símbolo de la vida en la cultura mexicana. Principalmente entre los pueblos de origen maya. Una gran parte de los cultivadores de maíz abandonaron sus campos y se fueron a buscar trabajo en las ciudades industriales de México y de Estados Unidos. 

2º acto: México ahora depende del maíz de Estados Unidos para alimentar a su población y se enfrenta a un aumento desmesurado del precio de este cereal provocado, por una parte, por la especulación en las bolsas de Chicago, Minneapolis y Kansas City, y por otra parte, por la producción de etanol a partir del maíz de su vecino del Norte. 

     Los productores mexicanos de maíz ya no están para satisfacer la demanda interna y los consumidores mexicanos tuvieron que enfrentarse a una explosión del precio de su alimento de base, la tortilla, esa torta de maíz que reemplaza el pan o el bol de arroz consumidos en otras latitudes. En 2007, enormes protestas populares sacudieron México. 

     Estos sucesos nos deben llevar a definir una serie de propuestas alternativas que deberían terminar en reivindicaciones. La última parte de este estudio retoma las conclusiones provisorias de los trabajos de la comisión «Soberanía alimentaria» de la organización Vía Campesina. Estas propuestas, todavía en curso de elaboración, no han sido adoptadas por las instancias de Vía Campesina, por lo tanto son susceptibles de ser modificadas en forma parcial o profunda. En esta etapa, el autor retoma estas propuestas, tal como están, bajo su responsabilidad. 

Pistas alternativas53 

La seguridad alimentaria de todos es posible si los precios agrícolas son estables, si cubren los costes de producción y si garantizan una remuneración decente a los productores. El modelo de precios agrícolas bajos, promovido por los gobiernos occidentales para aumentar el consumo masivo de productos manufacturados y de servicios (turismo, diversión, telecomunicaciones, etc.), no es sostenible, ni en el plano social, ni en el plano ambiental. Este modelo favorece esencialmente a las grandes empresas y, al desviar hacia el consumismo los anhelos democráticos de las poblaciones, las elites políticas y económicas de los países pueden confiscar el poder. 

     Frente a las crisis alimentaria y ambiental actuales, son indispensables cambios radicales y urgentes. Las propuestas planteadas más abajo nos ofrecen pistas para políticas agrícolas y comerciales basadas en la soberanía alimentaria y que permitirían una estabilización de los precios agrícolas a niveles capaces de asegurar una alimentación duradera en la gran mayoría de los países del mundo. 

En el ámbito local: 

      Apoyar la producción agrícola local, en particular promoviendo la actividad agrícola y facilitando los mecanismos de crédito para pequeños productores, hombres y mujeres.

    Apoyar y desarrollar los circuitos de comercialización directos/cortos entre productores y consumidores para garantizar precios remuneradores para los campesinos y abordables para los consumidores.

       Promover el consumo de productos locales.

    Sostener los modos de producción más autónomos respecto a los insumos químicos y  así menos sujetos a las variaciones de los costes de producción (por ejemplo, alimentación del ganado con pastos en lugar de hacerlo con maíz o soja). 

En el ámbito nacional:  

El derecho internacional permite a los Estados realizar actos unilaterales soberanos con el fin de proteger su agricultura y de garantizar la utilización soberana de sus recursos naturales. Por ello, el Pacto por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales reconoce el derecho a la alimentación. Es responsabilidad del Estado garantizar que este derecho prime sobre, por ejemplo, el derecho comercial. Los Estados pueden justificar la ruptura  de tratados firmados, pero que amenazan la soberanía y la seguridad alimentaria de su población, invocando cambios fundamentales de las circunstancias (aumento escandaloso de los precios de los productos agrícolas, cambio climático) y del estado de necesidad para mantener la paz social y permitir a la población satisfacer sus necesidades fundamentales. Sobre esta base jurídica se apoyan las siguientes propuestas que los Estados nacionales tienen la responsabilidad de llevar a cabo. 

       Restablecer unas políticas de verdadero apoyo a la producción agrícola familiar.

    No firmar, y en caso contrario denunciar, los acuerdos de libre comercio multilaterales (OMC) y bilaterales (ALE y APE) que están en contradicción con la soberanía alimentaria.

    Establecer o restablecer las protecciones aduaneras frente a las importaciones agrícolas.

    Reconstituir las reservas alimentarias públicas de cada país.

    Restablecer los mecanismos de garantía de los precios agrícolas.

    Desarrollar políticas de control de la producción para estabilizar los precios agrícolas.

    Controlar los márgenes de ganancias de los intermediarios.

    Poner en marcha reformas agrarias globales (sobre la tierra, por supuesto, pero también sobre el agua y las semillas) para asegurar y dar primacía a los campesinos y campesinas que producen los alimentos para las poblaciones en el acceso a los recursos agrícolas, más bien que a las grandes empresas que producen para la exportación.

    Prohibir la especulación sobre los alimentos. 

En el ámbito internacional: 

    Prohibir la especulación con los alimentos; especular con la vida de la gente es un crimen y por ello los gobiernos y las instituciones internacionales deben prohibir las inversiones especulativas en los productos agrícolas.

    Inscribir en el derecho internacional el derecho a la soberanía alimentaria para que todos los países tengan derecho a desarrollar sus propias políticas agrícolas y a proteger su agricultura, sin perjudicar a otros países, y que este derecho sea reconocido (en especial en la Carta de los derechos económicos, sociales y culturales).

    Establecer una moratoria sobre los agrocombustibles industriales.

    Establecer o restablecer organizaciones internacionales de regulación de mercados y de producción de los principales productos de exportación (por ejemplo, cartel de países productores de café, de cacao, de bananas, de té, etc.) para asegurar precios estables de sus productos a nivel internacional.

    Acabar con los planes de ajuste estructural (PAE) que obligan a los Estados a renunciar a su soberanía alimentaria.

    Terminar con los mecanismos humillantes de la deuda externa.

    Reformar la Política Agrícola Común de la UE y la Farm Bill de Estados Unidos, que producen efectos devastadores sobre el equilibrio de los mercados agrícolas.54 

Conclusión 

Esta investigación contradice las explicaciones de moda. La idea de que China y la India son las responsables de la crisis alimentaria es un engaño destinado a esconder la verdad.

De hecho, las decisiones de los grandes grupos capitalistas de Estados Unidos y, en segundo lugar, de Europa Occidental están en el origen de la crisis alimentaria, en especial los inversores institucionales (los zinzins), responsables de la especulación con los alimentos y los hidrocarburos, y las grandes empresas del agrobusiness, que aumentaron la producción de agrocombustibles precisamente para provocar un alza de precios y aumentar su rentabilidad. 

     La crisis alimentaria mundial desnuda el motor de la solución capitalista: la búsqueda del máximo beneficio privado a corto plazo. Para los capitalistas, los alimentos no son más que una mercadería que hay que vender sacando el mayor provecho posible. El alimento, elemento esencial para el mantenimiento de la vida de los seres humanos, se transforma es un mero instrumento de obtención de ganancias. Se debe acabar con esta lógica mortífera. Es necesario abolir el control del capital sobre los grandes medios de producción y de comercialización. 

     La crisis alimentaria mundial, cuyas consecuencias se verán agravadas por la crisis económica mundial y por el cambio climático que sufre el planeta, nos obliga a poner en marcha un conjunto de políticas públicas radicales. El avance en ese sentido concierne a toda la humanidad. 

international@cadtm.org

Traducido por Griselda Pinero y Raul Quiroz



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Eric Toussaint


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