1. La diferenciación salarial en México –creo que en todos lados- es muy importante. Se preguntan muchos: "¿Para qué me mato a trabajar si hay muchos que haciendo poco o sin trabajar reciben 10 o veinte veces más dinero que yo? Ahora que hacían campaña política seis funcionarios que sólo halagan al presidente López Obrador, en muchos mítines les preguntaban gritando: ¿Cuál es el salario del presidente y el de ustedes? Esa pregunta los enredaba sin saber qué responder. Lo mismo van a hacer cuando inicien sus campañas los integrantes del llamado Frente Opositor de los tres partidos. Los precandidatos se enojan, los sacan de quicio, pero no es grosería sino un grito espontáneo provocado por la enorme diferencia de salarios y la desesperación.
2. Ese tan llevado y traído "pueblo mexicano", que siempre es halagado con fuerza por políticos de todos los niveles –yo diría que con mucha demagogia y engaño- debe encargarse de pagar de manera directa a los funcionarios que están a su servicio. Si los trabajadores del campo, de la industria, la burocracia, cobran alrededor de 10 a 12 mil pesos al mes por ocho horas de labor, a los funcionarios por servir, podría o debería pagarles el doble, es decir, 20 o 25 mil pesos al mes; pero no sé a quién se le ocurrió hace décadas decir que no es el "pueblo", sino el propio gobierno el que ha decretado que en vez del doble se debe pagar 15 o 20 veces el salario de un trabajador, además de unas 10 prestaciones o derechos como automóvil, viajes, vacaciones, etcétera.
3. ¿A ti te paga el pueblo por servirlo? No, a mí me paga el gobierno que representa al pueblo. El gobierno entonces, después de ser electo, deja el pueblo de existir como tal. Cualquier gobierno ya puede hacer lo que le venga en gana porque es ya –con los votos comprados o no, legales o ilegales- el representante genuino del pueblo: puede hacer negocios de miles de millones de pesos, vender o comprar empresas petroleras, de electricidad, o hacer cualquier transacción internacional. Como gobierno puede robar, desfalcar, permitir que otros lo hagan –hasta asesinar- y su única obligación es rendir un informe anual –bien arreglado y acomodado- que nadie escucha, porque ya están cansados de ellos. Pero según la ley, es lo que vale y se impone.
4. ¿Qué pasaría si de pronto se desploman los salarios, a la tercera parte por lo menos, de todos los funcionarios y se les cancela la oportunidad de robar? Supongo que los que hace décadas están colgados de la ubre del gobierno, podrían llegar incluso al suicidio por no saber hacer otra cosa. Si se contratan en el sector privado podrían pagarles bien pero los obligarían a producir, porque los empresarios tienen que ganar mucho y no van a pagarle a quien no produzca. Yo fui empleado del gobierno, 42 años como profesor, pero desde que ingresé jamás dejé de ser de oposición política y sindical radical. Un diputado amigo de Chihuahua me aclaró que no ganaba 100 mil pesos, sino sólo 70 mil. Le respondí: como profesor de tiempo completo, al final, sólo llegué a cobrar 20 mil al mes.
5. Los 150 mil pesos mensuales que gana el presidente y sus cercanos, es mucho dinero (una abundante lana) para mí, pero para los trabajadores que ganan salario mínimo de 6 mil,300 pesos al mes, son como una mentada de madre. Con los dos o tres aumentos de salario decretados por el presidente AMLO, sigue estando México entre los salarios más miserables. Aquello de "primero los pobres" se convirtió en "primero los ricos" porque los millonarios nunca dejaron de ganar otros millones, tal como cada dos o tres meses publicaron los periódicos y apuntó la TV. Aunque no se considere importante la diferencia en ingresos salariales, es determinante porque sirve para medir las grandes diferencias entre las clases sociales y las posibilidades de levantamientos de protesta.