¡Sospechosamente hablando!

Los procesos revolucionarios, hoy en marcha en América Latina, si algo tienen en común, es que todos ellos en la medida que avanzan en la aplicación de las políticas de cambio que sus realidades y contextos plantean, les surgen grupos de “radicales impacientes”, de esos que “creen que el mundo puede crearse en siete días y convirtiéndose en detractores y acérrimos críticos del proyecto revolucionario, muchas veces hasta más irracionales y reaccionarios que la misma oposición. Es decir, de la noche a la mañana sospechosamente se pasan al enemigo criticando todo lo que venga del proyecto que por primera vez, y claro con fallas y errores, al menos representa una bella y necesaria esperanza, como lo es alcanzar la máxima felicidad posible para quienes históricamente han sido marginales y explotados por las oligarquías criollas y los imperios de turno.

Lamentablemente esto no es nuevo y a pesar de lo negativo de esta equivocada e inmadura postura, se sigue haciendo un gran daño a la necesidad de hacer el trabajo político e ideológico que desde el gobierno revolucionario se puede adelantar apoyándonos en  la acometida de soluciones a las problemáticas sociales, y con  definidas políticas como el rescate y la defensa de los recursos de nuestros países , así  como el reguardo de la soberanía nacional en la región latinoamericana. Esto sospechosamente    viene pasando en todos los países con gobiernos que defienden su soberanía y enfrentan al imperio hambreador de ésta y todas las épocas. La mayoría de las veces estas posiciones dejan ver más criterios de odios personales y revanchismos, que diferencias políticas e ideológicas,  en estos sectores, que al parecer   piensan que la implantación del socialismo en un país  es la simple toma de una fábrica o cualquier centro de estudiantes. Esto le pasó a Allende en Chile,  donde sospechosamente una huelga de transportista  unidos a los radicales del momento coincidieron en crear una atmósfera nada favorable a los propósitos del gobierno de Unidad Popular que avanzaba en la aplicación de políticas revolucionarias que la realidad chilena exigía para ese específico momento, le  pasó  a Evo morales donde la aplicación de reformas y otras medidas que tocaban tanto a la población  indígena como a los terratenientes y empresariado, sospechosamente se convierten en armas para que antiguos partidarios del gobierno se pasen a la oposición como los más acérrimos enemigos del proceso de cambio en Bolivia.

Le pasó a Correa , cuyo enfrentamiento con la oligarquía mediática, la expulsión de la base gringa del suelo ecuatoriano y en general, el avance de su política de Asistencia Social, sospechosamente un sustancial aumento salarial a la policía motivó una peligrosa revuelta que casi  le cuesta  la vida, le pasó a Alvaro Colón, donde el reclamo de los campesinos de sus tierras, sospechosamente dejó un saldo de muchos muertos entre campesinos y policías, y abrió las puertas a la siempre pendiente y prevenida derecha, para hacerse  con el poder, pasó en Argentina, donde su inequívoca política de enfrentar a los monopolios  principalmente los de la prensa, junto a otros pasos en beneficio de los sectores populares, han servido para que la mediática  se valga  como siempre de  cualquier diferencia contra el gobierno usando para su política desestabilizadora a quienes en el pasado formaron parte del Kisnerismo.

Venezuela no podrá ser la excepción,  pues le pasó a nuestro siempre eterno comandante y le pasa a nuestro hermano y camarada Nicolás. Obviamente acá tenemos más elementos de lo  que representa esta práctica, pues la vivimos muy de cerca, el problema no es que critiquen  fallas y errores del gobierno porque la mayoría creemos que la crítica ayuda  a corregir, pero ello depende del objetivo que ella busca  y si es aportar a la idea, el proyecto, el planteamiento, etc, aporta si es atacar, enfrentar, hostigar etc, destruye, y si alguien quiere y trabaja para destruir el proyecto político revolucionario, entonces no diga que está con este proyecto, si  le da pena, miedo o vergüenza decir que está con el proyecto reaccionario, de derecha, no lo haga, pero no diga que  es un revolucionario si todos sus pasos y discursos se encaminan por el proyecto de la derecha, y además  se retrata con los más connotados dirigentes de ese sector.

 Es el caso de la UNETE,  compañeros que desde  su fundación  trabajaron y pelearon por el proyecto revolucionario, encabezado por nuestro líder Hugo Chávez, un buen día iniciaron un giro  que  lastimosamente hoy los lleva a aparecer como si nada (no les da piquiña ni escosor?) al lado de personajes de la catadura  de Pablo Castro, Froilán Barrios, quienes  no solo representan la mafia que durante muchos años manipuló, engañó y vendió las aspiraciones de los trabajadores, sino que hoy son reconocidos y confeso golpistas al servicio del imperio en su empeño por acabar con  el gobierno revolucionario venezolano, la UNETE viene  formulando críticas al proceso, como si la implantación de un gobierno revolucionario, fuese un hecho de Decreto es decir,  acabar con lo viejo imponiendo lo nuevo con la nada sencilla  tarea de producir  distribuyendo y distribuir produciendo no surgirá por generación espontánea, sino que será producto de prolongadas luchas populares, y de  una y  férrea determinada acción gubernamental. Claro está,  todo esto dentro de una definida y clara posición ideológica, que permita entender y asimilar las distintas y difíciles etapas y situaciones que implica acabar con lo viejo e implantar lo nuevo, esta etapa exige esa claridad política  que es la que nos permite estar donde hay que estar y andar con quien hay que andar. No se discuten las diferencias que puedan tener los amigos de UNETE, con este proyecto revolucionario, ello es legítimo y sano, pero si esas diferencias los llevan a coincidir y compartir políticamente con la CTV y sus muchachones, entonces es el proyecto revolucionario venezolano el que tiene muchas y profundas diferencias con los amigos de UNETE y esto queda muy a la luz cuando los compañeros se desviven en Globovisión en críticas al gobierno, pero sospechosamente jamás le oímos una crítica al imperialismo, o a la empresa privada, tampoco a la OIT como lo hacían en otras épocas.

Algunos que pasamos por UNETE y que allí hicimos y dejamos muchos amigos y amigas, lamentamos el camino tomado por ellos, sabemos que hay gente valiosa allí con mucho que aportar a un proceso como el nuestro, que si bien tendrá mucho que corregir, no lo logrará con obcecadas y virulentos arranques de radicalistas que ignoran las acechanzas en este camino, atrincherados en el infantil ultraizquierdismo creyendo que por haber conquistado algunos sindicatos o algunos centros de estudiantes, saben lo que es la revolución y desean la revolución  ya como un rayo que cae del cielo, sin darse cuenta que solo hacen el juego al incansable imperialismo que trabaja a cada minuto para sabotear el proceso de cambio, organizando, financiando y movilizando a sus peones locales.

Todo esto nos lleva a lamentar que estas posiciones de los amigos en UNETE son muy buenas para el enemigo que los alienta y estimula a continuar en su política reaccionaria en contra de la revolución. ¿Es lo que quieren?, pero también  son muy malas para algunos trabajadores que aún puedan creer en la UNETE, y al verlos junto a los golpistas de la CTV, eso les cause desconcierto, confusión y terminen quedándose en sus casas sin querer saber nada, no solo de las luchas laborales, sino de la necesidad de luchar todos los días por la dignidad, la liberación de la clase obrera, por la derrota del imperialismo y por un mundo mejor para toda la especie humana. ¿Eso también es lo que quieren?

José Ramón Blasco (Guameño)

Noviembre 2013



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Ramón Blasco


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