Antes de comenzar, debo aclarar que considero que la necesidad espiritual, “sentir” que existe “algo” trascendente que, de una manera que la gente no entiende, rige todo lo que ocurre en este mundo material, es inherente al Ser humano. Personalmente considero que existe una fuerza originaria, quizás anterior a todo lo que se conoce, que ha permitido que exista nuestro mundo con todo lo que contiene, incluso nosotras y nosotros.
Esa fuerza desconocida (hasta ahora) ha sido interpretada por la humanidad de diferentes maneras, de acuerdo al estado evolutivo de su civilización, y por lo tanto sus interpretaciones están teñidas del elemento cultural. Es imposible que deje de ser así. De modo que no es tan falsa la afirmación de que los seres humanos hacen a sus dioses. Sin embargo, tampoco es tan cierta.
No escribo estas líneas para discutir si existe o no existe Dios. Lo que sí sé es que no creo en un viejecito que está sentado en un trono juzgando y condenando a unos pobres seres por el hecho de no conocerlo. Para comenzar, si de verdad verdad él decide todas y cada una de las humanas acciones, es responsable de que la gente no lo conozca, o no lo interprete, o no le dé la gana de creer en él.
La religión católica celebra en estos días la captura, tortura y asesinato de un profeta que amaba tanto a la gente que se enfrentó con la mafia que tenía en los templos su mercado, del cual extraía ganancias, no precisamente espirituales, les cayó a latigazos y los sacó; a la par que afirmaba que Dios era “su padre”. Para la mafia religiosa de esos tiempos, el hecho de que cualquier hijo de carpintero anduviera por ahí diciendo que dios era su padre, era subversivo, porque les tumbaba el negocio de intermediación que tenían, que les permitía vivir como reyes. Incluso mandando sobre éstos. Es claro que tenían que matarlo. El dulce Jesús era un revolucionario.
Pasado un cierto tiempo, sus discípulos originarios que organizaron una estructura en la clandestinidad, en la cual la gente tenía que entregar sus bienes, que eran administrados como un fondo común para todos, fueron desapareciendo bajo una campaña masiva de exterminio, que después pasó a métodos políticos desde y después de Constantino, quien se dio cuenta de que más le convenía absorber y mediatizar a los cristianos que asesinarlos. Eran un ejemplo demasiado evidente de que se podía vivir trabajando todos para todos, sin opresiones. Después de Constantino, los demás monarcas y otros gobernantes siguieron la línea, y no tardó en aparecer la Iglesia Católica, que ha sobrevivido a reinos, imperios e intentos socialistas. La mafia de las mafias.
Los católicos se han dividido muchas veces. El caso de Lutero, asqueado por el negocio descarado que los jerarcas de la iglesia, de la cual era sacerdote, tenían con la gloria eterna, el reino de los cielos y otros “bienes intangibles” (una especie de patente celestial), es sólo una muestra. Han surgido diferentes versiones religiosas, y hoy día hay una iglesia para cada gusto, para cada opinión, para cada protesta y hasta para cada aberración. Son franquicias que se sirven de la marca de la casa matriz, y el servicio que ofrecen es, nada menos, que ¡La salvación de la condenación eterna y el reino de los cielos! ...Así como un salvoconducto para evitar el paso por los infiernos, creados por ellos para asustar a los que osen dudar de su divino poder, como apoderados del Señor en la tierra.
Podemos observar cómo ha involucionado una religión traída aquí por manos extranjeras, instaurada a punta de látigo y de torturas, bajo el látigo de la llamada Inquisición, o Santo Oficio, cuya llegada a estas tierras, y las circunstancias de la misma, ha sido olvidada.
A la llegada de la religión del Imperio español, los dioses de estas tierras fueron obligados a pasar al ostracismo, y sus seguidores, que no necesitaban intermediarios porque se comunicaban directamente con las deidades, corporificadas en las fuerzas de la Naturaleza; fueron descalificados como “brujos”, “supersticiosos” y más eufemísticamente, “panteístas”. Los dioses de la tierra fueron olvidándose a medida que transcurrían los siglos, sustituidos por la religión del imperio español y las religiones afines y conexas que fueron traídas por los demás imperios que han dominado a nuestra Abya Yala.
En estos tiempos vivimos un renacimiento de los pueblos originarios, y por tanto los dioses de la tierra tal vez estén despertando en el limbo al que fueron condenados, para expresarse con fuerza en sus lugares sagrados.
A la crisis sistémica del capitalismo corresponde una crisis sistémica de su superestructura, de manera que la iglesia dominante en Occidente, la iglesia católica, está dejando filtrar una vez más, en comunicación simultánea y mundial, sus malas mañas y crímenes cotidianos: Pederastas, abusadores, estafadores (Caso Banco Ambrosiano) y otros delitos, reconocidos pública y notoriamente por sus jerarcas. La cremita de la torta se batió con el hecho de que el mismísimo Papa, es un fascista muy conocido desde hace mucho, acusado de ocultar sistemáticamente los abusos de sus subalternos contra niños. Y cuando se tiene tan avanzada edad, ese delito continuado debe tener décadas de continuidad.
Sin embargo, las ideas básicas atribuidas al Sr. Cristo, como se denomina a un Maestro hebreo que vivió hace dos mil años y fue asesinado por la jerarquía religiosa judía hace dos mil diez años, cuyo nombre es el epónimo de esta era en Occidente; esas ideas, resumidas en la Misericordia, el Amor y el Perdón, son verdaderas y válidas para cualquier época, en cualquier país.
Conozco personas cristianas católicas que se sujetan a esos principios y han logrado ser mejores personas, en el sentido que para ellas significa ser mejores personas. Así mismo, conozco personas de otras iglesias de la cristiandad que se apoyan en éstas para obtener avances morales, y un punto de apoyo trascendental en la cotidiana locura que es la vida en el mundo de hoy, convulsionado por guerras, luchas, explotación y una debacle moral y espiritual, comparable con la serie de terremotos, huracanes, inundaciones y otros fenómenos naturales que ocurren cotidianamente. A ellos les ha servido.
Pero a quienes más ha servido es a quienes la han utilizado para engañar, someter y anestesiar a los pueblos del mundo, para garantizar que se acepte lo inaceptable y se espere la redención de la humanidad para después de la muerte. Pero en la vida, son los opresores los que viven su propio cielo personal. La frase “bienaventurados los pobres” ha sido cambiada a “Bienvenida la pobreza”, no en el sentido franciscano de renunciar a las riquezas, sino en el sentido burgués de que los pobres tienen que calársela sin hacer ninguna revolución, porque es voluntad divina.
Esta situación no quita ni un punto al hecho de que sí existe una fuerza que dicta la pauta a lo que ocurre en el mundo visible, de la misma manera que un molde o troquel determina la forma de un producto industrial.
¿Podemos actuar fuera de esos moldes? ¿Podemos cambiarlos? ¿Podemos crear un mundo que sea bueno para todos?
Opino que la respuesta es sí para las tres preguntas.
andrea.coa@gmail.com