Quién iba a creer que aquel loquito de carretera – tal como calificaron al presidente Hugo Chávez sus enemigos cuando llegó a Miraflores-, se fuera a convertir en factor electoral de cualquier elección producida en el continente.
Según informe de los periodistas venezolanos Mauricio Rodríguez Gelfenstein y Yaifred Ron que destacaron medios nacionales e internacionales en su momento, esta situación se ha repetido en México, Guatemala, Perú, el Salvador, Panamá, Nicaragua y Colombia. Ni siquiera Obama en EEUU escapó en 2008 de Chávez, cuando el aspirante republicano John Mc Cain lanzó una propaganda televisiva criticándolo por promover el diálogo “sin condiciones” con líderes extranjeros.
De acuerdo con el análisis, a Chávez lo vinculan con males en el mundo como el terrorismo, el populismo, el comunismo, el autoritarismo, el mesianismo y el caudillismo.
Hasta el propio líder revolucionario advierte que en Colombia utilizan su imagen en la contienda electoral, para meterle miedo a la gente y que en torno a él han creado un fantasma, un Chávez diabólico, asesino, autoritario y tirano.
Sin embargo, creo que en el país neogranadino vincular a Chávez con esos males no les funciona muy bien, a juzgar por “el estira y encoge” que se le ve, principalmente al candidato Juan Manuel Santos y al mismo presidente Alvaro Uribe, cuando hace campaña por su pupilo.
Un día, por ejemplo, un Santos drástico señala que siente orgullo de haber atacado a Ecuador y deja abierta la posibilidad de hacerlo en contra de Venezuela, sólo por el odio a Chávez, pero inmediatamente suaviza sus señalamientos y dice que quiere ser amigo de estos países.
Cuando la opinión pública se le viene encima, rectifica evidenciando que una campaña cargada de violencia no surte efecto en un país hastiado de conflictos, menos en boca de personajes guerreristas como Santos y Uribe; tampoco en contra de Chávez, porque cada vez es más difícil convencer al continente de que en Venezuela manda un monstruo, pero convoca a una concentración o se da una consulta popular y deja de manifiesto como lo sigue la gente. Algo debe hacer entonces que le gusta a la población.
“El factor Chávez” tiene locos a los aspirantes derechistas neogranadinos. Hicieron del comandante otro candidato presidencial de Colombia, con todo y vallas y carteles, aunque de cualquier manera, la oposición internacional, desde hace rato, lo convirtió en cubito de caldo concentrado de cualquier sopa electoral continental. Nadie va a unos comicios sin ponerle como sazón al jefe criollo de la revolución. En las campañas lo ofenden, para que reaccione y cuando se defienda, calificarlo de agresivo, injerencista e intentar ganar adeptos, presentándolo como ese Satán fabricado por la canalla mediática.