“Ex
Africa semper aliquid novi”
Gaius Plinius Secundus (23 - 79)
“Si el pueblo estadounidense supiera
lo que hemos hecho, nos colgaría de los postes de luz”.
George H. W. Bush (Padre) 2/07/06
Un artículo que he escrito hace media
década y que fue publicado por VHeadline el 3 de abril de 2005, “Kwame
Nkrumah: La cara oscura de la Revolución Bolivariana” ha dado lugar a
debates intensos durante los últimos años, en relación con el futuro de
los recursos naturales y sociales de los continentes africano y
americano, con sus respectivos pueblos y por ello con la humanidad
entera.
(Véase:
http://www.vheadline.com/readnews.asp?id=29251)
Actualmente, las relaciones entre
Venezuela y África, entre Sur y Sur están mejorando como nunca antes,
pero también están en auge las relaciones chinas y estadounidenses en
África. La cuestión multimillonaria sigue siendo: ¿A dónde conduce este
gran amor repentino para África?
Recordemos algunos hechos y procesos
históricos que han conducido directamente a la situación africana
actual.
¿Por qué las bases militares
estadounidenses en Colombia no sólo apuntan a Venezuela sino también a
África?
Con relación a este hecho es realmente
fascinante observar, que algunas de las principales medidas
revolucionarias que el Presidente Kwame Nkrumah de Ghana había
fomentado en África durante los años sesenta, es decir, hace medio
siglo ya, ahora el presidente Hugo Chávez Frías de Venezuela también
las está tratando de tomar en Venezuela en el siglo 21. Además los
ataques imperialistas contra Chávez también tienen su contraparte
histórica en el feroz sabotaje económico y la estrategia de la Gran
Mentira contra Nkrumah: hasta hoy, muchos africanos, incluso Ghaneses,
todavía creen que Nkrumah fue un gran dictador. Cum grano salis, el
fracaso o la imposibilidad de la materialización de los brillantes
esfuerzos revolucionarios de Nkrumah (y de otros valientes combatientes
africanos, como Frantz Fanon, Amilcar Cabral, Walter Rodney o Patrice
Lumumba) es una de las principales razones políticas por las que el
África está perdiendo progresivamente su “camino revolucionario”
(Nkrumah), su objetivo emancipatorio a largo plazo y su quo vadis
transhistórico. Hacia el final del segundo milenio, otra de las razones
económicas para el fracaso actual fue la subasta total de muchos
estados africanos, especialmente de la Revolución sudafricana, de sus
recursos vitales humanos y naturales, a la globalización corporativa,
al fascismo orwelliano americano-europeo, que en la actualidad se está
extendiendo como un incendio silvestre en el Medio Oriente. Si la
revolución sudafricana hubiese cumplido con sus verdaderas tareas
radicales y anti-capitalistas, y no hubiese negociado con el enemigo en
Lusaka, ni hecho grandes promesas para las sufridas masas u organizado
“diálogos” y “comisiones de la verdad”, con excepción de algunas
migajas, que de paso no han traído casi nada para los pobres de África;
con toda su experiencia sangrienta de siglos de resistencia colonial y
de la lucha de clases moderna ... incluso de la praxis y la teoría
socialista, alentada personalmente por León Trotsky, quien escribió la
introducción del “Manifiesto del Partido Comunista”, publicado en
afrikáans ... tal vez en el siglo 21 se hubiesen abierto otras
perspectivas emancipatorias que aún hoy serían impensables para una
mentalidad esclavista adoctrinada y estarían más allá de la comprensión
intelectual, religiosa e ideológica de una mente pequeño-burguesa
demasiado manipulada.
Con su sólida base industrial y
tecnológica, incluida su posesión de bombas atómicas, Sudáfrica (siendo
el país más avanzado del Sur en los años sesenta), junto con Zimbabwe,
Angola, Mozambique (e incluso Cuba) podría haber dado a todo el
continente africano un nuevo impulso para desempeñar un papel central
en lo que a los temas de la emancipación se refiere. El mundo
corporativo, el complejo militar e industrial global saben muy bien,
cuál es la diferencia entre el “anti-imperialismo” contra el “Imperio”,
y el anti-capitalismo. Un siglo después, hasta hoy, la gran mayoría de
los nacionalistas africanos todavía no han entendido que el
anti-imperialismo es sólo una etapa superior de un anti-capitalismo
radical, y que la anti-globalización es una forma aún más alta del
anti-capitalismo, en otras palabras, es la detonación total del
“capitalismo tardío” (Ernest Mandel).
Como resultado de los cambios
estructurales en el imperialismo mundial, el cual se enrrumbó hacia la
crisis económica actual, hace dos décadas, finalmente, el imperialismo
corporativo aniquiló la emancipación sudafricana y con ella la de todo
el África. Africom tiene la intención de preservar este status quo con
un ‘humanismo militar’, del estilo que ya se practica en Irak,
Afganistán y Gaza.
Ahora, lo que está ocurriendo en la
“nación del arco iris” en la era post-apartheid, veinte años después de
la salida del ex presidente Nelson Mandela de la cárcel de Robben
Island, quien por desgracia ahora parece estar sufriendo la enfermedad
de Alzheimer, no es precisamente lo que él estaba soñando durante casi
tres décadas de prisión. Su ex esposa, Winnie Mandela afirmó esto en
los siguientes términos: “¡Este no es el Sudáfrica para el que he
arruinado mi vida!” Ahora, no se trata de “arruinarse la vida”, sino
más bien de la erradicación del fascismo del apartheid, que está
aniquilando las esperanzas de más de 40 millones de trabajadores
sudafricanos, cuyas vidas sí están siendo “arruinadas” por el apartheid
capitalista en África. Es evidente que la ideología y la mitología de
una guerra de “razas” en Sudáfrica se desvanecieron en el aire, sin
embargo, las que quedaron son la explotación y la miseria, y ahora la
lucha de clases, para los nacionalistas africanos pro-capitalistas
modernos, se está convirtiendo en la pesadilla del patrimonio de
Mandela.
Y en Venezuela, ¿la Revolución
Bolivariana o una posible “Quinta Internacional” realmente tendrán
éxito en realizar las urgentes tareas anti-capitalistas,
anti-imperialistas y anti-globalistas? ¿Será que una Unión Africana, un
NEPAD, un Africom, las “asociaciones económicas” o los ‘joint ventures’
imperialistas nos ayudan a enrrumbarnos hacia un nuevo quo vadis?
¿Hay alguna esperanza para millones de
africanos dentro de este modo capitalista de la auto-destrucción
global?
En mi artículo antes mencionado se
indica que África se ha convertido en una “bola de cristal” histórica
para Venezuela y para las Américas. El “continente oscuro” no sólo es
la cuna de la Humanidad, es más, bajo la realidad internacional
contemporánea, a saber, bajo la amenaza global de la gran depresión y
de las venideras guerras orwellianas en “Eurasia”, el África
empobrecida ya se está convirtiendo en una premonición apocalíptica, un
cruel espejismo de lo peor por llegar: un infierno que tienen en mente
las clases dominantes globalizadas y el cual ya fue iniciado para miles
de millones de “condenados de la tierra” (Fanon). Todo esto, el
“dominio de pleno espectro” y el “humanismo militar”, vienen sólo para
obtener otro arrendamiento parasitario de la agonía corporativa
militar-industrial.
El crimen capital más brutal que se
cometió frente a un continente entero era el comercio transatlántico de
esclavos. Después de las millones de “vacas locas” que se incineraron
en Gran Bretaña en los años noventa, cualquier cosa pudo pasar con
millones de trabajadores considerados “ganado loco”, mercancía inútil o
“carga del hombre blanco”. En todos los continentes se almacenaron
hasta los cielos los arsenales de armas de destrucción masiva, que con
toda probabilidad serán utilizados en las próximas décadas o algo más
tarde. Todo depende de la fuerza internacional devastadora de la
explosión económica actual de la “Gran Bancarrota”. Después de las
caídas económicas mundiales vienen terribles guerras del fascismo. La
guerra mundial mayor de todas ya ha comenzado en el Medio Oriente, se
extiende desde Irak y Afganistán, a Irán, Pakistán y la India, a Rusia
y China. Si esto llegase a ocurrir, entonces realmente tendríamos un
gran problema, porque entonces podemos decirles adiós tanto al amo como
al esclavo, a capitalistas y trabajadores. Irónicamente, si la
revolución mundial terminaría en la emancipación humana, precisamente
esto irá a pasar también. Una posibilidad es la barbarie, la otra es el
socialismo, ambos terminan con la relación amo-esclavo. Por lo tanto,
tenemos que “aventurarnos más allá” (Bloch). Tenemos que salir del
capitalismo y también salir de su propia negación, que es parte de sí
mismo, por lo tanto, también salir del socialismo, hacia el éxodo de
este valle de lágrimas capitalista. En otras palabras, la evolución y
la revolución tienen que ser superadas por la “exvolución”, hacia lo
auténtico nuevo, incluso hacia el homo novum, tanto en África, como en
América y en otros lugares. Si esto aún podría ser nuestro quo vadis en
África, entonces realmente debemos darnos prisa, porque el espacio y el
tiempo capitalistas, en el micro, meso y macro cosmos se están agotando
a la velocidad de las ondas escalares.
Si nuestros objetivos a largo plazo
están vinculados con el “desarrollo” capitalista, entonces, en zulú o
xhosa sólo podemos decir “Hamba Kahle”, anda lento, buen viaje, pero
“¡Descansa en paz!”
La historia que contamos aquí es la
historia de todos nosotros. Para nutrir y fomentar los estudios de
África en Venezuela, especialmente en nuestro Centro de Investigación
de África y Asia, de la Facultad de Humanidades de la Universidad de
Los Andes en Mérida, estamos estudiando, recordando y volviendo a
visitar ad hoc, los hitos de la época colonial e imperialista que han
truncado la fecundación de la emancipación africana, para la cual a
través de los siglos fueron sacrificadas tantas vidas inestimables de
niños, mujeres y hombres africanos. En comentarios futuros vamos a
escribir más acerca de las relaciones entre Venezuela y África.
Sí, como podemos ver, “¿Quo vadis,
África?” es una pregunta filosófica científica seria, es una pregunta
que responde y una respuesta que pregunta. Presupone un “¿De dónde
vienes?” dialéctico histórico y un “¿Adónde vas?” creativo.
Lecciones revolucionarias en África y
en las Américas, nos han enseñado que hacer la revolución social en
cualquier lugar es pensarla. Pensar la Revolución Bolivariana es
hacerla. En este punto Marx, Fanon y Ché Guevara estaban en consonancia
total. Para hacer una revolución democrático-burguesa, deben ser dadas
todas las condiciones para su materialización; para crear la
emancipación mundial del proletariado, deben estar disponibles todos
los factores para su creatividad trascendente y deben existir al menos
en embrión. En caso de que falte alguna conditio sine qua non, en ambos
casos, el proceso se degenerará, perderá su quo vadis y se corromperá.
Como Ernst Bloch nos enseñó, la esperanza proletaria contemporánea no
es un seguro de vida, ni es confianza, porque puede ser frustrada
fácilmente. La revolución burgués-democrático-capitalista fue
victoriosa, pero las revoluciones africanas del siglo 20 fueron
frustradas. Con el debido respeto, honor y amor hacia nuestros líderes
revolucionarios, todas estas “revoluciones” sociales, salvo algunas
chispas, terminaron en un callejón continental sin salida y en las
garras de la globalización neo-colonial.
¿Por qué?
Como ya se indicó anteriormente, la
respuesta es muy simple y directa: el nacionalismo africano, el
pan-africanismo y el socialismo africano simplemente no fueron
fundamental y radicalmente anti-capitalistas, querían resolver sus
problemas sociales desde dentro, dentro del sistema capitalista, dentro
del modo de destrucción imperialista.
La mayoría de nosotros no pensábamos
ni actuábamos el socialismo, el marxismo. El capitalismo le infundió un
miedo diabólico al África con el fantasma del pagano Marx. Lo peor fue
(y sigue siendo) ser ateo, explicar el mundo cósmica, científica y
filosóficamente desde sí mismo y resolver problemas creados por el
hombre, por el hombre mismo. Hace mil años, África ya sabía esto, y fue
precisamente lo que Avicena y Averroes fueron haciendo y diciendo en el
“continente negro”, mientras que en el Viejo Mundo, Europa estaba
practicando el exorcismo, implementando el catolicismo romano
cristiano, la Iglesia, el Orden Dominicano y la Inquisición Española.
Esta última se estaba preparando para quemar a científicos, filósofos y
mujeres inocentes en la hoguera. Hoy su equivalente moderno está
lanzando bombas de fósforo blanco a los árabes en todas partes del
Medio Oriente.
Lo que desvió peligrosamente gran
parte del destino de África fue el hecho de que tragábamos por completo
el Cristianismo, que es una religión alienante y ajena, el “opio del
pueblo” (canónigo británico Charles Kingsley, contemporáneo de Marx),
con todo y anzuelo. Nuestros propios sentimientos y creencias nativos,
nuestra natura natura y natura naturans, nuestra naturaleza creada y
creadora, terminó en el altar colonial del Holocausto Mental.
En su libro, “El nacionalismo
africano”, el ministro metodista, el reverendo Ndabaningi Sithole de
Zimbabwe describió este problema con una claridad bien pintoresca: El
hombre blanco vino de lejos sobre el mar, nos dijo que cerráramos
nuestros ojos y nuestros cerebros, que abriéramos nuestras manos, y nos
enseñó a orar. Cuando todo esto terminó, abrimos los ojos y encontramos
la Santa Biblia en nuestras manos. Miramos hacia el horizonte y vimos
que nuestros hijos, nuestras esposas, nuestras tierras y nuestro ganado
se habían ido”.
Aquí no queremos ofender a nadie, sin
embargo, es hora de llamar a las cosas por su nombre; en el
capitalismo, el que quiere saber la verdad siempre sale lesionado. No
obstante, si no podemos aguantar demasiado calor revolucionario
africano, solamente deberíamos dar unos pasos hacia atrás, lejos de la
cocina transgénica de la granja de ‘MacDonald’s’.
Con toda su riqueza en minerales,
metales, agua, gas y petróleo, el África es uno de los continentes más
pobres del planeta. Solamente las ganancias anuales de las
giga-corporaciones como Exxon-Mobil, Chevron-Texaco, Repsol, Mitsubishi
o Microsoft, que se orgullecen por hacer ganancias de mil millones de
dólares semanales, son muy superiores al presupuesto de todo el
continente africano. El África está desapareciendo del mapa económico
mundial, porque como se indicó antes, nuestros “grandes” líderes han
“subastado” una mayor parte de África a las corporaciones
multinacionales. Además, esto está sucediendo en todo el Sur por medio
de las llamadas “empresas conjuntas” o “nuevas alianzas económicas”
entre las giga-corporaciones, las cuales, entre otras cosas, financian
también el “humanismo militar” en África; otros, como Chevron,
financian tanto a los demócratas como a los republicanos
estadounidenses y apoyan a campañas de desestabilización en África y
las Américas.
Como científicos y filósofos cum ira
et studio tenemos que enfrentar la horrible verdad. No sólo África,
sino la humanidad misma se encuentra en un cruce de carreteras, ya está
cruzando el Rubicón y nuestro quo vadis no es precisamente un viaje
gratis al cielo o al socialismo. En todas partes la barbarie infernal
está haciendo estragos. Tal vez, necesitamos con urgencia la claridad
científica y filosófica acerca de nuestra situación apocalíptica a fin
de despertar y dejar este Moloch del trabajo y del capital. Marx lo
dijo en “El Capital”: El capitalismo nació en la suciedad, chorreando
la sangre de pies a cabeza. Hoy esto sigue siendo así, y en África
perecerá de manera igual.
Chernobyl, Pearl Harbor, las Torres
Gemelas, Katrina, Haití, Chile, todos los experimentos de HAARP a
escala global, todas las inundaciones, sequías, tsunamis, terremotos y
las pandemias ya no son “naturales”. Son accidentes, efectos
secundarios, son los resultados directos o indirectos de experimentos
militares. ¿Quién sabe lo que los EE.UU. y sus aliados están preparando
en este momento para África, Venezuela, el Medio Oriente, Irán, Rusia y
China? Una gran depresión capitalista significa grandes negocios
económicos y grandes guerras.
Los grandes competidores por una
futura hegemonía mundial, es decir, los EE.UU. y China, en Addis Abeba,
Etiopía, están cortejando al África en sus inexorables batallas
económicas y militares por venir.
Esto no es nuevo.
Entre otras cosas, para empezar, ¿Qué
podría ser nuevo para África y el Sur en general?
Bueno, para poner a prueba nuestra
verdadera soberanía,
* el África no debe cambiar un amo por
otro,
* es decir, debería construir para su
defensa su propia Organización del Tratado del Atlántico Sur, además
* un Banco Común del Sur,
* una moneda propia y
* un nuevo sistema anti-capitalista;
* debería prohibir todas las bases
militares,
* prohibir todos los vuelos militares
de agresión extranjera en el espacio aéreo continental,
* prohibir las organizaciones y
embajadas conspiradoras en África,
* cerrar sus fronteras para el
paramilitarismo terrorista y, finalmente,
* crear una Comunidad de Naciones
africanas y del Sur.
En caso de que lo anterior no fuese
posible, bueno, entonces sería mejor dejar de hablar de la liberación y
la libertad, y no haría falta correr de una cumbre internacional a la
otra. Todos nosotros, todos los 7 mil millones de trabajadores en este
planeta deberíamos permanecer en casa durante sólo una semana, hacer el
amor, y no la guerra, y esperar a ver qué pasaría.
Tanto en Venezuela como en África, un
proletariado con conciencia de clase tendrá la última palabra en la
gigantesca batalla del capital versus el trabajo. Tal como hemos
mencionado antes, el resultado de esta lucha de clases internacional
sólo puede ser uno: todos los amos y los esclavos tienen que
desaparecer y después será el nuevo hombre, el homo novum el que
marcará el comienzo de la victoria emancipatoria del experimento hombre
y del experimentum mundi. La alternativa sería la eterna barbarie
capitalista y fascista, la continuación de lo antiguo y de lo obsoleto.
franzjutta@cantv.net