Me criticaba una amiga-familiar hace poco que yo sólo criticaba al Gobierno, a pesar de las cosas muy criticables de la oposición. Estaba medio molesta o por lo menos así la sentí a través de su comentario, a pesar de no ser una persona fanática, pero sí francamente revolucionaria. Como hago siempre ante toda crítica, traté de corroborar, primero, la verdad del planteamiento. Ciertamente, en el último año he venido arreciando las críticas al Gobierno, aunque no he dejado de condenar a la oposición; es más, mis últimas críticas han estado dirigidas hacia ambos sectores, ya que han demostrado su coincidencia en una serie de asuntos y así lo he comenzado a denunciar. En el caso de las empresas mixtas en el sector petrolero, para sólo mencionar un caso, coinciden Chávez y los presidentes cuartorrepublicanos, así como Rafael Ramírez y Giusti.
En los inicios del proceso las críticas eran inexistentes, pues no había grandes motivos para las mismas. Se trataba de un gobierno democrático, de amplísimas libertades ciudadanas, participativo, respetuoso de los trabajadores, que toleraba incluso la crítica irresponsable de la oposición y sus violentas movilizaciones, sin recurrir al despliegue represivo de hoy; con un Presidente que en público era un dechado de simpatía, delicadeza, tolerancia y amor por su pueblo. “Venezuela somos todos” fue la consigna después del golpe. Se había rescatado a la OPEP y se la utilizaba como instrumento de soberanía e independencia, la justicia social era una real preocupación, la corrupción desatada era inexistente, no había represión, se respetaban las leyes y la logia militar gubernamental actual apenas se insinuaba. Las acusaciones de fraudes electorales, de gobierno represivo, de ausencia de libertades y muchas más eran producto de la mente insana de los más recalcitrantes opositores existente para entonces.
Hoy, las cosas han cambiado y no para mejorar. Basta conocer las críticas hechas por los intelectuales revolucionarios reunidos recientemente, la mayoría de las cuales comparto, y que motivaron una de esas explosiones viscerales características de nuestro Presidente. Ver a un hombre que entusiasmaba precisamente por sus argumentos capaces de destrozar las más viles acusaciones, utilizando sólo insultos, ironías y amenazas, completamente desarmado frente a las críticas… Los intelectuales no se reunieron para criticar a la oposición, y con esto vuelvo al inicio del artículo. Ésta tiene ya suficientes críticos y no estamos interesados en que haga bien las cosas. Quien dirige este país, quien diseña el curso del llamado proceso revolucionario, es el Gobierno y es Chávez, y en su acertada conducción sí estamos interesados y queremos ayudar con nuestras opiniones, por más duras que éstas sean.
La oposición existente, por su parte, y me refiero a su expresión mayoritaria, tiene los mismos vicios del Gobierno y carece totalmente de sus virtudes.
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