"Las empresas del Estado deben estar cada día más compenetradas, desde sus presidentes y gerentes, hasta sus trabajadores y obreros, con en el proyecto revolucionario de transformación integral del país".
Hugo Rafael Chávez Frías
(Planta Termoelécrtica "Pedro Camejo", Valencia, estado Carabobo, 21 de marzo de 2006)
Los venezolanos ya estamos acostumbrados a los llamados al diálogo del Presidente Nicolás Maduro desde el primer momento que asumió la primera magistratura del Estado, aunque muchos de estos llamados hayan sido tirados por la borda por la oposición venezolana y otros sectores de la vida económica, política, cultural y religiosa del país.
Pudiéramos calificar de terquedad la insistencia del primer mandatario, pero a decir verdad es uno de los mayores signos de un sistema democrático, aun cuando la mafia mediática y los detractores internacionales (quienes están cayendo uno por uno) se atrevan a calificarlo de dictador.
Nuevamente después de su triunfo del pasado 20 de mayo, ratificado por más de 6 millones y medio de venezolanos - desde su propia campaña - el reelecto Presidente Maduro lanzó un nuevo llamado al diálogo a todos los sectores de la vida nacional.
Su compromiso lo está cumpliendo, sobre todo en el campo político aunque la principal expectativa del pueblo venezolano está centrada en lo que ocurrirá en el campo económico, donde priva la idea de derrotar la hiperinflación y la guerra económica la cual está causando estragos en toda la población y en todos los sectores de la vida nacional.
Para nadie es un secreto que los factores que intervienen en la guerra económica dependen de los tentáculos de una mano peluda todopoderosa con ascendencia extranjera y, también con la participación de los sectores políticos y financieros del país que adversan a la Revolución Bolivariana.
Toda la maraña que está conformada en los más altos niveles (incluso con operadores vestido de rojo rojito) han penetrado hasta el Gobierno y se mezclan con la burguesía parasitaria, porque siempre han actuado a la sombra del poder en Venezuela, haciéndole el juego a los imperios norteamericano y europeo.
A medida que ha transcurrido el tiempo desde la llegada del Comandante Chávez al poder en 1999, las componendas se activaron y los planes con las más diversas formas de ataque se han empeñado en agotar las fórmulas aplicadas por el imperialismo, para tumbar gobiernos en otros países.
Sus métodos que en muchos casos han sido efectivos (Afganistán, Irak, Libia, Siria o Chile) afortunadamente en la Patria de Bolívar se han estrellado a pesar de que debemos admitir han causado un gran daño en la población venezolana, ya que su intención es tumbar al Gobierno revolucionario de Nicolás Maduro.
La experiencia fallida se manifestó en el golpe de Estado contra el Comandante Chávez en el año 2002 pero su insistencia permanente, expresada en el paro petrolero y más tarde en la violencia callejera (guarimbas, saboteos, boicot, especulación, acaparamiento y bachaqueo) no ha cesado y se ha extendido hasta el actual período.
Si bien los signos de derrota se han hecho presentes en la oposición de la MUD y ahora del Frente Amplio, la guerra prolongada de variadas formas de IV y V generación, ha continuado con su manifestación nefasta y acentuada con los estragos de una guerra económica, la cual se expresa en alcanzar límites insospechados y graves dentro de la sociedad venezolana.
Nadie se ha salvado de un mercado voraz y de una hiperinflación galopante, la cual rompe todos los esquemas de las teorías económicas hasta perforar el sistema financiero venezolano (dólar paralelo), causando destrozos en la economía de nuestro país.
Es ante este flagelo o monstruo de mil cabezas que se enfrenta no sólo el Gobierno sino todo el pueblo bolivariano, acosado ante las cuerdas y a la espera de una fórmula mágica, con la cual pueda erradicar este cáncer que pareciera estar aferrado al destino de los venezolanos.
La situación anormal ha trastocado la vida nacional y ha trascendido como una cultura que combate a los valores y a la moral que tradicionalmente había caracterizado a la sociedad venezolana.
Sus efectos nocivos han bajado en cascada para llegar a los niveles de la vida social y económica en la forma del "bachaquerismo", enemigo inmediato que a pesar de ser visible ha establecido una red que traspasa las fronteras (Colombia, Brasil y el Caribe), donde ha encontrado aliados para aniquilarnos y amenazar con expandirse por todas las ciudades del país.
Los antídotos son explorados por toda la sociedad y a la luz del diálogo, con el cual el Gobierno ha pedido propuestas y soluciones que no han tardado en llegar a Miraflores. Las mismas se espera que sean sopesadas por el alto gobierno y el Presidente Nicolás Maduro, para poder entrar en acción de inmediato contra los actores de la guerra económica. Este es el máximo reto del Estado.
Bajo este ambiente subsisten situaciones como la de los jubilados de Pvdsa, quienes hemos sido ignorados y apartados del verdadero diálogo, al cual acudimos en los actuales momentos, gracias a la apertura anunciada por el Presidente Obrero Nicolás Maduro.
Esta importante población de talento y experiencia ha sido desechada por quienes han dirigido la industria petrolera en los últimos años y la mayoría de ella - a pesar de su calificación de jubilados - es una mano de obra con experiencia y que en la mayoría de los casos, ha emigrado lamentablemente del país y pudiera estar contribuyendo para alcanzar los millones de barriles que actualmente necesita el Estado venezolano.
"Tanto va el cántaro al río hasta que por fin se revienta" y podríamos decir que este refrán popular aplica no sólo a la guerra económica y a los bachaqueros, sino a miles de familias de la industria petrolera y petroquímica quienes existimos y dimos lo mejor de nuestras vidas, con nuestro trabajo a la Venezuela decente y revolucionaria.
Ante esta ventana que se abre por la conocida y delicada situación que vive el país, el colectivo de jubilados de la industria petrolera y petroquímica pedimos urgente un diálogo con el Presidente Obrero Nicolás Maduro para ofrecer humildemente nuestro aporte y sumarnos a contribuir y a buscar soluciones, ante la grave crisis que atraviesa el país.
¡Amanecerá y veremos!