Milité en La Causa R entre 1988 y 1994. Entré allí con el grupo Tendencia Revolucionaria que dirigía Alí Rodríguez. Pensábamos insuflarle a La Causa una dosis de convicción ideológica socialista, de la que carecía, a nuestro modo de ver, y contribuir a que esa emergente fuerza proletaria se enrumbara hacia la toma del poder.
A comienzos de 1991 me incorporan a la Dirección Nacional de La Causa R y comienzo a oír hablar de la insurrección cívico-militar que se preparaba desde tiempos de Alfredo Maneiro. Fue en un pequeño apartamento de una compañera llamada Paula. Yo era el único del Zulia en esa reunión secreta. Recuerdo que fue Róger Capella quien inició la tensa tertulia. Muy emocionante saber lo que allí se dijo. Estábamos metidos en un movimiento verdaderamente revolucionario.
La famosa “quinta pata” de la que habló Maneiro y de la que nunca se hablaba en público, se puso de manifiesto en aquella apretada salita donde veinte almas comenzaron un debate duro e intenso hasta horas de la madrugada. No hubo acuerdo. La primera conclusión que saqué era que La Causa estaba partida en dos. Los que estábamos a favor de la insurrección, por un lado, y, por el otro, Lucas Matheus y Andrés Velázquez, con la mayoría de Guayana, que no se animaban a darle protagonismo al elemento militar.
Desde entonces todo fue una corredera de un extremo a otro del país en una conspiración cuya fecha exacta sólo conocimos apenas unas horas antes de estar en marcha. Éramos muchos los civiles dispuestos, pero faltó coordinación.
Recuerdo estas cosas, ahora que veo a Chávez rodeado de trabajadores en una asamblea histórica que marca un hito en el proceso revolucionario venezolano. Toda esa jornada estuvo profundamente impregnada del espíritu de Alfredo Maneiro. El mismo Chávez, en una remembranza cargada de afectividad, así lo confirmó.
Relató entonces algo que Vladimir Ruíz Tirado, barinés contemporáneo del Presidente y amigo suyo de la infancia, nos contó hace ya veinte años. Que Maneiro se reunió con Chávez para hablar de la Revolución allá por 1978. Chávez relató hasta la manera tierna como Alfredo cargó a su pequeña hija María.
Pero más allá de las anécdotas, el hecho de fondo es que en ese acto con los trabajadores, y en todas estas medidas gubernamentales a favor de la clase obrera, aún en medio de la crisis presupuestaria por la baja del precio petrolero, Chávez retoma el camino radical que trilló el Comandante Alfredo Maneiro, para establecer en Venezuela un Gobierno de la Clase Trabajadora.
El método histórico del “encuentro de los iguales” se reivindica en esta asamblea con poder de decisión, donde el debate franco y abierto sobre los temas de la clase y el país, se resuelven con la libre exposición de las ideas y la búsqueda del consenso consciente del colectivo que es capaz de ver más allá que el individuo.
Con esta trascendente asamblea revolucionaria de la clase trabajadora, Chávez abre cauces a la verdadera revolución socialista. Maneiro ya no temblará en la tumba por la traición de los que secuestraron Su Causa R hasta degradarla a Causa Perdida. Maneiro se ha vuelto a encontrar con Chávez. Juntos triunfarán.