En las circunstancias presentes tras el sismo que ha devastado a la capital de Haití y ante la urgencia de acciones integrales para canalizar la ayuda de la comunidad internacional, a fin de afrontar la tragedia que vive el pueblo haitiano, pareciera innecesario y gratuitos los reproches y denuncias a quien, como decisor importante de la ayuda internacional, ha actuado priorizando sospechosamente una presencia militar desproporcionada e inútil, pues los recursos humanos decisivos, inminentes, deben ser los activos para salvar, curar y organizar la entrega de los recursos donados.
La presencia militar, fuertemente armada y en zafarrancho de combate, en tierra extraña, ofende siempre, y hiere más la sensibilidad propia y extraña cuando se realiza en medio de un desastre humanitario, independientemente de cuales sean los propósitos declarados de la misión y las razones que puedan esgrimirse para proceder a tal despliegue. En tales circunstancias, las armas han de llevarse en el corazón y el control de las masas desesperadas requiere la confianza y la fuerza de la moral humanitaria y de la experiencia acumulada por las organizaciones y organismos especializados en socorro y protección de las poblaciones en situaciones de desastres naturales. ¡Vaya si la comunidad internacional ha acumulado experiencias en este campo!
¿Por qué si en Haití existen tropas de la ONU desde hace años con funciones de mantenimiento de un supuesto orden, se introdujeron unilateralmente tropas de los Estados Unidos con este propósito, cuando lo lógico era incrementar las de la ONU, si realmente hubiera sido necesario, y mantenerlas con la misma subordinación? ¿Por qué demostrar la prepotencia, con la 82 División, y ocupar el aeropuerto y otras instalaciones con la misma actitud y estrategia con la que USA despliega sus tropas en los países invadidos en tiempo de guerras?
Las declaraciones de gobiernos de varios países, entre ellos el de Francia y Brasil, que se refieren a la política obstaculizadora para el arribo de sus aviones y luego para la salida expedita de la ayuda material hacia los núcleos de población de la capital, son elementos de un episodio que sólo reflejan la fachada de algo más tétrico o perverso que puede estar escondido en las trastiendas y que forma parte de las pretensiones ocultas o evidentes de la geoestrategia imperial.
Esperemos que la denuncia oportuna sirva para que la ONU y todos los países involucrados, puedan salvar este momento y estos actos de evidentes fricciones y recelos por la presencia militar exagerada de los Estados Unidos, y predominen el clima y el espíritu solidario, fluya la ayuda en forma coordinada y se haga efectiva la cooperación imprescindible de todos. Haití merece un trato más culto y civilizado a la hora de tenderle la mano solidaria. ¿No creen?
21/1/10
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