"Los pueblos y naciones oprimidos no deben,
en modo alguno, confiar su liberación a la «sensatez»
del imperialismo y sus lacayos.
Sólo podrán lograr la victoria fortaleciendo su unidad
y perseverando en la lucha."
"Declaración contra la agresión
al Sur de Vietnam
y la matanza de su pueblo
por la camarilla EEUU-Ngo Dinh Diem"
(29 de agosto de 1963)
En la mañana del pasado jueves en la puerta de una vivienda, donde convive casi toda una familia completa–falta el padre, ya fallecido– uno de los integrantes, con quien mantengo una buena amistad; apenas probamos el cafecito, me hizo una pregunta, relacionada con la cantidad de banderas venezolanas, desplegadas en las distintas redes sociales y medios de comunicación. Mi respuesta muy directa, sin ningún titubeo: ¡El pueblo enfrentando la agresión del imperialismo, y sus lacayos; quieren someterlo por hambre! El amigo, se metió en un profundo silencio, como si desconociera lo que estaba escuchando. Ese preciso instante me sirvió para interrogarlo: ¿Cómo responde tú, cuando te quieren agredir quitándote la comida con el chantaje?
En medio de la corta conversación, le escuché al compañero pronunciar unas palabras muy fuertes ¡Los malditos quieren seguir jodiendo, hasta cuando jode el Guaido! Esto nos demuestra, una realidad muy difícil de ocultar: el pueblo está asociando, todo lo que está pasando con el AUTOPROCLAMADO, aun, cuando algunos no "entiendan"; otros no saben precisar, y los más arrastrados callan en medio de un incesante bombardeo de sanciones, y obstáculos, lanzados, desde los Estados Unidos por el actual Presidente; un verdadero bocaza, pero sumamente peligroso; maneja los hilos del país, más poderoso del mundo, aun, cuando se encuentra en picada.
Sin embargo, todo cambia, como dice la visionaria canción del chileno Julio Numhauser, popularizada por la inmortal cantora argentina Mercedes Sosa: "Cambia lo superficial/Cambia también lo profundo/Cambia el modo de pensar/Cambia todo en este mundo. Entre todos estos cambios de la humanidad, estamos presenciando la caída estrepitosa del dólar, la punta de lanza del imperialismo a través de los grandes monopolios comerciales, lo que le impide seguir engañando; así, se presente disfrazado de caperucita roja, como el famoso cuento infantil.
Dentro de todo el peligro que significa el imperialismo, nuestro país, es una presa sumamente apetecible por los gobiernos estadounidenses, motivados por los grandes recursos naturales; tan cercanos y distantes, que no dejan de ensayar buscando la vía para apoderarse de ellos. Además, no tienen nada que probar, como lo hicieron en Vietnam, y Camboya, pero no pueden emplear los argumentos utilizados para invadir, como lo hicieron en países: Irak, Libia, entre otros, porque sencillamente perdieron la poca credibilidad que tenían. Por eso, sacan cada día de los archivos del terror, cualquier argucia para ponerla en práctica
Todo el aparataje de los grandes medios a su servicio, los mantienen encendidos día, y noche, buscando distorsionar la verdad, para definitivamente dar el zarpazo final. Hasta los momentos han conseguido crear serias limitaciones al pueblo venezolano, pero no han podido destruir la moral, y la dignidad de la inmensa mayoría, que se opone a una invasión–la única manera de robarse los recursos del país– a pesar de todos los parapetos utilizados, entre ellos el autoproclamado; una especie de Judas de nuestro tiempo.
La última medida anunciada por el desquiciado de Donald Trump, es cerrar todas las puertas posibles para evitar la entrada de alimentos, y medicinas; aplaudida por los vende patria, seguidores del interino. Semejante locura es posible por los gobiernos de Estados Unidos, y sus eternos lacayos. El que atenta contra el alimento de un pueblo, se atreve a cualquier cosa. Pruebas hay suficientes, pero nunca está demás encender el faro rojo para alertar sobre el eminente peligro, que significa Trump, y sus lacayos, en momentos, cuando el andamiaje se les empieza a caer, y buscan recomponerlo a través de la fuerza. ¿Apoya usted semejante locura? Tiene la palabra.
