¿Qué podemos esperar de Obama?

El resultado de las recientes elecciones presidenciales en los Estados Unidos que consagraron al senador afroamericano Barack Obama, permite observar cambios significativos en la sociedad norteamericana. Obama se impuso con holgura en la población hispana, negra, femenina, y sobre todo entre los que votaron por primera vez. La elección evidenció la impopularidad de Bush, y expresó un rotundo rechazo a su política económica, de salud y de empleo por una parte importante de la población. Sin embargo, conviene no olvidar que las propuestas conservadoras y continuistas de McCain obtuvieron alrededor del 46% de adhesiones.

Las consecuencias de la doctrina de “guerra preventiva” que ha llevado el genocidio a Irak y Afganistán en busca del petróleo, donde se encuentran empantanados, con millones de pobladores muertos, y un número de bajas propias que equiparan a las de Vietnam, han pesado fuerte en este proceso. La colosal crisis económica y financiera originada en los Estados Unidos y que amenaza con una recesión a escala mundial, fue otro elemento esencial en el voto norteamericano, abogando por un cambio urgente.

Ahora bien. ¿Es posible que las expectativas de cambio y transformación generadas puedan ser cumplidas? Considero que no hay elementos objetivos para tales ilusiones, a menos que olvidemos que se trata del Imperio.

Esta elección se produce en un momento en el que se acentúa el declive de la hegemonía política, económica y cultural norteamericana en el mundo. La tendencia hacia la multipolaridad constituye hoy una realidad tangible que contrasta objetivamente con el auge neoliberal de los últimos 30 años. La votación en los Estados Unidos, que encarna indiscutiblemente características inéditas -recordemos que hasta hace 50 años existía un régimen de “apartheid” respecto a la población negra en varios estados-, no implicará necesariamente una modificación automática en los planes de los poderes..

El poderío del complejo militar industrial, de las grandes corporaciones transnacionales; el enorme déficit fiscal y comercial interno; la necesidad de atender el consumismo de la principal potencia y su absorción de los recursos naturales y energéticos del mundo, hacen prever un escenario muy complejo para las aspiraciones de cambio planteadas por el presidente electo.

El modelo económico asentado en la especulación financiera se ha derrumbando. Los Estados Unidos pretenderán conservar su hegemonía a partir de otras variantes. Al mismo tiempo, procurarán trasladar los efectos de la crisis hacia nuestros pueblos. Siempre las crisis tienen sus costos, y es obvio y natural que el gobierno de EE.UU. trate que no sea su pueblo el que las pague. Incluso, no se debiera descartar la vía agresiva, considerando el peso de poderes autónomos, y su escasez de recursos estratégicos para superar la hecatombe, más allá de la expresión del pueblo norteamericano.

Ante a esta coyuntura, la única posibilidad que tenemos como región para enfrentar los coletazos de la crisis mundial, es afirmarnos en nuestro camino de independencia y soberanía, de integración en términos económicos, políticos y productivos, de defensa de la autodeterminación de nuestras naciones. No es momento de falsas expectativas, sino de consolidar la unidad de nuestros pueblos.

*Dirigente del Frente Transversal Nacional y Popular.


caborgna@yahoo.com.ar


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Oscar Laborde*

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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