Pedir más que un ciego como dice el refrán se ha convertido la meta del secretario general de la OEA, ya prácticamente es un vicio que no hay reunión ni momento en que no esté solicitando caprichosamente, lo que le venga en ganas –qué eso no me gusta- qué para que eso si se puede hacer esto, que así no que es así, que háganme caso para que la OEA funcione mejor como debe funcionar, que estoy recién electo y por lo tanto tienen que darme todas las facilidades para poder actuar con peso y convicción que me dé la estabilidad emocional y la fortaleza moral que haga posible que el gobierno de los EEUU me vean con buenos ojos, que no me critiquen tanto que no me dejan pensar, que esos presos hay que soltarlos y solamente dejar donde están hasta que dios mande solamente a los de Guantánamo, que esos son terroristas traídos desde el más allá y como terroristas hay que tratarlos y dejarlos que se pudran o, se vuelvan locos que esos perdieron de por sí los derechos humanos de todo ciudadano, pero los presos de Cuba sí hay que dejarlos libres y mandarlos de vacaciones para Miami con gastos pagos y demás ociosidades que impliquen la buena acción de darles y que tengan la oportunidad de unas vacaciones generales que los lleve después a recorrer el mundo en noventa días, diez más de lo justo, en vez de tenerlos en huelga de hambre –¿eso es justo?, por supuesto que no puede ni tiene que ser así, sino como yo lo digo y, se lo voy a solicitar a la digna CIDH, para que se lo plantee a Raúl. ¿Y saben porqué? Porque me da la gana de verlo así, para eso soy el secretario general, motivo por el cual tengo el derecho sui géneris de pensar como pienso y ustedes no.
Estoy sumamente preocupado, porque hay algunos representantes no muchos, ya que me sobran dedos de las manos después de contarlos que se atreven a hablar mal de mi gestión y, no tienen la delicadeza de pedirme disculpas en privado en el transcurso de las horas o por lo menos tener la delicadeza de ser menos severos que, esas opiniones o juicios me ponen de mal talante y debo aguantar el regaño parejo de otros representantes que me ponen a pedir lo que lo que otros países de la región dan por adelantado. Yo, me quejo infinitamente del vocero de Venezuela siempre viene duro y con retórica fornida y peliaguda sin sonrisa alguna. No sé si es que le caigo mal, pero yo me desquito por debajo de cuerda y luego vienen otros y me defienden y le tiran con fuerza al gobierno de Chávez y, así sigue la dinámica acá, unos con razón y otros que hacen tiempo que la perdieron, pero no por eso hemos dejado de ser la OEA y más adelante verán con mayor insistencia como ya lo asomó el canciller de El Perú que la gran culpable de frenar la integración en América es Venezuela … Y, nosotros decimos: No. ¡Coño, son los EEUU!
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