Venezuela vive tiempos históricos. La incontestable victoria de las fuerzas bolivarianas en las elecciones del 16D alzan las luchas de clases en el país hasta un nuevo y cualitativo nivel de agudización, en el que se ponen agotadas a la derecha las posibilidades institucionales de retomar la iniciativa política, iniciativa detenida por el movimiento bolivariano desde la victoria de Chávez en la elección presidencial del año 1998.
Si esta realidad no fue aún perfectamente asimilada en toda su dimensión por los detentores del capital y sus aliados, eso se debe a que se encuentran en el momento como que bajo los efectos del nocaut de la magnitud de la derrota que sufrieron, con la pérdida de gobernaciones en las cuales pensaban detener el poder eterno – los estados de Zulia, Táchira y Carabobo principalmente. Creo no ser necesario enfatizar la importancia económica, política y militar, incluso en ámbito latinoamericano, de estas regiones. Lo que necesitamos destacar es que, de una situación estratégica pre-revolucionaria hasta ahora, se empieza a dar en Venezuela los primeros pasos en el terreno de una situación estratégica revolucionaria. Es este el punto.
No solamente nosotros revolucionarios, de la izquierda, nos preguntamos de tiempos en tiempos que hacer. Igual, los enemigos del proletariado se ponen la cuestión ante situaciones nuevas, diferenciadas. Y el nuevo hoy en Venezuela es que se quedaran cerradas a los detentores del capital las puertas de la institucionalidad como camino de vuelta al ejercicio absoluto del poder. El proletariado avanza. Con el fracaso del intento golpista protagonizado por Pedro Carmona en el papel de títere del capital nacional e internacional, en el 2002, la burguesía decidió intentar la recuperación de la iniciativa política a través de la lucha institucional electoral. Como resultado, cogió derrotas sobre derrotas frente al proyecto bolivariano chavista.
La burguesía jamás comprenderá las razones de sus derrotas desde entonces, ya que la dimensión de las luchas del proletariado no hace parte de sus elementos de análisis. Todo el contrario con el teniente Hugo Chávez Frías, que supo captar el profundo significado del levante proletario de 1989, el Caracazo, en su más grandiosa dimensión de la enorme disposición de lucha de este proletariado en búsqueda de su dignidad y de su liberación como clase. Derrotado en su intento insurreccional en 1998, Chávez parte para la consolidación del Movimiento V República (MVR) a través de la articulación de sus bases entre la joven oficialidad de las Fuerzas Armadas con la población proletaria de los barrios caraqueños, lo que resultó en la estructuración y organización de todo aquél ímpeto revolucionario demostrado por los trabajadores en el Caracazo. En realidad, un fenómeno decisivo en la historia de las luchas de clases en Venezuela.
Después de derrotas tras derrotas frente a este levante proletario institucionalizado como movimiento bolivariano, la burguesía nacional e internacional fatalmente se concientizará que tiene que buscar caminos extra-institucionales. Si hasta el último domingo alguien en las filas burguesas tenía alguna duda con respecto al cierre de un tiempo, hoy es seguro que nadie se engaña. Sin embargo, la historia no permite a nosotros disminuir la astucia de la burguesía, su capacidad de maniobra. No son más que maniobras confusionistas las alegaciones de los medios burgueses según las cuales Henrique Capriles, por su victoria en el estado de Miranda, es candidato con potencial de victoria sobre el PSUV en próximas o lejanas elecciones presidenciales.
Por supuesto que todos revolucionarios latinoamericanos y de todo el mundo deseamos fuertemente una rápida y consistente recuperación al comandante Chávez frente al cáncer que lo acometió. Pero es indiscutible que el movimiento bolivariano – chavismo u otro nombre que se le quiera dar – alcanzó un nivel histórico de consolidación que lo hace capacitado a sobrevivir como fuerza política hasta mismo en la hipótesis de la ausencia del comandante Chávez.
La burguesía sabe de eso. Y es por eso que en respuesta a la pregunta que hacer ya empezó, seguro, a dibujar las líneas generales de la estrategia para la concretización de la salida a la que siempre recurrieron los explotadores cuando perciben que la democracia dejó coyunturalmente de cumplir su papel fundamental de garantizadora de la dominación e exploratión burguesas. Estamos hablando del golpe de estado.
Es cierto que no será nada fácil a los burgueses la concretización de su nuevo sueño de golpe. Es consensual que las Fuerzas Armadas Bolivarianas portan particularidades – por herencias históricas y por embates más cercanos – que las diferencian de sus similares en Latinoamérica, que hacen hoy de la despolitización enseñadas por ‘consejeros’ norte-americanos el pretexto de su alineamiento con las estrategias de dominación del imperialismo. Hay que hablar también, no se olvide, de las Milicias Bolivarianas – compuestas por trabajadores entrenados en los cuarteles con misión específica de defender, armas en mano, el proyecto bolivariano – y de las milicias populares, independientes del gobierno, pero igualmente armadas y comprometidas con el chavismo.
No es llano, pues, el camino de los golpistas desde el punto de vista militar. Igual, la activa participación de los más diferentes segmentos del proletariado en la vida política del país espeja toda una acción gubernamental de naturaleza económico-política en la que los sistemas de beneficios sociales al proletariado se articulan con procesos de organización, concientización e movilización. Sin embargo, no podemos igual nos olvidar el gran poderío económico, político, comunicacional y bélico del capital imperialista. La burguesía venezolana, igual que todos los segmentos nacionales burgueses, está estructuralmente vinculada al gran capital internacional. ¿Patria, nación? Desde la Comuna de Paris – en la que la burguesía francesa decidió por entregar el país a los alemanes a ver el proletariado francés en el poder – se sabe que el capital no tiene fronteras.
En el horizonte, pues, el golpe.
¿Y nosotros, que hacer? Afirmamos que Venezuela ingresa hoy en el terreno de una situación revolucionaria. ¿Que hacen los revolucionarios en una situación revolucionaria? La revolución. Concretamente hoy las tareas revolucionarias en la línea de una insurrección obrera que instale un estado proletario pasa por el fortalecimiento y institucionalización de los órganos de poder proletario – cuyos gérmenes pueden hoy ser identificados en los consejos comunales y obreros – que vengan a concretizar ‘el poder directo de los trabajadores directos’, como propuesto por Marx, en un cuadro de una crisis revolucionaria en la que, como tipificara Lênin, los de abajo se disponen al asalto al poder y a la destrucción de las instituciones burguesas y su substitución por instituciones proletarias.
La lucha, por todo eso, no puede limitarse al horizonte burgués de la democracia. La lucha hay que ser por el socialismo revolucionario. Por la instalación de un estado socialista revolucionario. La Historia, madre y maestra, hace mucho nos enseñó que mantenerse en el campo de la lucha pela democracia significa retrasar el avance del proletariado, significa retrasar la convocación del proletariado al cumplimento de su papel histórico. En palabras sencillas: es perder tiempo, es dar tiempo a la burguesía a que se prepare para golpear a los trabajdores. Así fue con el dramático ejemplo de Chile de Allende. Así lo registra toda la historia de Nuestra América.
Que se preparen, pues, los verdaderos combatientes por la causa del proletariado para el confronto final que se aproxima en Venezuela. Un siglo después Venezuela oye el llamado de la Historia à la lucha de liberación, ahora una liberación más profunda, ya que de que se trata es de poner abajo la esclavitud asalariada. Otra vez, Venezuela se pone al frente del proletariado hermano del continente latinoamericano.
¡Todo poder al proletariado!
¡Venceremos!
Leovegildo Leal es miembro del Movimento Marxista 5 de Maio-MM5/Brasil
Esta nota ha sido leída aproximadamente 2615 veces.