Más claro aún lo expresó Rafael Correa, pretender que el gobierno colombiano podrá controlar las operaciones que realicen los gringos en dichas bases es una ingenuidad, para no decir que una estupidez. El mejor ejemplo la experiencia de los ecuatorianos de la recién desmantelada base militar de Manta.
El Presidente Chávez lo dijo también de manera contundente, la suscripción del acuerdo, para instalar las 7 bases militares, entre la Casa Blanca y el Palacio de Nariño forma parte de la estrategia global de dominación de Estados Unidos.
Evo Morales fue tajante al afirmar que no se puede permitir la presencia militar extranjera en nuestros territorios: es un mandato noble que nos dan nuestros pueblos.
La mayoría mostró su rechazo a la instalación de las bases militares en el territorio de Colombia; no obstante, se observa por un lado la convicción, la firmeza y la claridad de los presidentes Chávez, Correa y Morales en su determinación de llamar las cosas por su nombre y en denunciar el intervencionismo estadounidense y la complicidad a la que se está prestando Colombia; mientras que se observa la posición aún tímida del resto de presidentes que seguramente apoyan la firmeza del trío de presidentes dignos pero que muestran un discurso prudente y poco temerario que invita a la sumisión y a la subordinación.
En un documento rubricado por el coronel retirado de US Army, Daniel Smith, éste plantea que las fuerzas estadounidenses tienen como misión priorizada garantizar el suministro energético de la economía norteamericana.
En
este asunto de instalación de bases militares en Colombia no se puede
dejar de lado que Venezuela cuenta con una reserva petrolera valorada
como una de las mayores del mundo, además del hecho de que su ubicación
geográfica la ha convertido en el suplidor seguro directo de EE UU
y de su economía. Así que la posibilidad de una invasión gringa por
el control de nuestras reservas petroleras no es resultado de una paranoia
del Comandante y debe invitarnos a estar preparados para ello.