Las victorias de Bush

Propios y extraños coincidimos que para todos los pueblos del mundo, incluyendo a los estadounidense, los dos períodos de gobierno de George W. Bush fueron desastrosos, no solo por las guerras “injusta, ilegales e inmorales” (lo dijo Juan Pablo II), que desarrollan contra los pueblos afganos e iraquí, desafiando la opinión pública internacional, sino también porque, al final de sus ocho años de mandato, dejó sumido al mundo en un gran caos económico, ambiental y financiero, cuya negativa fuerza expansiva, no se limitó a los grandes países capitalistas, sino que afectó al conjunto de la economía mundial y la calidad de vida de los seres humanos.

El gobierno de Bush fue un gobierno que intentó consolidar el edificio jurídico, político, económico y militar del Estado Global, como lo denomina el general Muller Rojas, desterritorializando el poder del Estado imperialista clásico, para hacerlo avanzar como realidad fáctica, omnipresente y omnipotente, que de la misma manera que oprime, explota y le hace la guerra a quienes considera sus enemigos en los más apartados lugares del planeta, planifica guerras preventivas contrainsurgentes en su propio territorio, ante la eventualidad de que las crisis que provoca tal reordenamiento global, terminen articulando y movilizando las resistencias de los indios sobrevivientes del genocidio de los siglos XVIII y XIX, los descendientes de los africanos esclavizados, los millones de latinos inmigrantes lumpenproletarizados y, a los trabajadores y trabajadoras manuales e intelectuales, de la ciudad y el campo estadounidense que van perdiendo las dádivas dirigidas a garantizar el consenso y gobernabilidad que le permitía a los grupos corporativos dominantes, utilizar el aparato político, militar y de inteligencia del Estado en favor de sus intereses privados.

George W. Bush fue derrotado no solo por ser un alcóholico e imbecil vaquero, con linaje de familia presidencial y apoyos de empresas petroleras texanas, sino porque su gobierno llegó tarde al desarrollo de la crisis del Capitalismo Global, en la cual se combinaron, el control especulativo del sector financiero sobre la Plusvalía Global del Capital y, la decrepitud de un aparato industrial agotado en su desarrollo científico-técnico, retado por la competencia de las economías emergente asiáticas ( primero Japón, después los Tigres del Pacifico y, finalmente China y la India), convirtiéndolos deudores crónicos, y productores mundiales de papel moneda inorgánico para palear su déficit fiscal y mantener su aparato militar global y el insostenible nivel de vida de su población.

Pero, aun así, George W. Bush se anotó una gran victoria, al imponerle al planeta su “Guerra Global contra el Terrorismo”, convirtiendo a todo el ancho territorio del planeta en su escenario de guerra, a cada uno de los seres humanos en presunto “combatiente enemigo”, sujetos de investigación preventiva, fichaje y persecución por sus agencias de espionaje y la de sus aliados, no por sus actos contra la seguridad y los intereses de los Estados Unidos, dentro o fuera de su territorio, ni siquiera por sus ideas antiimperialistas, sino por la simple pertenencia a un grupo étnico, religioso, político, cultural o ecológico, proclive o sospechoso de tener inclinaciones contrarias al nuevo orden creado por el Poder Constituido Global.

El gobierno de George W. Bush, definitivamente extraterritarializó y le dio sustento jurídico a las fechoría, abusos y crímenes de sus policías mercenarias, sus cárceles clandestinas, sus jueces militares y sus aviones piratas, confirmó la supremacía de sus leyes sobre el Derecho Internacional de los Derechos Humanos y el Derecho Humanitario, dividiendo a los habitantes del planeta entre los que están con él, en su lucha contra su visión del “terrorismo” y, los que no comparten esa visión imperial de los conflictos armados y su solución.

Pero el aspecto mas importante de esta perversa victoria de George W. Bush, es que su estrategia contra lo que el llama “terrorismo”, sepultó, definitivamente, el viejo edificio liberal, democrático burgués, humanista del Estado Jefersoniano, aniquilando sus sagradas libertades de culto, pensamiento y circulación, desconociendo derechos civiles y políticos tan preciados como la privacidad de la correspondencia, del domicilio y las garantías judiciales (Patriot Lax dixit) y, dándole al Estado imperialista, el poder de aplastar todo sentido de la dignidad de la persona humana mediante el poder terrorífico de un Estado para quien, algo tan elemental como el pudor de la desnudez de una mujer frente a un agente de inmigración con un escanner, debe estar supeditado a las exigencias de la seguridad del Estado Global y el Poder Policial Constituido que lo hegemoniza.

Para afirmar esta terminante conclusión, solo debemos apreciar la validación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a la guerra genocida en Irak y Afganistan, la complicidad de gobiernos “demócratas” con el secuestro internacional y la tortura de los prisioneros, la complaciente omisión del Consejo de Derechos Humanos y sus Relatores Sobre Desapariciones Forzadas y Torturas ante estos crímenes de Lesa Humanidad y la ausencia de resistencia de la mayoría de gobiernos y organizaciones defensoras de los derechos humanos, a la anulación de los fundamentos principales de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1.948.

Revertir esta perversa y anti-histórica victoria de Bush, es un imperativo histórico de los pueblos y de toda la Humanidad, lo cual requiere de la unidad en la acción de los Estados que hacen mayoría en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en el Consejo de Derechos Humanos y en el Consejo Económico y Social pero, especialmente, de la movilización de las fuerzas alternativas de la sociedad norteamericana que subyacen temerosas o dispersas en el seno de un Estado Policial, autoritario, represivo y criminal de los Estados Unidos. En el amplio territorio planetario debe librarse esta resistencia-ofensiva que tiene por final, la victoria de la Humanidad sobre su enemigo histórico: el Imperialismo.


yoelpmarcano@yahoo.com


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Yoel Pérez Marcano


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