Recientemente surgió en el escenario nacional una nueva central de trabajadores que, por diversas razones, ha despertado grandes expectativas en todos los sectores políticos y sindicales del país, en unos casos porque según viene a llenar un vacío dentro del quehacer laboral, en otros, porque marca ya en forma clara, declarada y pública la división que silenciosamente venía existiendo en el campo sindical venezolano. Algunos vemos de positivo en este hecho, que representa un paso en ese camino hacia la búsqueda de unificar esfuerzos y voluntades en algo tan necesario en estos momentos, como lo es hacer del sector laboral un instrumento de lucha fuerte, cohesionado y enrumbado como un solo ejército, hacia objetivos que sin perder su identidad y su posición crítica, sirva también como un contingente de hombres y mujeres al servicio de este proceso revolucionario, tan amenazado por quienes precisa e históricamente han sido los enemigos de los trabajadores; valga decir, los patronos. En el caso concreto de Venezuela, FEDECAMARAS apoyado por quien pretende ser el patrón del mundo: el imperialismo.
Independientemente de que se pueda hacer la observación sobre que se debió insistir más en el llamado a la unidad de otros sectores en este proyecto, creemos que los compañeros impulsores de esta idea están siendo consecuentes con una exigencia real del momento político del país, y con un llamado permanente del presidente Chávez sobre la unidad del movimiento de los trabajadores.
Resistirnos a la unidad o ponerle obstáculo en todo momento porque tengamos algunas diferencias con otros compañeros, es no entender el momento político por el que estamos atravesando. Somos políticos o somos fundamentalistas aferrados a posiciones sacralizadas que lejos de ayudar a los trabajadores los perjudican, limitándolos a los vaivenes que nuestras discrepancias le van transmitiendo en forma permanente. Somos revolucionarios o somos una casa de vecindad donde lo doméstico no nos deja pensar que nuestro mejor aporte al cambio que buscamos, esté en deponer por un momento posiciones, que aun cuando puedan ser valederas, no permiten avanzar en la tarea más importante que tiene en este momento el movimiento sindical venezolano, la cual no es otra que apuntalar, blindar e impulsar la revolución bolivariana y eso solo lo alcanzaremos dentro de un clima de concertación de ideas y proyectos por encima de las diferencias.
No estamos pidiendo que quien tenga su opinión la abandone para adoptar otras posiciones, porque sabemos que lamentablemente la discusión de las diferencias deja secuelas que la mayoría de las veces son barreras que separan, pero si creemos que aún dentro de esas diferencias, con ellas presentes se puede armar un bloque capaz de discutir una plataforma y estrategia para fortalecer el proceso revolucionario -en lo cual creemos y esperamos- no debe haber discusión ya que quienes desean que los trabajadores no logren la unidad están en otro lado, trabajando contra ello, manipulando la realidad venezolana, envenenando la conciencia de quienes son capaces de oír su mensaje. Tenemos un presidente revolucionario, obrerista. Entonces como es que unos trabajadores y dirigentes revolucionarios sobre la base de una mala entendida y peor practicada independencia van a caminar en dirección contraria al líder, máxime cuando se reconoce que ese es el líder.
Asimismo, que el PSUV comparta la idea de una nueva central, que el presidente apoye esa política, no hace a esa central ni a ningún otro proyecto que nazca por iniciativa de las masas, algo repudiable, cuestionable etc, por el contrario, significa una identificación en la conciencia de clases, que en todo caso, en el andar juntos serán los mismos trabajadores quienes se encarguen de definir lo cierto o no de esa identificación. Quedarse al margen por esta afinidad o respaldo limitándose a etiquetar y cuestionar las coincidencias del gobierno revolucionario, es negar experiencias donde desde posiciones del gobierno se contribuyó con la lucha política e ideológica de los trabajadores, elevando su conciencia revolucionaria para trascender de lo reivindicativo a lo político organizativo, podríamos citar a Lenin en Rusia, Fidel en Cuba, Mao en China, etc.
Por la vía de que es malo que el partido, el gobierno, el presidente y los ministros compartan y se identifiquen con una central de trabajadores, si eso es cuestionable, entonces la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV ) es una central revolucionaria y donde deberíamos estar todos porque ni el partido, ni el presidente, ni el gobierno quieren a esa central.
Jamás en la historia política de Venezuela los trabajadores habíamos contado con un apoyo como el que tenemos hoy para llevar a cabo nuestros proyectos y aspiraciones.
Nunca como ahora nuestras peticiones e inquietudes encontraron tanta acogida.
Hoy, la posibilidad de sentarse en la misma mesa a discutir con cualquier funcionario, es un hecho real y normal.
Esto y otros logros hoy son posibles gracias a una política revolucionaria y a un presidente revolucionario identificado con los trabajadores y sus luchas.
¿Explíquenme entonces, como es eso de que los trabajadores revolucionarios debemos rechazar el apoyo del presidente que públicamente ha declarado jugársela con la clase obrera?