1.- La “Conferencia de Seguridad de Suramérica” en Cartagena:
No debe pasar por desapercibida la gravedad de la instalación de una plataforma de bases norteamericanas en Colombia. El anuncio del Presidente Uribe y lo tratado en la “Conferencia de Seguridad de Suramérica” en Cartagena, con el apoyo del Comando Sur, debe prender todas las señales de alerta del gobierno bolivariano, de la alianza política de los partidos políticos, de los movimientos sociales y populares que impulsan la revolución pacífica, democrática y constituyente en Nuestra América, de todos los miembros del ALBA, de UNASUR y de todos los pueblos del mundo, justamente, en pleno contexto de ofensiva golpista contra el pueblo de Honduras, y en medio de la crisis económica, social y política interna de la propia Colombia.
Hay que analizar con atención lo acordado en la llamada "Conferencia de Seguridad de Suramérica", organizada por las Fuerzas Militares de Colombia y el Comando Sur de Estados Unidos. El espacio era “propicio” para que los jefes militares de algunos países de Suramérica, analizaran "temas estratégicos", que para ellos tienen impacto regional. ¿Se habrá analizado el reciente golpe militar contra Zelaya el pueblo Hondureño?
Para el General Colombiano y Ministro de la Defensa (e) Freddy Padilla de León, el propósito de la conferencia fue “estrechar lazos de confianza, cooperación y amistad de las Fuerzas Armadas, y de los comandantes de las Fuerzas Militares de América del Sur y del Comando Sur de Estados Unidos". Sabemos lo que esto significa.
La reunión fue titulada: "Futuros retos y misiones de las Fuerzas Armadas de Suramérica", se celebró en Cartagena (por razones de seguridad, dada su localización geográfica). Participaron el jefe del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, general Douglas Fraser, el comandante en Jefe del Ejército de Uruguay, general Jorge Washington Rosales, el ministro de Defensa de Uruguay, José Arturo Ballardi Lozano; el jefe del estado mayor conjunto de las Fuerzas Armadas de Argentina, Brigadier General Jorge Alberto Chevalier, y el jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Paraguay, Brigadier General Rogelio Torales. También el secretario de Defensa de México, general Guillermo Galván; el jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de Perú, general de Ejército Francisco Javier Contreras Rivas; el Jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional de Chile, Teniente General Alfredo Ewing Pinochet, y el viceministro de Seguridad Pública del Ministerio de Gobierno y Justicia de Panamá, Alejandro Garuz.
Dadas las suspicacias inevitables que generó esta cita, el comandante de las Fuerzas Militares de Colombia, el general Freddy Padilla, afirmó que nadie, salvo "los terroristas y narcotraficantes", debe temer por el acuerdo que Colombia negocia con EE.UU., al tiempo que llamó a sus pares militares de Argentina, Brasil, Chile, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay a cooperar en la “lucha al terrorismo”.
En el inicio de la Conferencia, el Jefe del Comando Sur de EE.UU., general Douglas Fraser, señaló que el acuerdo sobre uso de bases militares de Colombia, como ya lo había anunciado antes Uribe, aún no estaba finiquitado, y que era para combatir el tráfico de drogas y la subversión. Dijo: “(…) el tipo de material que va a estar ahí depende de Colombia”.
Padilla adelantaba que nadie debe temer "por este acuerdo transparente, respetuoso en soberanías, de los acuerdos internacionales y que busca fortalecer nuestra capacidad en la lucha contra las drogas.” Siguiendo una máxima de sano escepticismo, frente a las declaraciones de cualquier cúpula militar represiva, es posible que estemos frente a un acuerdo poco transparente, no respetuoso de las soberanías nacionales ni de Colombia ni de los países afectados, ni respetuoso de acuerdos internacionales, y que el propósito no sea luchar contra las drogas.
Un pequeño detalle: la “Conferencia de Seguridad de Suramérica” no la organizó UNASUR, sino el mismísimo Comando Sur de los EE.UU… ¡solo detalles!
2.- El propósito no es el “narcotráfico y el terrorismo”, sino el control de recursos estratégicos, el quiebre del alba y fortalecer estrategia de contención de las revoluciones pacíficas, democráticas y constituyentes en Nuestra América.
No hay que perder de vista la declaración del candidato preferido por Uribe para su propia sucesión, el ex ministro Óscar Felipe Arias, apodado Uribito, quién señaló que las nuevas bases estadounidenses servirán "para defender a los colombianos de su vecindario". Tampoco el respaldo que recibió inmediatamente Uribe de su par peruano Alan García, ni dejar de ver el tablero de conjunto. Bolivia en cambio, rechazó “la utilización” (eufemismo que maneja el actual gobierno colombiano) o instalación de bases militares que se desprendería del nuevo acuerdo entre su Colombia y los EE.UU.
Alan García, Presidente Constitucional del Perú, llego a declarar la admiración por "el esfuerzo desplegado por el presidente Uribe" que dijo no solo favorece a Colombia sino al modelo democrático en el continente. "Siempre estaremos respaldando ese trabajo fundamental que ha hecho usted".
Como vemos, no se trata de narcotráfico y de la lucha contra la subversión en Colombia. Se trata de una estrategia contra la insurgencia nacional-popular continental de Nuestra América.
Llama la atención, en este contexto, las declaraciones de la sutil cancillería brasileña. Marco Aurelio García, dijo que Brasil respeta las decisiones soberanas de cada gobierno, pero sostuvo que un eventual acuerdo colombo-estadounidense no deja de preocuparles. "Esas bases se sitúan en una región que tiene interés muy grande para nosotros, que es el Amazonas".
Esta declaración fue dada tras reunirse con James Jones, Consejero de Seguridad Nacional del presidente Barack Obama, quién estuvo paralelamente en Brasil.
Al parecer, toda la lucha que despliega el imperio contra el llamado “terrorismo” en el Medio Oriente, y desde el Cáucaso hasta Afghanistan y Paquistán, comienza a trasplantarse hacia Nuestra América. Como dicen algunos, en el fondo de la lucha contra el “terrorismo” opera la tesis guerra infinita, planteada por Samuel P. Huntington, como lo es la del “Choque de Civilizaciones”.
Uribe lucha en los frentes interno y externo apoyado por los EE.UU y el Comando Sur. Internamente vulnera la Constitución Colombiana, cuando acepta la instalación de bases militares extranjeras, hablando siempre de “utilización de bases colombianas y del paso de tropas extranjeras por territorio colombiano”, hechos que tienen que ser autorizado previamente por el Senado de la República. Y a las nuevas fuerzas norteamericanas y los llamados contratistas se le suman a las Fuerzas Armadas Colombianas, las mayores de Suramérica, y como se ha señalado superiores a las del Brasil, que tienen un territorio 7 veces mayor y una población 5 veces superior. Colombia gasta porcentajes del PIB mayores que los erogados por el propio Ejército de los Estados Unidos. Se trata, como Israel, de un prototipo de Estado guerrerista y por su ubicación geográfica, cabeza de playa y plataforma del Comando Sur.
Hasta ahora se habla de 7 bases militares, que conforman abanicos estratégicos hacia Venezuela: Base naval de Cartagena y aérea de Malambo-Departamento Atlántico, Bases de Palanquero-Cundinamarca( ver: http://maps.google.com/maps?ll=5.483611,-74.657361&spn=0.03,0.03&t=m&q=5.483611,-74.657361), Apiay-Meta, y para completar, se incluye en fuentes no oficiales colombianas informaciones estrategicas que aún no se han dado a la luz pública sobre la apetecible base aérea de Marandúa (ver:http://maps.google.com/maps?ll=5.524483,-68.6856&spn=0.03,0.03&t=m&q=5.524483,-68.6856) para el Comando Sur, en el Vichada; posición estratégica enclavado frente a la Faja petrolífera del Orinoco y la Amazonía Venezolana.
Bajo el pretexto de la “modernización de Marandúa” y su planificada conversión de Grupo Aéreo de Oriente a Comando Aéreo de Combate N ° 7, junto a las bases de operaciones de Apiay, Yopal y Saravena, cualquiera tendría extrema atención de los movimientos geoestratégico, que amenazan directamente a los Venezuela (sin tomar en consideración el cerco militar que se cierra con las bases de Aruba y Curazao, además de Guantánamo, Panama más la IV Flota).
Ecuador también se ve gravemente amenazado. Se trata de un abanico que se proyecta hacia Ecuador desde Palanquero, en Cundinamarca (centro) y Apiay en Meta (centro), junto a las bases de Tolemaida, en Cundinamarca, Larandia, en Caquetá (sur); y de Bahía Málaga, en Valle del Cauca (centro-oeste, sobre la costa Pacífica). Dos abanicos de proyección que colocan una cuña entre Venezuela y Ecuador. Imaginémonos por un momento, si en este cuadro se agregan, las posibles bases militares norteamericanas en el Perú de Alan García, amenazando a Bolivia. La conclusión es que la planificación estratégica del Comando Sur no puede ser subestimada por nadie, pues se trata de la fuerza armada imperial más poderosa del mundo.
Mientras el gobierno de Uribe afirma reiteradamente que la política de seguridad democrática es exitosa, negando la existencia del conflicto interno, afirmando el desmantelamiento del paramilitarismo y que tiene a la guerrilla de rodillas, que avanza exitosamente en la lucha contra los carteles de la droga, entonces le da la buena nueva al vecindario latinoamericano (entremezclándose sus negociaciones sobre el TLC con los EE.UU, esta graciosa concesión al Comando Sur. Existen sospechas fundadas de que la instalación de nuevas bases militares norteamericanas, son parte de un plan de despliegue contra Venezuela y Ecuador, para derrocar el proceso revolucionario que lidera el Presidente Chávez y Correa.
3.- ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Algunos detalles del preacuerdo han comenzado a circular: Las autoridades colombianas aseguran que solamente autorizarán la movilización de 1.400 hombres (800 militares y 600 “contratistas”). Actualmente se calcula que aproximadamente hay mas de 250 militares de Estados Unidos, mientras se estima según fuentes oficiales que hay 90 “contratistas”. Esto sin agregar el llamado flujo o transito de militares de Estados Unidos que visitan el país, que hace que en promedio siempre haya 400 uniformados estadounidenses.
Por otra parte, se plantea que los equipos que llegarán “deberán ser utilizados por la Fuerza Pública colombiana, a través de los acuerdos que se basan en tácticas de inteligencia para brindarles mayor seguridad a los colombianos”, manifestó El General Padilla. Esto significa que EE.UU adiestra en el uso de equipos norteamericanos de alta tecnología a las fuerzas armadas colombianas.
Así mismo, se habla de que en el momento que se firme el convenio con los Estados Unidos el Gobierno Nacional, representado por el Ministro de Relaciones Exteriores, y el Gobierno de los Estados Unidos acordarán prorrogar la permanencia de las Misiones del Ejército, La Armada y la Fuerza Aérea. Por si fuera poco, se está negociando la presencia de embarcaciones con radares en Málaga (Pacífico) y Cartagena (Caribe), para supuestamente controlar el tráfico de droga que circula por esas aguas y que va dirigido hacia Centroamérica y Europa. Es decir, se están instalando Radares Norteamericanos.
Para fines de mando, control, coordinación y administración, el convenio operativo sería conformado por algunos generales de la Fuerza Aérea Colombiana, así como las actividades de Inteligencia, de de manera que “pueda proteger la información confidencial e implementar los procedimientos y métodos necesarios para protegerla”. En el terreno de las operaciones, “serán de exclusiva responsabilidad de la Fuerza Aérea Colombiana -FAC-, con el apoyo logístico de Estados Unidos”.
Si lo que comienza a circular es cierto, la UNASUR y una necesaria Cumbre de seguridad del ALBA deberán exigir total transparencia, respeto absoluto de Colombia a la soberanía de Venezuela, Ecuador y Nicaragua, y sobre todo, cerrar filas los gobiernos y pueblos de Nuestra América para en una sola voz decir:
Bases y tropas gringas del Comando Sur:
¡Go Home!.