Todo parece indicar que, por la manera como el imperio y su Premio Nobel de la Paz, Barak Obama, asumieron el derrocamiento del gobierno democrático del presidente Zelaya, urdieron diversas maniobras ilusivas y dilatorias para mantener en el poder a la pandilla de facinerosos dirigidos por Romero Vásquez y Roberto Micheletti y, culminan su tarea pretendiendo legitimar unos comicios, en el cual es declarado triunfador uno de los oligarcas más comprometidos con El Golpe de Estado, Porfirio Lobo; estamos en presencia de una nueva “Doctrina Política” que orientará la acción intervencionista y antidemocrática del actual gobierno de los Estados Unidos en Nuestra América.
Los cambios que operan en el planeta y, en el particular, entre los países de América Latina y el Caribe, no solo responden al agotamiento de un modelo civilizatorio – la modernidad capitalista - que se evidencia acabado en su fundamento filosófico y su viabilidad existencial, sino que coincide con un salto cualitativo en la conciencia de la humanidad y el protagonismo de los pueblos que, de diversas maneras, resisten la fatalidad de un sistema capitalista basado en la prosperidad de unos pocos, en la guerra de los soldados de la pobreza, la reproducción de los hambrientos de todas partes, la incultura de la mayoría y, especialmente, en la depredación acelerada e irreversible de las culturas y los recursos materiales e inmateriales de la Humanidad y el territorio del planeta Tierra.
Por eso, la administración Obama, mientras profundiza, las guerras heredadas del Clan Bush y los petroleros de Texas, ensaya un nuevo modelo de control político en nuestro América, que sin renunciar a su doctrina de guerra global, apela a todas las formas de agitación, división y desestabilización de gobiernos y sociedades, combando las estructuras de poder del viejo Estado neocolonial, con las expresiones de los grupos sociales cautivos de la ideología dominante, tendiendo como cobertura el aparato mediático global y sus repetidoras nacionales.
La “Doctrina Obama”, no niega el uso de la violencia, pero limita su dirección e intensidad a los actores y factores insumisos, hace uso intensivo de la desinformación interna y global, con el fin de desorientar la sociedad e inhibir la reacción mundial, distrae, divide y confunde a actores y espectadores, mientras consolida las posiciones de sus protegidos; declara, se pronuncia, promueve acuerdos, mientras se erige en el árbitro y presenta la capitulación al contrario. Y finalmente, se distancia de la palabra dicha, desconoce el pacto suscrito y termina planteando el “borrón y cuenta nueva”, que santifica a los golpistas, reconoce a los continuadores de sus fechorías e, impunibiliza a los violadores de Derechos Humanos.
La nueva “Doctrina Obama”, tiene la particularidad de que, además de serle barata en gastos y en oficiales, soldados y mercenarios, muertos, heridos y enloquecidos; le hace mucho más fácil el trabajo a sus arquitectos de traiciones, escultores de innoblezas y sembradores de indignidades que todavía, para la desgracia de esta tierra de Libertadores, siguen practicando su miserable oficio en nombre de una “democracia “… que ha sembrado América de hambre y miseria en nombre de la libertad”. (S. Bolívar).
La “Doctrina Obama” es posible y debe ser derrotada y, para ello, los nuevos liderazgos y las vanguardias democráticas y revolucionarias de Nuestra América deben ser capaces de enfrentarla con la educación, organización y movilización de amplios frentes sociales y políticos que se unifiquen en la defensa consecuente de las conquistas políticas, sociales y económicas de los pueblos y, que, desde la defensa consecuente de la Paz, construyen en el amplio territorio del planeta Tierra, alianzas y solidaridades diversas que hagan de toda rebelión antimperialista de los pueblos, una trinchera de ese nuevo mundo de sueños, esperanzas y utopías que se asoma en el ALBA de nuestra América,
“Unidad, unidad, unidad, es nuestra divisa”.
(S. Bolívar).
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