Evoco el momento cuando vi al Canciller Maduro acompañar al Presidente Zelaya, en su lucha por entrar a Honduras, desde Nicaragua.
Sentí entonces una emoción que casi no cupo en mí, pensé ¡Qué tronco de líder es Chávez-yo, iconoclasta por antonomasia, hombre sin religión y, a veces medio bolsa pero, patriota, no obstante tuve que aplaudir, serenamente pero, aplaudí, algo que sólo suelo hacer en muy contadas ocasiones y esa era una de ellas-que ha sabido barajar la teoría con la práctica, estupendamente!
Hay momentos en que la teoría y la práctica se complementan de tal manera que conforman el más alto postulado de lo que debe hacerse y ese era uno de ellos.
Por esos días yo procuré estar pendiente no sólo de Zelaya sino, además, de su valiente Cancillera, la Patricia, que tanto me encantó por su presencia bonita en el escenario de la política centroamericana y que contrastaba a leguas, con la remilgosa presidenta chilena cuyo nombre- Bacheleta o, acaso, Micheleta o Pinocheta- no recuerdo bien ahora.
Ha pasado más de un año y abrigo la convicción de que la agenda de la cancillería venezolana, respecto al caso Honduras, estuvo acertada. Atrás quedaron por inservibles, los manuales que el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Central y otros “centros de echar a perder a los muchachos”, agendaron. Hoy es evidente que la agenda de la política exterior de nuestro país, marcha a una velocidad de vértigo, tal que sólo una cabeza inteligente puede regirla exitosamente.
Es obvio, el Presidente de la República tiene el mandato constitucional de diseñar y dirigir la política exterior de Venezuela, por intermedio del canciller, y el canciller debe cumplir exactamente lo que el Jefe del Estado le ordene. Al respecto, es observable que El Vaticano abrió un frente de guerra contra Venezuela y que éste debe enfrentarse, sí bien con la misma gallardía con la que se abordó el caso Honduras, ahora con otras armas y estrategias distintas porque el enemigo está adentro. Yo diría que es como tomar un purgante para expulsar parásitos. ¿Cómo se le puede decir a tipos que no trabajan pero que se dan la gran vidorra, tal como los de Conferencia Episcopal?
Nicaragua, por ejemplo, que a sangre y fuego se abrió paso para derrocar una tiranía feroz de cuarenta años, se vio ninguneada en el concierto internacional de naciones, debido a la diplomacia de bloque diseñada por USA y en vez de alianzas como la de ALBA, en que cada nación tiene libertades para actuar, en cambio USA impone a la fuerza su diplomacia de bloque en la que ejerce una perversa hegemonía.
En la política de bloques hay una obligación, a diferencia de una política de alianzas en la que debe reflejarse el carácter voluntario de los países participantes.
Sí los enfrentamientos se dan en función de los intereses de los países líderes de tales bloques de naciones, de manera que los pueblos subordinados sean obligados a seguir esclavizados en detrimento de sus propios desarrollos económicos, sociales y políticos, es que andamos en la guerra de bloques propia de la carnicería capitalista y eso es, precisamente, lo que la ALBA trata de evitar, es decir, que la ALBA sólo busca estructurar una relación de solidaridad y respeto entre países hermanados, contrariamente a lo que el imperio norteamericano pretende.
Honduras vive subordinada al bloque imperialista y ha intentado escapar de esa brutal subordinación, pero es retenida a la fuerza, en contra de su voluntad, y sus anhelos de progreso han sido confiscados. USA pretende ampliar su radio de acción hacia los países del continente que le son adversos, especialmente, Venezuela, Nicaragua, Ecuador, Bolivia y Cuba.
El amedrentamiento de la opinión internacional y, naturalmente, de la opinión pública nacional, es tarea de-entre otros- la Conferencia Episcopal. La ocupación del territorio de nuestros países en flagrante violación de los Acuerdos de Ginebra, es tarea de ese gran bloque militar y político, así que debe haber una estrategia para enfrentar a cada bloque, con butría y determinación
Urosa vino con la diplomacia del guabineo para hacernos perder el tiempo pero Chávez entendió el ardid y entrompó bien bueno. La agenda de la confrontación la debe poner la mayoría popular, no la élite celestial.
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